Mens sana in corpore sano. Sapientia et fortitudo. La unión del intelecto y la fuerza física. El dominio del cuerpo y de la mente. El culto griego al cuerpo y a la sabiduría forjó un tópico recurrente en la literatura y en el arte universal: primero como oposición necesaria para el equilibrio, después como una conjunción ideal. Más tarde se dirá: el dominio de las armas y las letras para conseguir una vida ejemplar.
Me encanta la pervivencia de ese ideal –a pesar de los tiempos de indignación y la tecnología y todo lo demás– expresado en eventos como la Carrera Atlética de la Feria Universitaria del Libro de la UAEH. Atletismo y literatura. Por un lado, el músculo corredor de una comunidad que se congrega en nombre de la bella paradoja del “running” (se sabe que el corredor compite contra su marca anterior, no contra los demás); por otro, la celebración de la que es, hasta la fecha, nuestra mejor tecnología para almacenar y distribuir el conocimiento: el libro.
Corrí por primera vez la carrera. El ambiente de celebración puede ser abrumador para alguien primerizo, pero la colectividad del esfuerzo es impresionante y más la diversidad de quienes se retan a sí mismos y se imponen la conquista de una meta cuya celebración es personal por multitudinaria. Niños, adultos, perros y un montón de estudiantes en explosivo despliegue de sus habilidades atléticas atravesando la ciudad.
Supongo que hay historias increíbles ahí que debieron contarse y celebrarse. Crucé la meta casi al mismo tiempo que un jubilado que volvía a hacer la carrera luego del covid. Y vimos sillas de ruedas y personas en muletas pasar bajo el arco de meta. Supongo que, al final, hay pequeñas celebraciones paradójicamente personales en medio de la necesaria y anónima colectividad. Ojalá hubiera medallas para todos.