El modelo de fraccionamientos cerrados (o privados) ha llevado a generar ciudades disfuncionales que propician problemas de movilidad, inseguridad y perdida de conectividad humana, advirtió Bernd Pfannenstein, especialista en geografía urbana, desarrollo y producción del suelo urbano.
El especialista dijo que, en los últimos años, las zonas metropolitanas de Monterrey, Guadalajara y Querétaro han intensificado el modelo de vivienda cerradas que, si bien reducen los delitos e infracciones, la presencia de extensos muros ciegos a lo largo de las calles y de las plazas disminuye la actividad y aumenta el sentimiento de inseguridad en el espacio público aledaño.
“Este es un modelo de vivienda que nos ha llevado prácticamente a privatizar el espacio público y perder la conectividad”, dijo.
Recomendó replantear el modelo de vivienda, una que considere el bien común, el interés colectivo, dado que estos fraccionamientos amurallados hacen que se pierda el sentido de encuentro.
“Si queremos llegar a ciudades más seguras necesitamos tomar en cuenta que la segregación socioespacial nos está alegando de una ciudad segura, y nos está llevando a una ciudad disfuncional, por lo que necesitamos repensar el tema de la expansión urbana y anteponer el interés colectivo sobre el interés privado”, aseguró.
Señaló que una opción sería la vivienda vertical integrando todos los elementos de la urbanización y terminando con muros que solo segregan a la población.
“En las últimas dos décadas nos hemos equivocado, necesitamos que los tomadores de las decisiones de urbanidad estén conscientes de que los efectos de la segregación ya sobrepasaron a la funcionalidad urbana (…) Estamos viendo en la vida cotidiana las problemáticas de la movilidad. Cada vez estamos perdiendo la esencia de nuestras ciudades en México y en América Latina, que es el espacio público como un lugar de encuentro”.
El experto participará mañana jueves en una mesa de análisis sobre este tema organizado por el Centro Urbano.
Dijo que, en el área metropolitana de Monterrey, al cierre del 2016, había mil 110 fraccionamientos residenciales cerrados, lo que significa el 10.6 por ciento de la superficie urbana.
Mientras que el área metropolitana de Guadalajara registra dos mil 973 fraccionamientos cerrados, con una superficie de la mancha urbana existente en ese año (2016) del 16.34 por ciento; en tanto que la de Querétaro, mil 507, lo que representa una cuarta parte de la superficie de la mancha urbana, es decir, 25.7 por ciento.
Explicó que dicha diferencia entre las tres se debió a que tuvieron un desarrollo diverso, además de poseer dimensiones topográficas desiguales.
“Estas cifras nos dice el tamaño del cáncer que está dejando el sistema de desarrollo urbano”, señaló.
Pfannenstein, refirió que hace un par de años publicaron un estudio en conjunto con varios colegas titulado “Diagnóstico de la huella de segregación socioespacial y fragmentación urbana en zonas metropolitanas de México”, ahí se plantea la necesidad de contar con espacios públicos amables, que fomenten la presencia e interacción de usuarios, dichos espacios disminuyen la sensación de inseguridad, fortalecen la cohesión social y el sentimiento de pertenencia de los ciudadanos.