Los migrantes poblanos en Estados Unidos no solo representan una parte fundamental de la identidad cultural allá, sino también de la estabilidad económica de Puebla, acá.
Con más de 2.8 millones de paisanos en el vecino del norte (según datos de la SRE), el estado ocupa el cuarto lugar nacional en migración hacia ese país, siendo Nueva York y Nueva Jersey los destinos predilectos. En Brooklyn, por ejemplo, el barrio de Sunset Park es conocido como “Pueblayork” por la alta concentración de poblanos que han transformado el paisaje cultural con la Batalla del 5 de Mayo y gastronómico con mole, cemitas y chiles en nogada.
Económicamente, la historia no es menor: en 2023, los poblanos enviaron más de 3,100 millones de dólares en remesas, lo que representa el 5.1% del PIB estatal. Municipios como Atlixco, Izúcar de Matamoros y Chiautla dependen profundamente de este flujo de dinero para sostener a miles de familias que lo utilizan para vivienda, educación y salud.
Sin embargo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en un segundo mandato ha encendido las alarmas. Sus políticas migratorias, que históricamente han sido agresivas, podrían provocar deportaciones masivas que pondrían en aprietos a estas comunidades y al estado. El impacto sería devastador pues una caída en las remesas reduciría el consumo en comunidades rurales y urbanas, afectando sectores como el comercio y los servicios. Además, el retorno de miles de poblanos saturaría un mercado laboral incapaz de absorber tal demanda, agravando la precariedad laboral y fomentando la estigmatización de los deportados.
Ante este panorama, la administración de Alejandro Armenta tiene la tarea urgente de diseñar políticas para mitigar el impacto. Generar empleos con salarios competitivos y promover programas de reinserción social será crucial para amortiguar el golpe.
Y hablando de retos migratorios, es un misterio el paradero de Sergio Céspedes Peregrina, quien se supone se encargaría de encabezar el Instituto Nacional de Migración. La urgencia no podría ser mayor pues los poblanos en Estados Unidos necesitan certezas y apoyo.
El futuro no solo está en manos de los migrantes; también depende de la capacidad de nuestras autoridades para estar a la altura del desafío.