De acuerdo con los protocolos de la Iglesia Católica, para considerar que es digno de creer que alguien está en el cielo se necesita que el sumo pontífice declare su beatificación.
Cuando una persona es nombrada beata, la máxima autoridad del catolicismo autoriza que sea honrada con un culto público y esto puede derivarse de sus virtudes heroicas (como venerable), o bien, de su sacrificio por la fe (como mártir).
En la historia de la Iglesia, la santidad atribuida a diversos personajes ha generado múltiples polémicas. Uno de los casos más emblemáticos es el de Simón de Trento, un niño que murió en 1475. El culto a Simón de Trento, también conocido como San Simonino, se extendió durante siglos, pero en 1965 el papa Pablo VI ordenó que se revocara su título. ¿Cuál es la historia detrás de esto? En MILENIO te contamos.
¿Quién fue Simón de Trento?
Pese a la amplia difusión de su historia, las certezas sobre la vida de este infante son pocas. Investigaciones de Joseph Jacobs, crítico literario que fungió como presidente de la Sociedad Histórica Judía de Inglaterra a finales del siglo XIX, apuntan que nació el 26 de noviembre de 1472 en la ciudad de Trento, ubicada al norte de Italia.
Hijo de un zapatero y curtidor, Simón de Trento desapareció la tarde del jueves santo (23 de marzo) de 1475, con apenas dos años y medio de edad, acorde con datos recuperados por la Universidad Complutense de Madrid. Su cuerpo fue encontrado tres días después, en pleno domingo de Pascua, en un canal de agua cercano a una casa en la que habitaban varios miembros de la comunidad judía.
Hallazgos compartidos por Joseph Jacobs señalan que tres judíos del lugar fueron los que alertaron al obispo de Trento, Johannes Hinderbach, sobre la presencia del cadáver, lo cual fue considerado como motivo suficiente para que ordenaran su arresto.
Existen múltiples versiones sobre la forma en que murió Simón de Trento, pero la más difundida en aquel entonces aludía a su captura para un libelo de sangre, supuesta práctica atribuida a las minorías religiosas en Europa que consistía en sacrificar humanos, principalmente menores de edad.
Conviene mencionar que el caso de Simón de Trento ocurrió en un contexto de profunda intolerancia hacia la comunidad hebrea en todo el continente. Puntualmente en Trento, el obispo Hinderbach era conocido por su posición antisemita, la cual atizó el odio hacia los judíos, según las investigaciones de la historiadora de arte Silvia Alfonso Cabrera.
Las imágenes más conocidas de Simón de Trento son obras pictóricas que representan la escena del supuesto ritual. En ellas, el niño aparece de pie en una mesa, sometido por varios hombres y en la posición de crucifixión mientras le causan múltiples heridas para recolectar su sangre en un recipiente.
En marzo de 2020, el pintor italiano Giovanni Gasparro compartió su representación de esta historia, en la que aparecían varias mujeres y hombres judíos sonriendo mientras se llevaba a cabo el ritual. Tal obra fue considerada por la comunidad hebra como una reproducción de discursos antisemitas.
Un pintor italiano Giovanni Gasparro, presentó esta semana una representación de judios involucrados en el asesinato ritual de un niño. La pintura titulada “El martirio de San Simón de Trento de acuerdo con el asesinato ritual Judío” pic.twitter.com/ULuzVXVeDc
— Yuly (@malapecorina) September 15, 2020
La beatificación de Simón de Trento
Mientras seguía al frente como la máxima autoridad católica en Trento, el obispo Johannes Hinderbach solicitó que Simón fuera elevado al rango de santo y erigió un monumento en su memoria en la iglesia de la ciudad, según datos compartidos por Yehuda Krell, conferencista y profesor especializado en historia judía.
No fue sino hasta el 8 de junio de 1588 cuando, a petición del cardenal Ludovico Madruzzo —príncipe obispo de Trento en ese entonces—, que el papa Sixto V emitió la concesión para que la diócesis de la ciudad oficiara la misa y el rito relacionado con la fiesta de Simón de Trento, que se celebraría cada 24 de marzo.
En la primera conmemoración de esta fecha se realizó una procesión para recoger ofrendas que permitieran financiar un arca de mármol, en la cual se depositarían los restos del menor.
¿Por qué la Iglesia suprimió el culto a Simón de Trento?
En 1988, el historiador estadunidense Ronnie Po-Chia Hsia publicó el libro El mito del asesinato ritual, para el cual revisó documentos sobre el caso de Simón de Trento.
Tras los señalamientos contra la comunidad judía por la muerte del menor, el líder del grupo, llamado Samuel, fue capturado y torturado durante dos meses hasta que, el 21 de junio de 1475, fue incinerado.
Durante el primer juicio por este caso, la comunidad hebra acusó a un hombre originario de Suiza de ser el asesino real del menor. Un segundo juicio, efectuado al año siguiente, reveló que muchos de los judíos que se declararon culpables del crimen habían confesado bajo tortura. Además, surgieron nuevos señalamientos contra el suizo, llamado Zanesus.
Entre 1477 y 1478, durante un tercer juicio, el papa Sixto IV declaro válidos los procesos anteriores, pero le ordenó al obispo no causar más perjuicios a la comunidad hebrea. Poco después, se extendió la creencia sobre varios milagros atribuidos al cadáver del pequeño.
El culto a Simón de Trento se extendió por casi cinco siglos, hasta que en 1965, en el marco del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI ordenó que se revisara el caso del menor.
Las investigaciones instruidas por el sumo pontífice determinaron que los judíos encarcelados y asesinados por la muerte de Simón de Trento habían declarado su culpabilidad bajo tortura. En este sentido, el arzobispo Alessandro Gottardi declaró la inocencia de los hebreos y la Congregación de Ritos del Vaticano prohibió el culto al bebé.
Junto con Simón de Trento, la Iglesia suprimió las veneraciones y misas relacionadas con otra treintena de santos medievales, al considerarse que no había evidencia suficiente para sustentar la veracidad de sus historias ni su carácter divino.
BM.