La propuesta curricular de la Nueva Escuela Mexicana para educación básica implica pensar en un modelo de gestión diferente para las escuelas. El proceso de construcción del programa analítico y la narrativa pedagógica que le acompaña supone que las maestras y maestros han desarrollado una contextualización y problematización de su práctica que a su vez los coloca en un ámbito de relaciones diferentes, con la realidad, con el conocimiento y con los sujetos sociales con quienes interactúa cotidianamente. Esta condición posibilita que la escuela pueda organizarse de manera diferente para mejorar y avanzar hacia escenarios de autonomía más claros.
Un modelo de gestión de esta naturaleza le implica a los docentes un compromiso más nítido con el cambio y la transformación. Si bien, las escuelas han sufrido una “dislocación” en sus formas de organización y funcionamiento con la nueva narrativa pedagógica, su capacidad de adaptación al entorno social se constituye en el punto nodal para avanzar en clarificar sus incertidumbres. En este tenor, los docentes, bajo el liderazgo de su director, y con la participación de la comunidad a la que sirven, son capaces de visualizar un futuro deseable para su escuela; trabajan en colectivo para identificar los problemas que la escuela presenta y que obstaculizan el camino hacia ese futuro deseable; deciden en común por dónde comenzar y qué hacer para ir mejorando en su enseñanza y en el aprendizaje de los alumnos. Se comprometen a modificar lo que hacen y cómo lo hacen, tanto individual como colectivamente, para lograrlo. Escriben su experiencia, individual y colectivamente. Revisan con frecuencia, y colectivamente (de preferencia en el Consejo Técnico), si efectivamente están cambiando aquello de su comportamiento que se comprometieron a modificar. Evalúan de manera permanente si van logrando lo que se propusieron. Se dejan evaluar de fuera - es más, solicitan que se les evalúe de fuera, a fin de poderse comparar con otras escuelas similares. Y están dispuestos a iniciar un nuevo ciclo.
La escuela, como el corazón de un modelo de gestión diferente, siempre estará sujeta al escrutinio social y determinada por las políticas y su entorno. Sin embargo, el rol protagónico no lo pierde, y la política actual se constituye en un dispositivo para pensarla de manera diferente. La escuela es el centro para configurar y formar una nueva ciudadanía, con democracia, equidad y justicia social. Estos criterios son orientadores en un modelo de gestión que busca crear cultura escolar. Necesitamos entonces no pensar la escuela en un reduccionismo que la mire solo como el espacio de aprendizaje de contenidos escolares y con sentido utilitarista, necesitamos pensarla en su carácter social con implicaciones para el desarrollo de la sociedad donde se encuentra. Así, la escuela se constituye en la unidad orgánica para el desarrollo de la educación pública.
El gran desafío que enfrenta un modelo de gestión diferente no solo es romper con la tradición verticalista de la cultura escolar, sino en la generación de modos diferentes para pensar la conducción del sistema educativo, cuyo eje central sea el desarrollo de capacidades profesionales, individuales, colectivas e institucionales para enfrentar los retos del contexto social actual. La educación y la escuela tienen que constituirse en prioridad de política pública y con ello, ser prioridad en el debate sobre el desarrollo social, económico y cultural.
Para avanzar en un modelo de gestión diferente, es pertinente, y urgente, la atención de cuestiones estratégicas, de las cuales apunto las siguientes:
• Considerar como política la centralidad de la escuela.
• Mayor inversión para la formación de profesionales de la educación (directivos y docentes).
• Generar espacios de diálogo horizontal, más allá del Consejo Técnico.
• Fortalecer las colectividades y los liderazgos.
• Fortalecer y apoyar con recursos las decisiones que se tomen en el ámbito escolar.
• Compromiso de la comunidad escolar para mejorar los aprendizajes.
• Responsabilidad en la tarea de evaluación institucional.
• Pensar en formas de articulación diversas al interior del sistema educativo.