DOMINGA.– Algunos viajes inician mucho antes de subirse a un barco. El mío comenzó hace poco menos de una década, cuando trabajaba como documentalista en Medio Oriente. Durante años filmé la vida en campos de refugiados palestinos en países como Líbano y Jordania. Conocí la realidad de familias desplazadas, niños que crecían entre ruinas, comunidades enteras reducidas a sobrevivir bajo un sistema que las mantenía invisibles. Desde entonces, Palestina dejó de ser un lugar lejano en un mapa y se convirtió en una herida abierta.
Este verano estuve en Siria documentando un país atrapado entre la calma y la guerra. Pasé por Damasco, Homs, Hama y otras ciudades en las que el conflicto se percibía en cada esquina; también estuve en Suwayda, donde cualquier chispa encendía la tensión entre las comunidades. De regreso a México, recibí la invitación de unirme a la lista de una flotilla que intentaría romper el bloqueo que Israel impone en Gaza desde hace 17 años. Dije que sí sin pensarlo mucho.
Pero no es la primera en intentarlo. En 2008, barcos civiles lograron romper el bloqueo naval e inspiraron a otras caravanas y misiones a intentarlo. El buque Mavi Marmara fue interceptado en aguas internacionales en 2010 y diez activistas fueron asesinados y hubo decenas de heridos. Desde entonces, ningún barco ha entrado sin ser detenido o atacado por las fuerzas israelíes que controlan el acceso.

Este 2025 la represión ha sido más dura: en mayo, el ‘Conscience’ fue atacado por un dron en Malta; y en julio, el Handala fue abordado y su tripulación arrestada antes de poder tocar la costa gazatí. Cada intento fallido ha reforzado la convicción de que los gobiernos del mundo no actuarán. Algunos son cómplices, otros prefieren no confrontar a Israel ni a sus aliados.
Mientras tanto, más de dos millones de palestinos siguen atrapados en Gaza, bombardeados y hambrientos. Casi 300 de nuestros colegas periodistas han sido asesinados por hacer su trabajo y contar la verdad. Esa verdad que Israel ha escondido durante tantos años. Pero ya no puede hacerlo más.
Llevo casi diez años viendo, cámara en mano, cómo la ocupación y el asedio moldean la vida cotidiana de los palestinos. Un bloqueo no es sólo un muro: es hambre, enfermedad y miedo. Esta flotilla en la que navego es una forma de pasar del registro de la tragedia a tratar de impedirla. La misión se llama Global Sumud Flotilla. Y ‘sumud’ es una palabra árabe que significa “resistencia firme”: permanecer en la tierra, mantenerse en pie, no rendirse.
La flotilla humanitaria que avanza ante el silencio mundial
Vamos decenas de embarcaciones de 44 países navegando juntas, es la flotilla más grande de la historia. No representamos a ningún gobierno. Vamos como ciudadanos que no aceptan que de ninguna manera un genocidio se normalice. La operación une a varios movimientos: la Freedom Flotilla Coalition, con 15 años de experiencia; la Maghreb Sumud Flotilla, desde el norte de África; la Sumud Nusantara, desde Asia; y el Global Movement to Gaza.

Fui uno de los seis mexicanos seleccionados. Apenas tuve diez días para prepararme en casa antes de volar a Barcelona y tener dos días de entrenamiento. Allá conocí a los organizadores y a activistas de todo el mundo: Greta Thunberg, Thiago Ávila, Yasemin Acar, Saif Abukeshek, personas con años de experiencia y riesgo personal en estas misiones humanitarias.
El entrenamiento fue práctico y directo: estrategias de comunicación, protocolos legales, apoyo psicológico, seguridad en caso de ataque o detención. Yo no tenía experiencia navegando, así que aprendí desde cero a cómo moverme en mar abierto y cómo organizarnos en un barco pequeño cargado de comida y medicinas, la ayuda humanitaria que buscamos entregar.
El día de la partida, miles de personas llenaron el puerto de Barcelona. Banderas palestinas, tambores, gritos de apoyo. Cuando asignaron nuestros barcos, escuché mi nombre para ir en el Hio, con tripulantes de países distintos: Lorenzo, Jana, Paul, Manuela, Simon, Peter y Luna. Subimos con la certeza de que este no sería un viaje cualquiera. Este barco no sólo lleva arroz y medicinas: lleva la certeza de que el silencio mundial nos ha dejado sin otra opción.

“Terroristas” que llevan ayuda humanitaria para Gaza
Noticias desde tierra firme se cuelan en la cubierta: durante el trayecto, nos enteramos de que Itamar Ben-Gvir, ministro israelí de Seguridad Nacional, lanzó una amenaza directa: planea calificar a los voluntarios de la Global Sumud Flotilla como “terroristas”, detenerlos y encarcelarlos en prisiones de máxima seguridad, como la de Ketziot o Damon, junto con otros detenidos sin juicio.
La flotilla respondió con dureza. Un comunicado oficial calificó esas declaraciones de “amenaza infundada” e intento de intimidación, señalando que son contrarias al derecho internacional humanitario y a las Convenciones de Ginebra. Este nivel de hostilidad no sólo refuerza la sensación de peligro latente; también fortalece nuestra determinación. Sabemos que nuestras voces juntas tienen peso porque el Estado que bloquea a Gaza siente que debe responder militarmente –tienen miedo–, la narrativa está cambiando y todos los días las movilizaciones masivas son prueba de esto.

En el Hio, mi barco, somos ocho personas. Ocho realidades distintas compartiendo un espacio reducido y cargado de ayuda humanitaria. Vienen médicos, periodistas, voluntarios y gente sin experiencia previa que decidió sumarse. Cada rincón del barco está ocupado por sacos de arroz, leche en polvo, medicinas y mascarillas. Es imposible moverse sin recordar a quién está destinado todo esto.
Luna, de Colombia, llegó en el último momento y colgó una bandera indígena en la cubierta. Manu, también colombiana, coordina la logística y mantiene el orden. El resto viene de distintos lugares: un buzo eslovaco, un australiano que tiene una destilería; Hannah, de Gales, con energía inagotable; un joven estadounidense que se niega a ser cómplice del genocidio que financia su país, y Lorenzo, periodista italiano que ha dedicado su carrera a Palestina.
La primera noche fue dura. Una tormenta nos obligó a retroceder. Cuando retomamos el rumbo, el mar nos golpeó con fuerza: las olas nos hacían sentir como si el barco se partiera en dos. Varios nos enfermamos por el mareo. Al amanecer, el mar se calmó y quedó claro que la navegación sería una mezcla constante de tensión y belleza. Mi papel, desde luego, es comunicar lo que pasa a bordo en este buque y recordar por qué razones estamos navegando hacia el infierno.
Mientras avanzamos, la situación se deteriora: Israel ordenó el desalojo total de la Ciudad de Gaza y controla casi el 70% de la Franja. La hambruna sigue siendo usada como arma: los niños mueren mientras la comunidad internacional lo llama “crisis humanitaria”, como si fuera un fenómeno natural y no una decisión política.
Nuestro objetivo es romper ese silencio. Cada milla que recorremos es una forma de decir que no aceptamos que nuestra ayuda sea tratada como amenaza. Tras seis días de navegación, llegamos a Túnez para unirnos a otras delegaciones. El puerto estaba lleno de gente recibiendo a los barcos que habían llegado antes. Sentí que no estamos solos, pero también que lo más difícil está por venir.
El ataque de un dron, la advertencia que envía Israel
Llegamos a Túnez con la segunda ola de la Global Sumud Flotilla, sin el recibimiento masivo que tuvieron los primeros barcos. Mientras ellos eran recibidos con flores y cánticos, nosotros buscábamos dónde anclar en la oscuridad, fuera de Sidi Bou Said. Hasta la madrugada pudimos pisar tierra.

Al día siguiente, entre reuniones y cansancio, nos llegó la alerta: uno de los barcos había sido atacado. Al principio era confusión. Luego vimos el video: un dron desciende sobre el Family Boat, en el que viajan Greta Thunberg, Thiago Ávila, Yasemin Acar, Saif Abukeshek y Nadir Al-Nuri, de la delegación malaya. El dron dejó caer un objeto envuelto en fuego sobre la cubierta. Algunos medios intentan minimizarlo, hablando de un cigarro mal apagado.
Pero las imágenes son claras: es un ataque dirigido, una advertencia. Horas después, otro objeto cayó sobre el mismo barco. A la mañana siguiente, los líderes de la flotilla convocaron a una conferencia de prensa. Ávila habló en nombre de la flotilla: “No nos van a intimidar. Si los palestinos llevan más de 17 años resistiendo, nosotros no tenemos derecho a rendirnos. Ellos nos han enseñado lo que significa resistir y hoy seguimos navegando por ellos, por su derecho a vivir libres”.

El mensaje fue claro: el ataque no detendría la misión, solo reforzaría su sentido. Francesca Albanese, relatora de la ONU, respaldó públicamente la misión y denunció la violación a la soberanía tunecina. Zwelivelile Mandela, nieto de Nelson Mandela, también llegó para mostrar apoyo. Fue un momento simbólico: la historia de otras luchas resonando en este puerto.
En nuestro barco no hay miedo, hay claridad. Sabemos que los próximos 14 días serán difíciles: seremos vigilados, hostigados, quizá interceptados. Pero estos días previos nos sirvieron para aprender a funcionar como equipo y a entender que somos parte de un movimiento mucho más grande que cualquier barco individual.
Zarparemos pronto. Ya regresamos a los barcos. No sabemos qué pasará, pero sí sabemos por qué estamos aquí: porque llevar ayuda no puede ser un crimen y porque abrir un corredor humanitario nunca será un acto de terrorismo.
Esto apenas empieza. Vamos a Gaza. Y no vamos a detenernos.

Cronología
Junio
- Primer intento de lanzar una movilización de 12 tripulantes a nivel mundial por tierra, mar y aire con el fin de denunciar la situación humanitaria en Gaza.
Julio
- Israel intercepta el barco Handala, la segunda embarcación dirigida a Gaza con ayuda humanitaria en los últimos dos meses.
30 de agosto
- 5 mil personas muestran su apoyo a los integrantes de La Global Sumud Flotilla, que partían rumbo a Gaza.
- Greta Thunberg y Ada Colli se ponen frente a los micrófonos de los periodistas para despedirse.
- De las 300 personas en 50 embarcaciones que conforman la flotilla, 6 son mexicanos: Sol González Eguia, psicóloga especializada en acompañamiento de víctimas; Karen Castillo, defensora de derechos humanos que trabaja con los pueblos originarios en México; Dolores Pérez Lazcarro, politóloga y profesora especializada de conflictos; Carlos Pérez Osorio, documentalista que sigue la situación en Palestina; y dos periodistas: Arlín Medrano y Ernesto Ledesma, director de Rompeviento TV.
1 de septiembre
- La flotilla de la Libertad se vio obligada a regresar al puerto de Barcelona por las malas condiciones meteorológicas.
- El ministro de Seguridad Nacional de Israel avisa que tratará como “terroristas” a los activistas de la flotilla y serán trasladados a prisiones.
2 de septiembre
- En la noche, varios drones se aproximan a las embarcaciones y permanecen sobre ellas durante horas.
3 de septiembre
- Activistas italianos amenazan con bloquear el puerto de Venecia si Israel frena la flotilla que se dirige a Gaza.
- Siete embarcaciones realizan una parada técnica en los puertos de Mallorca y Menorca para poder ser revisadas y reparadas.
- Jeans Laere, portavoz de la oficina humanitaria de la ONU da la bienvenida a la flotilla.
- Las 15 embarcaciones que planeaban partir a Gaza el 4 de septiembre han aplazado su salida hasta el domingo “por el mal tiempo y mejor organización y coordinación con las otras embarcaciones”.

4 de septiembre
- La alianza Verde Izquierda italiana denuncia que varios aviones militares israelíes sobrevolaron Sicilia y aterrizaron en la base militar de Sigonella
- La Global Sumud Flotilla sale de Menorca y se dirige a Túnez.
5 de septiembre
- La ONG italiana Emergency se une a la Flotilla con uno de sus barcos de rescate o Life Support. El equipo cuenta con casi 30 expertos, 2 enfermeros y 1 médico con experiencia en contextos humanitarios.
7 de septiembre
- Alrededor de 15 embarcaciones arribaron al puerto de Túnez.
- Fueron recibidas por centenas de simpatizantes con banderas de Palestina

9 de septiembre
- Un dron ataca en la madrugada al barco principal, Family, generando un incendio. En el barco navegaban caras visibles como Greta Thunberg o Thiago Ávila.
- Se reúnen grupos de activistas en el puerto con el propósito de tratar de proteger las embarcaciones.
- Las autoridades tunecinas niegan la existencia del ataque con dron y atribuyen el fuego a “la explosión de un encendedor o colilla”.
- Un nuevo dron ataca en la noche a uno de los barcos, ocasionando un incendio en la cubierta que fue apagado minutos después.
- Aumentaron las vigilancias y varios organizadores se desplazaron al puerto.
10 de septiembre
- Se tenía planeada la salida de Túnez pero, tras los ataques y problemas mecánicos, se pospone la salida.
*Carlos Pérez Osorio es director, productor y fotógrafo mexicano, fundador de la productora Scopio. Ha dirigido, entre otros, el documental “Las tres muertes de Marisela Escobedo” (2020).
GSC/LHM