Política

Aquí la dejamos, por hoy

  • Columna de Alberto Isaac Mendoza Torres
  • Aquí la dejamos, por hoy
  • Alberto Isaac Mendoza Torres

¿Sabemos cuándo termina una conversación por WhatsApp? Quizá podemos iniciar el diálogo con algún saludo, o no; preguntar cómo está la persona que suponemos nos lee, o no. O simplemente ir, como se dice coloquialmente, al grano y mandar el mensaje con nuestras necesidades, expectativas, o sencillamente compartir un meme, un video, en fin.

¿Y luego? Podríamos esperar una reacción de la otra persona, que iría desde un ok, si es que hemos dado alguna indicación, o sencillamente un emoji de pulgar arriba. Si es una conversación más, llamémosle personal, tan personal como la virtualidad nos lo permite, habrá intercambio de stickers. Sí ¿y luego?

Luego, la conversación sigue. Sin parar. Hay gente que se ufana de tener notificaciones en más de un servicio de mensajería, “sin abrir”. Es decir, sabe que le escribieron y hasta lo que le pidieron, pero no le ha dado la gana responder. O mejor aún, su ganancia es tener esas conversaciones indeterminadamente abiertas.

Pero no es necesario llegar a esos extremos, porque las nuevas tecnologías, más que comunicación posibilitan la interconexión, entonces nos obligan a estar dispuestos y disponibles todo el tiempo.

No pensemos en el mundo antes de que la telefonía se abaratara hasta ser un bien (no un servicio) de consumo diario. Ubiquémonos en el tiempo en el que para hablar con alguien había que marcarle al teléfono fijo, que no tenía identificador de llamadas. Deberíamos apostar a que estuviera en casa, confiar en que no estaría ocupada con algún deber, que oyera los timbrazos y que al final decidiera contestar. Si alguna variable de esta ecuación no se cumplía, no pasaba nada, ya intentaríamos después, o buscaríamos otras formas de hablar con ella. Y nadie se sentía ofendido.

Hoy damos por hecho de que la existencia de la telefonía móvil más los servicios de mensajería instantánea, deben dar por resultado una respuesta también instantánea a nuestras demandas. Ese estar siempre a merced del otro, podrían ser una de las causas por las que hoy la gente sufre de ansiedad con el celular. No hay que ofender al otro y debemos responder a la velocidad a la luz, pero el otro debe hacer lo mismo, devolver el mensaje con la misma prontitud, si no, seguramente habrá algo malo en la relación o en nosotros, que le hace actuar de esa manera. Porque aquella conversación que algún día comenzó sigue abierta. No se ha salido de ella.

Por eso son importantes los cortes, los cierres, las esperas.

Ahora también hay detractores de las fiestas de Fin de Año o de Año Nuevo, como sea que les guste llamarlas. No habría que hacer tanto festín por el hecho de que el planeta en el que habitamos ha cumplido una vuelta completa a la estrella que le ilumina. Son ridiculeces, dicen.

Sin embargo, es necesario que tengamos este corte en el tiempo. En los instantes previos a la entrada del nuevo año la vida continua se suspende. La felicidad que hayamos tenido a lo largo del año que se está quedando sin aliento o las penas por las que hayamos pasado, se juegan su permanencia o su desaparición.

Durante este tiempo suspendido buscamos simbolizar y dejamos lo real o lo imaginario para después. Sacamos maletas, tiramos baldes de agua, comemos lentejas o uvas, para conjurar y exorcizar a los demonios. Durante el tiempo que duran las campanadas, el pasado, el presente y el futuro se anudan, para ofrecernos una cuerda a la cual asirnos a la vida. Las cuitas por el porvenir se enfrentan de manera individual pero acompañados.

Igual pasa en una sesión de psicoanálisis, el tiempo deja de tener la lógica del reloj y se presenta ahí tumbado en un diván, en espera de que el paciente le haga un corte. Un nuevo nudo en el que confluya la real, lo simbólico y lo imaginario, para poder seguir amarrado, sujetado a esta vida. Y lo hace solo, pero acompañado de su analista.

Por eso cuando se concluya una sesión de psicoanálisis porque se ha logrado esto podemos decirle al paciente: “bueno, aquí la dejamos, por hoy”. Como una manera de advertir que no es que se haya cerrado un ciclo, que lo que ha pasado, justo tiene su sinfonía en el presente, pero que en el futuro hay una posibilidad de un quiebre hacia otra dirección, con un nuevo sentido y una nueva velocidad.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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