A veces la humanidad no entiende el terrible papel que le ha tocado jugar en esta vida, en esta nueva "normalidad", donde el pánico se asoma a cada rincón, por la posibilidad de contagiarse y morir ante el covid-19, la crisis que golpea la economía mundial e impacta a la doméstica y la imposibilidad de planear un futuro más o menos normal. Sobrevivir es la constante al "chasquido de Tanos", que te puede borrar del mapa.
Esta humanidad juega a ser un personaje de película, uno con habilidades especiales para no sucumbir al microscópico enemigo o a la locura que implica haber perdido la vida cotidiana, aquella que tantas veces nos pareció aburrida.
En esta nueva normalidad los seres humanos no pueden llorar porque los consideran débiles, no pueden derrumbarse porque son los pilares de la familia y proveedores. No pueden fallar, porque son ejemplo para sus hijos.
La civilización espera protección, seducción, liderazgo y valentía eternas de los seres humanos pero ¿quién está viendo a la población, que debe ser dura por naturaleza e imposición histórica? ¿Quién piensa en su cansancio, en su miedo, en su inseguridad, en su dolor?
La humanidad también tienen todo el derecho de decir por hoy no puedo, ni quiero, por hoy quiero ser yo quien reciba un poco de gratitud y de palmadas en el hombro, por hoy no quiero ser el héroe de la película, por hoy quiero ser el espectador o quiero que alguien venga y me diga, vas a poder. Por hoy, de humano a humano, sólo quiero decirle a todos esos duros que siguen de pie ante la pandemia y la crisis: descansen y respiren. Si quieren lloren y mañana, mañana sigan adelante.
