Cultura

No representan ni peligro ni riesgo (LXIV)

  • Pa'no molestar
  • No representan ni peligro ni riesgo (LXIV)
  • Alejandro Evaristo

Hay que revisar recovecos, inspeccionar espacios, buscar entre matorrales e incluso en las alturas, hacia los árboles. Los pocos animales nocturnos no serán problema


El miedo permea y se cuela entre los poros gracias a la oscuridad, absorbe el valor de a poco. No importa si hay 30, 40 o 50 personas cerca caminando en línea recta desde el claro en el bosque hacia la parte alta de la montaña y mucho menos que haya armas, por fuerza habrán de modificar la ruta porque hay rocas, despeñaderos, barrancas.

Nadie estará al pendiente de uno todo el tiempo. Hay que revisar recovecos, inspeccionar espacios, buscar entre matorrales e incluso en las alturas, hacia los árboles. Los pocos animales nocturnos no serán problema porque son más inteligentes y si de algo tienen certeza es del peligro de acercarse a los humanos. Aun así se debe tener cuidado.

Un elemento más a ser considerado es la razón de estar ahí esa medianoche y el objetivo a conseguir, las respuestas a esos planteamientos son precisamente las causas del nerviosismo y el temor entre todos ellos. En menor o mayor medida todos conocen la gravedad de la situación y la posibilidad de convertirse en víctimas porque los depredadores tienen ese poder. Son animales ávidos de alimento, la mayor parte de las veces; ninguno mata por placer, al menos no lo hacían así antes.

El avance de los hombres se interrumpe por momentos porque alguien creyó haber encontrado algo y los más cercanos acuden solo para corroborar que se trata solo de una madriguera vacía, un tronco a medio podrir al fondo o los avispados ojos iluminados de una araña. Regresan a sus sitios no sin enfrentar el sobresalto a consecuencia del repentino aleteo y posterior vuelo de alguna lechuza.

Los perros no han servido de mucho. Enloquecieron en el sitio donde hallaron el cuerpo del cazador y, al haber identificado los olores alrededor, detectaron el rastro de uno nuevo, diferente. Avanzaron siguiendo hacia la parte alta y por momentos parecían perderlo y lo hallaban metros más adelante, al menos así fue hasta llegar a la zona rocosa. Se montaron sobre algunos riscos y dejaron de ladrar girando sobre sí porque no había nada más por seguir.

Un poco más adelante volvieron a enloquecer, había unos 14 o 15 metros de distancia del último punto ubicado ¡entre las rocas!, ¿quién o qué podría avanzar de esa forma en un escarpado de tales características para ir a dónde? Las dificultades para continuar con el ascenso iban en aumento: la hora, el cansancio, el frío… el miedo.

Han pasado un par de horas, quizá ya tres. Peinaron la zona lo mejor que pudieron sin hallar rastros o pistas de Diana y, aunque en realidad desean volver a la calidez y seguridad de sus hogares, se resisten porque hay que encontrarla. El problema es que no cuentan con el equipo necesario y mucho menos con la preparación física para escalar esa enorme y fría montaña.

La decisión representa un acuerdo alcanzado por la mayoría: una guardia de cinco o seis hombres permanecerá en ese último punto hasta que los demás vuelvan con apoyo y equipos profesionales porque el riesgo es demasiado en esta oscuridad.

Reunieron follaje seco y ramas. Bajo una de las rocas había suficiente espacio para resguardarles y cubrieron el acceso con ellas, aunque una gran parte, sobre todo las más secas y gruesas, fueron utilizadas para alimentar la fogata muy cerca de la entrada. Luego todos se fueron. Les dejaron algunas armas y a un par de los perros que ya se habían echado cerca del fuego para vigilar esa noche y todos sus sonidos.

Él les observa desde la distancia y sabe que no representan ni peligro ni riesgo, están molidos de cansancio y asustados, por eso son una presa fácil, pero esa no es su naturaleza.

Las exigencias de su nueva condición se encaminan a asegurar el futuro de la nueva especie que representa y de la que, al parecer, es el único ejemplar, al menos hasta confirmarlo por la mañana, porque si ella vive, si logra mantener su aliento unas horas más dentro del capullo allá en lo alto y profundo de su escondite, será una gran señal y entonces podrá proceder al siguiente paso, aunque debe darse prisa: si los hombres fueron a buscar ayuda volverán poco después del amanecer, cuando su fuerza mengua…

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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