Rafael Salas López lleva poco más de un año viviendo en México. Es originario de Venezuela.
Tiene un empleo y la regularización de su estatus migratorio está en curso; además, genera dinero suficiente para enviar a su familia aunque no sean dólares.
Su caso, como el de miles, está convirtiendo a México en un país generador de remesas hacia Sudamérica y El Caribe.
“Tengo un salario y descanso mi fin de semana tranquilo y comparto con amistades”, explicó en entrevista con MILENIO.
Las grandes oleadas de migrantes desde el sur del continente que buscaban llegar a Estados Unidos se han ido reduciendo debido a las duras políticas migratorias implementadas por Donald Trump desde su llegada a la Casa Blanca.
Sin embargo, muchos ya estaban en el camino y frente a esta nueva realidad, México se convirtió en una buena opción, o la única. Para él es el sueño mexicano.
La historia de Rafael comenzó en septiembre de 2024 cuando llegó a México con la esperanza de cruzar a EU, pero ya no se animó.
Por tanto, decidió quedarse en el país donde trabajó al principio como chalán en unos abarrotes, como obrero en una fábrica y actualmente como albañil.
Vive en Ecatepec. A sus 59 años acepta que ya no le alcanzó para cumplir el sueño americano pero aún así, cada 15 días envía dinero a su pareja que vive en Cali, Colombia.
“Obligadamente teníamos que pasar por acá porque no tenemos pasaporte, no tenemos documentos para llegar legalmente a Estados Unidos (...) pero ya no, con la situación no creo que podamos pasar, es exponerse. Si se va a disponer de un dinero que no tenemos, es mejor quedarse acá y buscar la manera de enviar ese dinero a la familia”, contó.
En la casa donde trabaja como albañil encontró refugio. Tiene buenos jefes que además del pago le dan de comer diario mientras hace los trabajos de remodelación en las habitaciones del segundo piso.
Esta buena suerte le ha permitido reunirse con otros venezolanos conocidos que ya estaban en México e incluso, familiares que lo han ido alcanzando; todos ya son una comunidad aunque todavía sin documentos.
“No importa que uno no gane en dólares, lo importante es que uno consiga para el sustento y poder ayudar porque no nada más el dólar es lo ideal… ¿Qué es lo que más extraño? Mi familia”, comentó.
Rafael ahora está a la espera de que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados le agilice sus trámites para poder ser residente legal y poder trabajar tranquilo el tiempo que sea necesario.
“Hasta el momento no me quejo, gracias a Dios, y (estoy) muy agradecido con este pueblo mexicano; yo estoy tranquilo, lo siento ya como mi gente”..
Explotación y oportunidad
A partir de 2020 las remesas enviadas desde México hacia países como Venezuela, Colombia y Haití se dispararon. Las gráficas que eran prácticamente planas tuvieron un ascenso exponencial.
De acuerdo a cifras de la Secretaría de Economía, de México hacia Venezuela se enviaron en 2020 únicamente 671 mil dólares. Sin embargo, para 2022 esta cifra se incrementó a 5.9 millones de dólares y para 2024 repuntó a 18.6 millones de dólares.
En el caso de Colombia, las cifras arrancan en 2020 con 107 millones de dólares enviados desde México. Y con el paso de los años ascendió a 157 y 158 millones para llegar hasta 239 millones de dólares el año pasado.
Y Haití, uno de los países con más problemas económicos y políticos del continente, se han registrado fluctuaciones en el envío de remesas hasta dispararse en 2024. En 2020 se registró el envío desde México de 5.9 millones de dólares, en 2022 subió a 10 millones, para 2023 se redujo a 7.5 y el año pasado cerró en 16.7 millones de dólares enviados.
Para Tomás Muñoz Bravo, investigador del Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM, este fenómeno es una muestra del incremento en la migración de los últimos años y de las políticas restrictivas implementadas desde la Casa Blanca.
Consideró necesario aclarar que esto no genera para México ninguna afectación económica, sin embargo, se ha abierto la puerta a empleos mal pagados e incluso explotación.
“No se genera pobreza para México, ni saqueo y —por el contrario— si se están generando nuevas fuentes de empleo, ¿cuál es el problema? Que la mayoría es en el mercado negro, y en ese sentido, si hay un elemento de preocupación
“Es básicamente la explotación que se está haciendo de una gran cantidad de ciudadanos de estas tres nacionalidades y de otras, en el mercado informal porque no se les está pagando en las mismas condiciones que un ciudadano mexicano o otro extranjero, pero que estén en condición regular, entonces, en síntesis, es una consecuencia de que no pueden llegar a Estados Unidos y en México ya empiezan a generar ingresos que son los que envían a sus países de origen”, destacó.
El doctor en ciencias políticas y sociales comentó que estos recursos son benéficos para los países que se envían, principalmente a los que están en crisis profundas como Haití.
“Son un factor importantísimo sobre todo para las familias en el gasto diario sin importar el país. En América Latina y el Caribe más de 80 por ciento de las remesas se dedican básicamente al gasto corriente, al de diario, alimentación, renta, zapatos, vestimenta etcétera”, agregó.
Para Gabriela Siller, directora de análisis económico de Grupo Financiero BASE, este fenómeno refleja la falta de oportunidades que hay en los países de origen de las personas migrantes.
La especialista recordó que solo basta ver lo que ha sucedido en México y su propia migración cruzando la frontera norte.
“En México también se reciben remesas, también hay migrantes que han ido a Estados Unidos por la falta de oportunidades en nuestros país y esas remesas, tanto para México como para Centroamérica, representan una parte importante de ingresos y por lo tanto, también representan una parte importante del consumo.
“El incremento en las remesas incrementa el consumo y el crecimiento económico pero también refleja la falta de oportunidades laborales en los países”, explicó.
De acuerdo a cifras del Banco de México, los egresos por remesas al cierre de 2024 ascendieron en el país a mil 308 millones de dólares, cifra mayor a la de los mil 76 millones de dólares que se presentó en 2023 y que implicó una expansión anual de 21.6 por ciento. El flujo en 2024 se compara con el monto acumulado a doce meses de noviembre previo de 1 mil 315 millones de dólares.
Para los expertos en el tema, estos números no son una sorpresa pues reflejan el fenómeno migratorio que se vive en la región.
Los que permanecen
Las estadísticas migratorias de la Secretaría de Gobernación (Segob) señalan que, de enero a noviembre de 2024, las personas extranjeras que obtuvieron su residencia temporal o permanente en el país fueron un total de 189 mil 560.
En cuanto a nacionalidades, la mayoría de los extranjeros que llegaron a residir en el país son originarios de Estados Unidos, sumando 26 mil 83 personas de las cuales, 20 mil 139 son temporales y el resto permanentes.
En la lista siguen las personas de nacionalidad colombiana con un total de 19 mil 380 personas; después las de Honduras con 18 mil 772; siguen las de China con 12 mil 973 y de Cuba, con 12 mil 933.
La lista continúa con países como Guatemala, Venezuela, Argentina, Canadá, El Salvador y España.
La migración ha sido tal que el mayor número de residentes temporales y permanentes fueron clasificados como de “otro país” en donde se acumulan 37 mil 347 registros.
De acuerdo con la Secretaría de Gobernación, la creciente movilidad global de personas subraya la necesidad de generar estadísticas organizadas y detalladas que reflejen los diferentes movimientos hacia, desde y dentro de México, independientemente de la motivación para desplazarse por el territorio nacional o establecerse en él.