Se puede viajar con las mejores intenciones y expectativas, pero el encuentro de hoy entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump tiene sus aristas filosas. Es la primera cita en persona y con motivo de un acto que no puede ser más amable: el sorteo para la Copa del Mundo de futbol que albergarán Estados Unidos, México y Canadá. Siendo estos tres países socios del tratado comercial conocido como T-MEC, además de representar geográficamente la región de Norteamérica, hoy está en vilo ese acuerdo, porque el jefe de la Casa Blanca ha dicho que prefiere dejarlo extinguir y firmar otro.
No me puedo imaginar la incomodidad que debe ser reunirse en persona con un presidente que, salvo los elogios públicos que hace a la doctora(“una gran persona”, “una dama muy agradable”), se ha dedicado a descalificar a México en cuanto rubro le pongan enfrente:que si el crimen organizado gobierna en la mayoría del territorio, que si les mandamos fentanilo que mata a sus jóvenes, que si les robamos sus empleos en la industria automotriz, que si los migrantes son narcos y asesinos, que si tenemos un acuerdo comercial ventajoso, que si les debemos mucha agua en la frontera…
Como los protocolos y la diplomacia no son lo suyo, siempre hay el riesgo de que Trump avergüence o ridiculice a sus interlocutores, sean huéspedes o anfitriones, sea con palabras o con actitudes. Y hoy los reflectores del mundo estarán sobre los tres gobernantes T-MEC, porque es el momento de saber cuáles serán los rivales a enfrentar en la justa mundialista de 2026. Como el soccer no le importa al estadunidense, nadie sabe si en ese momento vaya a necear conque quiere cambiar las sedes asignadas a ciudades de gobierno demócrata o, peor aún, si de nuevo sale conque quiere allá la inauguración y no en el Azteca.
Sheinbaum debe haber repasado los videos de aquella caótica visita de Trump a Enrique Peña, cuando ignoró un acuerdo y salió a decir a la prensa que México pagaría la construcción del muro fronterizo. Aunque siempre expresó que prefería al populista (AMLO) que al neoliberal (EPN), ahora que utiliza la geopolítica para zafarse de los líos internos, como el caso Epstein, no habría que ser muy optimistas sobre su conducta. Ojalá todo salga bien.
