Hace un par de décadas, quizá menos, de visita en un pueblo mágico al que pertenecían mis ancestros, me llamó la atención que todo mundo se cuidaba de quién los escuchaba y decían con voz baja “los de la letra” para referirse a Los Zetas, cártel que entonces dominaba la región y cuyos matones habían prohibido a los habitantes hablar de la banda por su nombre.
Ese cártel surgió de los militares de élite que desertaron para, primero, ser los custodios e instructores del grupo comandado por Osiel Cárdenas Guillén, y después devino independiente, dedicado al narcotráfico, pero diversificando sus actividades, sobre todo con el secuestro y más adelante el envío de migrantes a Estados Unidos.
En un mapa reciente del narcotráfico en México figuran seis cárteles bien consolidados, con territorio propio, y otros pequeños disputándose localidades, pero ya no aparecen Los Zetas, aun cuando algunos de sus líderes siguen en prisión con la amenaza de ser extraditados a Estados Unidos, que no quita el dedo del renglón para llevárselos no para castigarlos, sino con el fin de sacarles información, como ahora con Joaquín Guzmán López e Ismael Zambada.
Por presencia territorial los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación son los dominantes, pero otros ocupan espacios clave, puntos de tránsito valiosos, como los del Noreste, de Juárez y La Familia Michoacana, que tiene asolada buena parte de Estado de México en su colindancia con Morelos rumbo a Guerrero y en los alrededores de la zona metropolitana de la capital.
Debe ser una pesadilla para los políticos ligados al narcotráfico la próxima audiencia en la que Zambada declare sobre los acuerdos que tuvo con ellos el cártel de Sinaloa, que él y Joaquín Guzmán Loera comandaron durante décadas, si es que llega a algún pacto con los fiscales estadunidenses, como ya lo hizo el junior de El Chapo con su entrega y de pilón la de El Mayo.
Tim Marshall ha escrito que en Rusia nadie dice “oso”, símbolo de ese país, sino medved, “al que le gusta la miel”, para no invocar su lado más oscuro. Como pasaba acá con Los Zetas y como debe suceder ahora entre algunos políticos cuando hablan sobre El Mayo, que habrá pasado a ser el nuevo innombrable.