Aportando su crítica al tema de la inequidad social, el actor, escritor y comediante Zach Braff (mejor conocido por protagonizar la serie televisiva Scrubs) dedica su tercera película como realizador a la premisa de un trío de adultos mayores que planea el asalto de un banco para salir de deudas y asegurar financieramente el tiempo de vida que les queda. Pensando en qué es lo que impide a esta comedia despegar y causar una impresión duradera, quizá Braff pudo encontrar mejor timing para estrenar esta comedia. Fue el año pasado cuando denunciar al injusto sistema económico era el tema; hoy, el foco está en otras manifestaciones del poder corrupto.
Michael Caine interpreta a Joe, un abuelo que es testigo del robo al banco en el que acaban de notificarle que corre el riesgo de perder su casa por incumplir el pago de su hipoteca. El impacto que este asalto con violencia deja en Joe no es el trauma de la víctima; es la idea incesante de inspirarse en el atraco para cometer uno él mismo. La sensación de que el sistema económico es injusto y está desplazando a los que menos tienen (incluidos él y su familia) provocan en Joe un sentimiento de revancha personal. Cuando le cuenta esto a sus dos mejores amigos y contemporáneos Albert (Alan Arkin) y Willie (Morgan Freeman), ellos lo aterrizan, haciéndole considerar todos los contras que presentaría el escenario de saquear un banco a estas alturas de su vida. Pero los tiempos adversos también tendrán su manifestación en las vidas de los escépticos Albert y Willie. Uno desea la solvencia para viajar a visitar a su familia más de una vez al año y está en la lista de espera de un trasplante de riñón. El otro se mantiene a duras penas en el reducido mercado de dar clases particulares de saxofón. Robar un banco, después de todo, no es tan mala idea.
Si la clase media en Nueva York está en vías de desaparecer, en el cine hace décadas que dejó de existir. Solidarizado con los auténticos ciudadanos de una urbe que la pantalla grande nos muestra como el parque de diversiones de millonarios, turistas y estudiantes de intercambio, Zach Braff filma los vecindarios, los supermercados, los centros comunitarios con los que el capitalismo está arrasando. Claramente, el tono y género de Golpe con estilo no nos exhortan a despertar y tomar la calle con pancartas de protesta, pero desde su trinchera, y con detalles que la mayoría del cine no incorpora, esto es activismo suficiente. Lo irónico es que, según The Guardian y The Washington Post (aunque IMDb.com no lo tiene en sus registros) esta cinta sobre gente afectada por bancos fue producida por Steven Mnuchin, el actual secretario del Tesoro en el gabinete de Donald Trump, quien trabajó diecisiete años en Goldman Sachs, la banca de inversión que se benefició de la crisis de hipotecas del 2009 en Estados Unidos. Esto es, un hombre que hizo su fortuna quitándole el patrimonio a cientos de familias de la clase trabajadora.
Otro dato interesante: es un remake de una cinta que en su época no fue particularmente un fenómeno, lo cual no es requisito esencial para hacer remakes, pero influye. En la original de 1979, los tres amigos se vuelven delincuentes por aburrimiento. En la nueva versión, sus motivaciones tienen correspondencia con el disgusto y la desilusión generalizados de nuestra época.
El guión demanda poco de Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin. Solo su carisma, solo su presencia basta para situar la historia en el tono exacto de ese tipo de comedia sobre pandillas de la tercera edad que tiene su auge en títulos como The Best Exotic, Marigold Hotel, A Man Called Ove y The Bucket list. Esta es la sexta película en la que Caine y Freeman actúan juntos, por lo que su química es automática. Quien no tiene problema por integrarse al club y llevarles el ritmo es Alan Arkin.
Buena anécdota, irreprochable elenco, argumento redondo, diálogos aderezados y un mensaje que, aunque atenuado, resuena con la actualidad. Un golpe con estilo no regresará el nombre Zach Braff a nuestro vocabulario cinéfilo cotidiano. Al menos nos recordará su talento. Aunque es difícil restarle puntos, se evapora en la memoria a unos días de verla.
@amaxnopoder
