El gobernador Alejandro Armenta ha superado ya la barrera de los 200 primeros días de gobierno.
Como dato curioso, en su teléfono, casa, oficina y ahora también en las dependencias que conforman su gobierno, existe un reloj en retroceso que le recuerda cuántos días, horas, minutos y segundos le restan a su administración. Dice que así se enfoca en dar resultados. Que no hay tiempo que perder. Que el poder marea. Que el reloj lo vacuna contra convertirse en virrey.
Y pareciera que por primera vez después de mucho tiempo, estamos ante un mandatario que no necesita usar el recurso de maldecir el pasado para repartir culpas y menos denostar a los que gobernaron y ya no están.
Incluso al ex gobernador panista Rafael Moreno Valle lo llamó en tres ocasiones “Rafa” y dejó en claro que no esta en su radar el criticar a ningún ex mandatario ni las obras que se hicieron, sino (en todo caso), el método para gobernar.
En un encuentro con líderes de opinión, Armenta se lanzó a explicar, con lujo de detalle, cómo ha diseñado su gobierno, su plan, su tesis, su reloj, su sueño y su cruzada contra todo lo que huela a improvisación. Habló de bioética social, de planeación estratégica, del tren interoceánico, del telescopio milimétrico, de justicia con perspectiva de género, de ciclopistas, de lirios que se transforman en fertilizante y hasta del Museo Barroco.
Y contrario al estilo de Moreno Valle y Barbosa, Armenta asegura que no va a perseguir a nadie. Pero si alguien se colude con criminales, que se atenga a las consecuencias. Presumió la capacidad del vicealmirante Francisco Sánchez, funcionario prestado por la presidenta Sheinbaum y quien tiene indicaciones de reportar directo al gabinete de seguridad federal. Así, sin escalas.
En los hechos, Armenta presume haber resuelto el tema del Museo Barroco y de haberle ahorrado a Puebla ocho mil millones de pesos. También promete 500 kilómetros de ciclovías, 2 mil 500 obras comunitarias y convertir a Puebla en el Silicon Valley del sur-sureste.
Y mientras tanto, su equipo ya sabe: hay que correr, planear, ejecutar, evaluar y reportar. Porque el gobernador duerme poco, llama a las 4 de la mañana y si es necesario, truena los dedos (pero ya no en público).