Una tragedia ocurrida en Dublín ha reabierto el debate global sobre los riesgos ocultos de usar y cargar teléfonos móviles mientras estamos en el baño.
Ann-Marie O’Gorman, de 46 años y madre de tres hijos, falleció electrocutada mientras se encontraba en la bañera, un incidente que su esposo atribuye a la confianza equivocada en la seguridad de los dispositivos modernos.
El detonante mortal: Un iPhone en la bañera
La investigación judicial, celebrada esta semana en el Tribunal del Forense de Dublín, concluyó que la causa de la muerte fue la electrocución provocada por el cable de carga y el teléfono móvil mientras la víctima estaba en el agua.
Los hechos, ocurridos el 30 de octubre de 2024, fueron descritos por Joe O’Gorman, el esposo de la víctima, quien la encontró inconsciente en el baño de su casa. En la bañera estaban su iPhone y un cable de carga, que estaba conectado a un cable de extensión de tres metros desde el dormitorio.
"Recibí una pequeña descarga eléctrica al sacar a mi esposa de la bañera", declaró el Sr. O’Gorman, quien al notar marcas rojas en sus manos y pecho, intentó reanimarla.
La patóloga forense, Heidi Okkers, confirmó que la Sra. O’Gorman presentaba quemaduras por electrocución en el pecho y el brazo izquierdo, además de quemaduras de tercer grado en los dedos de la mano derecha.
La Dra. Okkers fue enfática: "El agua es un excelente conductor de electricidad" y la corriente que atravesó el cuerpo de la víctima "habría alterado su ritmo cardíaco".
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Esposo de la víctima denuncia el engaño de la resistencia al agua
El punto central de la denuncia pública de Joe O’Gorman radica en el marketing de los fabricantes de móviles. Él cree que la promoción de la resistencia al agua genera una falsa sensación de seguridad en los usuarios, llevándolos a usar sus dispositivos cerca de líquidos, incluso mientras se cargan.
"Lo único que se oye es que estos teléfonos son resistentes al agua hasta seis pies de profundidad. Esto da la idea de que se puede usar el teléfono cerca del agua", afirmó el Sr. O’Gorman ante la investigación.
Su deseo es que se difunda urgentemente información sobre este peligro, exigiendo que las advertencias de riesgo estén "claramente visibles en el exterior del embalaje de todos los dispositivos electrónicos".
La investigación también contó con el testimonio del ingeniero forense Paul Collins, quien examinó la escena. Su análisis determinó que el teléfono cayó al agua y, al intentar recuperarlo, el dedo de Ann-Marie O’Gorman hizo contacto con un accesorio de la ducha, momento en que ocurrió la descarga.
El ingeniero lanzó una advertencia escalofriante sobre la intensidad de la corriente: "Una corriente de tan solo dos amperios, común en los cargadores de móviles, puede ser mortal".
Collins declaró no haber encontrado ningún defecto en el iPhone, el cargador o el cable, lo que subraya que el peligro reside en la combinación de agua y electricidad, no en un fallo del aparato. El experto fue claro: "no se debe usar teléfonos móviles en el baño".
La forense, Dra. Cróna Gallagher, respaldó esta precaución, señalando que en la Unión Europea no es común encontrar enchufes en los baños precisamente por el alto riesgo de contacto de aparatos eléctricos con el agua.
El tribunal dictaminó la causa de la muerte como accidental, asociada al riesgo de usar un teléfono móvil en la bañera. Este trágico suceso se suma a casos similares ocurridos en Londres (2017) y Estados Unidos, elevando una urgente alerta de seguridad para todos los usuarios de tecnología.
KVS
