Hoy que nos enteramos de los conflictos en Congo, en Gaza, en Ucrania, del inseparable negocio de las armas, de las baladronadas de Donald Trump y de Vladímir Putin sobre sus arsenales nucleares, de la tecnología de punta para dejar caer bombas sobre botes por la presunción de que pertenecen al narcotráfico, un libro trajo a mi escritorio los días del siglo pasado cuando una oposición no tenía otra más que la opción de las armas para liberar a sus naciones de los tiranos.
He leído con gran satisfacción El país bajo mi piel (Seix Barral, 2010), de la nicaragüense Gioconda Belli, que no es otra cosa que las “memorias de amor y guerra”, como reza el subtítulo, de esta mujer que perteneció a la burguesía, pero, rebelde por naturaleza, decidió unirse al Frente Sandinista de Liberación Nacional para pelear contra la dictadura de Anastasio Somoza.
El libro se convierte desde la primera página en una novela con personajes reales y, con el talento narrativo de la autora, nos va relatando junto con su vida aquellos agitados días de los años setenta, desde el sismo letal que destruyó Managua, hasta su incursión en el mundo de la mercadotecnia, sus primeros amores, su matrimonio fallido, su viaje a La Habana de Fidel Castro como símbolo de poder y gloria y los líos en la residencia del general Torrijos en Panamá.
Por estas páginas vemos pasar a Sergio Ramírez, a Tomás Borge, a Salman Rushdie, a Gabriel García Márquez, a Raúl Castro, a Jimmy Carter y a Ronald Reagan. El periplo va de Nicaragua a Costa Rica, a Panamá, a Ciudad de México, a Los Ángeles, a Berlín, a Miami y a Madrid. Ya figura entonces, con su talente siniestro, Daniel Ortega y su esposa, hoy gobernando a sangre y fuego aquella Nicaragua a la que ayudaron a liberar de otra dictadura.
Como fue rebelde tardía, dice, y de niña se dedicó a leer, su talento poético explotó pronto en la juventud y fue alternando su tarea de escritora con la de guerrillera. Ganó premios relevantes desde entonces y no ha parado, siendo merecedora apenas este año del Carlos Fuentes y finalista de la Bienal Vargas Llosa. Dice que ha sido dos mujeres y ha vivido dos vidas, una según todos los anales clásicos de la feminidad, otra con los privilegios masculinos, logrando que ambas coexistan bajo la misma piel.
Se lo recomiendo.