Jorge Luis Borges, el hombre más ilustre de Argentina en palabras de V. S. Naipaul, decía no entender por qué una persona tan inteligente como César Luis Menotti, cuando los presentaron, insistía en hablar solo de futbol, deporte que en aquel país es una religión con un pastor, Diego Armando Maradona, temas todos esos sin la menor importancia para el autor de Ficciones.
Siendo un portentoso país con miles de aristas a destacar, históricas y culturales, hay en efecto quienes lo reducen, por decirlo de alguna manera, a Maradona y Lionel Messi, su otra figura futbolera. En algún momento, un che de los que hacen quedar mal a los suyos pontificaba con tono bergogliesco sobre la superioridad de Argentina con el estandarte del pambol, pero ignoraba la potencia que son en materia de paleontología, en la que destacan auténticos Maradonas como Rodolfo Coria y Fernando Novas.
Y es que en esto del futbol, como en otras instancias, hay mucho de brujos en Argentina. Plantea Naipaul en El escritor y el mundo (Debate 2018): “La magia es importante en Argentina; el país está lleno de brujas, magos, médiums. Pero el visitante no debe prestar atención a ese aspecto porque no es real”. Maradona y Messi son esos brujos, magos a los que se rinde una nación insatisfecha con sus trucos, exhibiciones de alta escuela, porque quieren el título de un Mundial o nada. El Pelusa se los dio y le perdonaron todo, todo. La Pulga se los debe y no hay día que no se lo recuerden.
La impensable foto de un aficionado del River Plate abrazando a uno del Boca Juniors, fusión del dolor por la pérdida de su dios en la tierra publicada en la portada de nuestro diario el viernes, retrata ese ánimo de fervor que coloca al funeral de Diego Armando en la vitrina de los apoteósicos: Evita, Cantinflas, Nicolás Guillén, De Gaulle...
No lo dejaban en paz en vida, no lo dejarán en paz muerto. Con no poca razón, por eso Naipaul decía que esa Argentina que conoció en los años 70, la de la dictadura, tenía mucho de brujos, magos y médiums.
@acvilleda