Como corresponde a un fabricante de papel higiénico, el director ejecutivo de Kimberly-Clark, Mike Hsu, ha ideado una operación que, sobre el papel, parece sólida. Pero los inversionistas temen que su propuesta de adquirir a Kenvue –productora de paracetamol y enjuagues bucales– podría acabar por tirar valor por el drenaje.
La oferta de Hsu, de 48 mil 700 millones de dólares (mdd), que pagara en su mayoría con acciones de la propia empresa, tiene varios puntos a su favor. Kimberly-Clark lleva tiempo preparando el terreno para un movimiento de este tipo.
El fabricante de Huggies y Kleenex abandonó su negocio de pañales de marca blanca, de bajo margen, y vendió su participación mayoritaria en activos no estratégicos, como sus operaciones internacionales de papel tisú.
Al fusionarse con Kenvue, la compañía formaría un grupo de bienes de consumo con ventas anuales de 32 mil mdd y un potencial ahorro de costos de mil 900 mdd por año. Esa cifra, una vez gravada y capitalizada, equivaldría a una suma única cercana a los 15 mil mdd.
Los accionistas de Kimberly-Clark conservarían 54 por ciento de la nueva compañía, una participación cuyo valor sería más o menos equivalente al de la empresa antes del anuncio; mientras tanto, entre el efectivo y su participación en el nuevo grupo, los de Kenvue obtendrían un incremento de 50 por ciento sobre el valor de la empresa al cierre del viernes.
En tiempos normales, esto parecería un movimiento inteligente. Pero estos no son tiempos normales. Las acciones de Kenvue han caído 40 por ciento entre mayo y el viernes pasado, en medio de un débil crecimiento de ventas y un aumento en los riesgos de litigios. En el Reino Unido enfrenta nuevas demandas relacionadas con acusaciones de que sus productos con talco causan cáncer.
En Estados Unidos está bajo fuego tras las afirmaciones infundadas del expresidente Donald Trump de que el ingrediente activo del Tylenol podría causar autismo. Esa declaración ya llevó al estado de Texas a presentar una demanda contra la compañía. El consenso de los analistas sobre las ganancias de Kenvue para 2027 ha caído una quinta parte en el último año.
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Con ventas anuales de 32 mil mdd"
Modelar las fluctuaciones de los precios de las materias primas es una cosa. Modelar los riesgos políticos en la era de Trump es otra muy distinta. La caída de 13 por ciento en las acciones de Kimberly-Clark el lunes sugiere que los inversionistas prefieren lo primero.
También podrían desconfiar de las sinergias proyectadas entre ambas compañías. De hecho, parecen ambiciosas, dado el escaso traslape en sus operaciones de manufactura. Una planta de pañales difícilmente puede reconvertirse para fabricar curitas, y viceversa.
Mientras tanto, los conglomerados de bienes de consumo han comprobado que la amplitud no sustituye a la innovación, como lo demuestra el caso de Kraft Heinz y su decisión de dividirse.
Tampoco falta escepticismo sobre si el acuerdo realmente se concretará. Incluso después de un repunte de 16 por ciento, el precio actual de las acciones de Kenvue –por debajo de los 17 dólares– sigue muy lejos del valor implícito en la oferta de Kimberly-Clark.
Hsu, por su parte, está apostando a largo plazo. Cree que puede aplicar a Kenvue la misma fórmula que ayudó a estabilizar las ventas y las utilidades de Kimberly-Clark. Pero su capacidad para generar valor con esta operación dependerá, en parte, de si logra convencer a la administración Trump de cambiar su postura sobre el Tylenol. El mercado, por ahora, apuesta en su contra.
KRC