En víspera de la publicación de las cifras del crecimiento chino al tercer trimestre del año —que, como se dio a conocer ayer, bajó una décima y se situó en 6.9 por ciento en comparación con el mismo periodo de 2014—, el presidente Xi Jinping reconoció tener "inquietudes" sobre la economía de su país.
El jefe del Estado chino, en una entrevista escrita acordada con la agencia Reuters previo a su visita a Reino Unido a partir de hoy, asegura que está "trabajando duro " para responder a la situación.
Xi Jinping se dice tranquilo y destaca que tras haber sobrepasado los 10 mil billones de dólares, el producto interno bruto (PIB) chino registra un aumento anual al nivel de la economía de un país de talla media. De su lado, el primer ministro, Li Keqiang, reconoció el sábado que esperar 7 por ciento de crecimiento no es algo "fácil".
Tres son las razones que están afectando al desempeño de China, a saber:
1. Una competitividad mermada. Primer exportador mundial, China enfenta el alza de los salarios de sus obreros, necesarios sin embargo para hacer de ellos nuevos consumidores. Para paliar esta pérdida de competitividad-precios frente a los países de bajos ingresos, por ejemplo en el sudeste asiático, hay que desarrollar el sector de los servicios y avanzar en las industrias con mayor valor agregado —Pekín desea por ejemplo sacar provecho de la visita de cuatro días de Xi Jinping a Londres y Mánchester para promover las centrales nucleares chinas.
Asimismo, estar en el primer rango de las naciones exportadoras expone pesadamente al país a los riesgos externos. Como destaca el presidente chino: "En tanto que economía ligada a los mercados internacionales, China no puede salir indemne a los pobres desempeños de la economía mundial".
2. Una transición delicada. La segunda economía del planeta está en una fase de reequilibrio delicado. El modelo que descansa en las inversiones colosales del Estado en las infraestructuras (carreteras, nuevos barrios, puertos, vías férreas, etc.) ha permitido un ascenso espectacular desde los inicios de la política llamada de "reforma y apertura" iniciada por Deng Xiaoping alrededor de los años 1980, pero la necesidad para las poblaciones locales de invertir sin cesar para sacar provecho del crecimiento se ha traducido en una expansión de su endeudamiento.
Sin embargo, después de una fase de confianza ilimitada, se ha abierto un periodo de interrogantes, en especial sobre la capacidad misma del gobierno chino de reformarse para que el sector estatal ceda el espacio.
3. Una volatilidad sintomática. Los cuestionamientos son fuente de volatilidad. Al respecto, el ejemplo del mercado bursátil es revelador: el índice de la Bolsa de Shanghái ganó un poco más de 150 por ciento este año hasta el 12 de junio y esto a pesar de un crecimiento moroso a la escala china, antes de un espectacular desplome. El ascenso se basó precisamente en una confianza ciega en la capacidad del presidente Xi Jinping de adaptar el sistema para mantener el ritmo, un dogma actualmente cuestionado.
Estos golpes son a su vez fuente de una nueva dificultad, ya que incitan al Estado a recurrir precisamente a los métodos de los cuales ha prometido alejarse.
El gobierno amenazó por ejemplo con investigar a los brockers que apuestan sobre la base de los precios e invirtió masivamente para estabilizar el índice, mientras que el mismo Xi Jinping se comprometió a dejar que el mercado juegue un rol "decisivo".