En la historia de la comida rápida, pocas batallas son tan épicas como la que existe entre la Big Mac de McDonald’s y la Whopper de Burger King. Pero estos gigantes de las hamburguesas se preparan ahora para una nueva contienda: el pollo frito.
La producción de aves de corral se convirtió en un gran negocio. El consumo anual de aves en Estados Unidos aumentó más del doble desde 1985, superando las 100 libras (alrededor de 45 kilogramos) por persona, de acuerdo con los datos del Departamento de Agricultura de EU. Pero no todo el pollo frito es igual. Cuando los comensales con presupuesto ajustado salen a comer, cada vez evitan más los muslos y las piernas a favor de las tiritas de pollo sin hueso (boneless tenders) y los sándwiches de pollo crujiente. Este cambio altera el orden jerárquico entre las cadenas de comida rápida.
KFC, sinónimo de pollo frito, sufrió ocho trimestres consecutivos de estancamiento o caída en las ventas comparables en EU antes de lograr un ligero repunte en su último trimestre. Popeyes, otra marca que se especializa en pollo, reportó descensos durante los últimos tres trimestres. Su matriz canadiense, Restaurant Brands International, propietaria también de Burger King, reemplazó al director de Popeyes esta semana.
En contraste, McDonald’s atribuyó sus cifras positivas, en parte, a las sólidas ventas de sus Snack Wraps de 2.99 dólares —básicamente tiras de pollo frito envueltas en una tortilla— lo que le permitió contrarrestar el entorno de gasto de consumo más adverso y lograr un aumento de 2.4 por ciento en las ventas comparables en EU durante el tercer trimestre. Actualmente vende casi la misma cantidad de pollo que de carne de res y busca aprovechar la “oportunidad del mercado del pollo en general”.
La competencia, por decirlo de alguna manera, llega en bandada. La cadena de hamburguesas Wendy’s, cuyas acciones registran una disminución de más de la mitad de su valor en el último año, añadió el mes pasado los “Tendys” (tiritas de pollo empanizadas) a su menú en un intento por reactivar el crecimiento de las ventas. KFC, bajo la administración de un nuevo director ejecutivo, lanzó una caja de tiras de pollo empanizadas por 5 dólares y un sándwich de pollo por 3.99 dólares.
Todas esperan replicar el éxito arrollador de Chick-fil-A y Raising Cane’s. Ambas son compañías de propiedad privada. La primera, conocida por sus sándwiches de pollo crujiente, es ahora la tercera cadena de restaurantes más grande de EU por ventas totales, después de McDonald’s y Starbucks. Raising Cane’s superó a KFC en ventas el año pasado.
Subirse a la ola de una nueva tendencia y atender los gustos de la Generación Z no es algo que esté libre de riesgos. Chipotle Mexican Grill y Shake Shack tienen dificultades para retener a los comensales más jóvenes, mientras lidian con el desempleo y la desaceleración del crecimiento salarial.
En tiempos difíciles, el tamaño importa. McDonald’s puede sufragar mejor una guerra de precios. Su tamaño sugiere que puede obtener utilidades incluso con menús económicos. Pero sobrevivir no es lo mismo que prosperar. Mientras los comensales de bajos ingresos sigan sufriendo las consecuencias de la crisis, las cadenas de comida rápida tendrán dificultades para impulsar el precio de sus acciones.