Cada septiembre, una pequeña escultura de bronce llamada Luz Interior vuelve a brillar en Monterrey.
Su luz representa algo más que un reconocimiento: es el símbolo de una filosofía de vida que Eugenio Garza Sada dejó sembrada hace más de 80 años, cuando fundó el Tecnológico de Monterrey con la convicción de que el desarrollo empresarial solo tiene sentido si mejora la vida de las personas.
32 años después de su instauración, el Premio Eugenio Garza Sada, creado por FEMSA y el Tec de Monterrey, sigue encendiendo esa misma luz: la del liderazgo con propósito.
Con un estímulo económico de 2 millones de pesos (mdp), distribuidos en tres categorías —Liderazgo Empresarial Humanista, Emprendimiento Social e Innovación Social Estudiantil—, el galardón distingue a quienes han demostrado un compromiso excepcional con el desarrollo de sus comunidades y la construcción de un México más justo.
Filantropía con propósito
Para Herman Harris Fleishman Cahn, presidente de GT Global, la filantropía no es caridad: es una responsabilidad compartida.
“El empresario tiene un gran compromiso con el medio que lo lleva a ser exitoso en compartir con la comunidad esos beneficios”, afirmó el empresario al recibir el premio en la categoría Liderazgo Empresarial Humanista.
Su organización, a través de Fundación Fleishman, ha pasado de ser una iniciativa interna a una entidad profesional de filantropía de alto impacto, con 50 años de trayectoria.
Bajo su liderazgo, ha construido una red de más de 40 asociaciones aliadas, y sus programas en educación, salud, arte y fortalecimiento institucional han beneficiado a más de 7 millones de personas.
La historia de Harris es la de un empresario que entiende que el éxito económico no basta; debe traducirse en desarrollo humano, educación y dignidad.
Su visión encarna el espíritu de Eugenio Garza Sada: el liderazgo al servicio del bien común.
CASA: donde los jóvenes recuperan su voz
En Ciudad Juárez, en medio del ruido de las maquilas y el eco de una frontera marcada por la violencia, CASA (Centro de Asesoría y Promoción Juvenil, A.C.) se ha convertido en un refugio.
Desde hace más de tres décadas, esta organización acompaña a jóvenes en situación vulnerable para que retomen sus estudios, encuentren oportunidades y recuperen su confianza.
Su fundadora, María Teresa Almada Mireles, recibió el premio en la categoría Emprendimiento Social, junto con su equipo, conformado por Alejandro Matamoros Carrillo y María Elena Martínez Campos.
“CASA se ha enfocado en crear espacios de segunda oportunidad para jóvenes fuera del sistema educativo, adaptándose a sus necesidades para romper con las dinámicas de violencia que los rodean”, explicó Almada.
El modelo de la organización combina educación formal, acompañamiento psicológico y formación técnica en oficios como gastronomía, barbería, mecánica o soldadura, pero más allá de enseñar, busca reconfigurar la perspectiva de vida de cada joven.
Para Matamoros, quien llegó a CASA a los 16 años y hoy es uno de sus coordinadores, el mensaje es personal: “No podría vivir pensando que las condiciones no pueden cambiar. CASA me enseñó que todos necesitamos de todos para seguir adelante”.
La organización ha beneficiado históricamente alrededor de 45 mil jóvenes y hoy representa una apuesta por reconstruir el tejido social en una de las regiones más desafiantes del país.
Videojuegos que educan
En 2020, un grupo de jóvenes egresados del Tec de Monterrey campus Toluca decidió enfrentar la brecha digital desde la empatía y la creatividad.
Así nació Share+, una herramienta educativa que funciona sin internet y que ya ha transformado la experiencia de aprendizaje de más de 100 mil estudiantes en México y Estados Unidos.
El proyecto, encabezado por Alejandro Gabriel Hernández, Carolina Escamilla Salazar y Christopher Esquivel Vilchis, obtuvo el reconocimiento en la categoría Innovación Social Estudiantil.
A través de videojuegos educativos diseñados con rigor pedagógico y enfoque emocional, Share+ promueve una educación más inclusiva y equitativa.
Además, planean invertir el premio en fortalecer su modelo profesional e integrar herramientas de desarrollo emocional.
“Innovar no es inventar algo nuevo —dijo Alejandro Hernández—, es usar lo que ya tenemos para crear algo funcional. Y sobre todo, que le sirva a otros.”
Un legado que se renueva
Durante la ceremonia, José Antonio Fernández, presidente del Consejo de Administración de FEMSA, anunció que los premios se incrementarán a 4.5 millones de pesos para la edición 2026.
“Son más de tres décadas en las que reconocemos a las personas que, con su compromiso y pasión, contribuyen al desarrollo del país”, expresó.
El Premio Eugenio Garza Sada no solo celebra trayectorias: inspira una cultura emprendedora con sentido humano, en la que la innovación es una herramienta para servir y la generosidad, una estrategia de futuro.
JLR