Una nueva ruta marítima para ir a Cuba

La isla se ha convertido en el nuevo destino. A ella llegan por mar viajeros, ya sea en un yate alquilado o en un crucero.

Antes solo los lobos de mar llegaban a Cuba, o las personas que viajaban en yates de lujo y que entraban de contrabando desde las Islas Turcas y Caicos o las Islas Caimán por debajo del radar del embargo estadunidense.

Esto ya no es así. Ahora, en Miami, Fort Lauderdale y Key West, los principales puntos de partida de los cruceros que van de EU a Cuba, los turistas pueden ver los barcos que llegan y parten hacia la isla.

La isla socialista de Cuba es el nuevo destino, ya sea en un yate alquilado o en un crucero. Ahora es común ver un crucero gigante que se desliza hacia la bahía de La Habana, o un lujoso yate atracando en la Marina Hemingway al otro lado de la ciudad. La regata de San Petersburgo (Florida) a La Habana, un evento de la época previa a la revolución, está de vuelta.

La revista Boat International Magazine relató de manera glamorosa las magníficas aguas que tiene Cuba, sus arrecifes vírgenes, su cultura y su arquitectura. Sin embargo, el mayor atractivo para la mayoría de las personas que la visita por primera vez es lo exótico de un país comunista que lentamente se abre al mundo.

“Cuba me recuerda a México, Turquía o Italia en la década de 1980”, dice Bob Kercher, un capitán con más de 40 años de experiencia que dirige el crucero de lujo de 60 metros Jamaica Bay, que navegó a La Habana en abril. “Tiene esa sensación antigua de una vieja película de Sophia Loren…o de un lugar que todavía está en su infancia, como un niño que no se puede saber cómo va a crecer. Superó por mucho mis expectativas”.

Los propietarios estadounidenses de yates comenzaron a tener acceso en 2015, después de la decisión que tomó el presidente Obama de revertir algunas de las restricciones de la época de la Guerra Fría que habían convertido los apenas 144 kilómetros entre Cuba y EU en una distancia aparentemente transoceánica.

Aunque se mantuvo la prohibición en el turismo por el embargo, los visitantes de EU ahora pueden viajar bajo 12 actividades permitidas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de EU (OFAC), especialmente la categoría general de visitas educativas “persona a persona”. Los vuelos comerciales comenzaron, así que también los cruceros.

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Donald Trump, desde entonces, revirtió de forma parcial ese proceso de distensión. En junio, ordenó reglas de viaje más estrictas y prohibió a los ciudadanos estadunidenses utilizar cualquier instalación turística, como puertos, hoteles o restaurantes, que sean propiedad del conglomerado militar cubano, GAESA. No obstante, aparentemente Trump creó excepciones para los puertos y aeropuertos, y eso significa que los cruceros y los yates también están exentos. Más adelante en el año se esperan regulaciones detalladas.

Especialistas como María Romeu, que dirige Concierge Cuba en Fort Lauderdale, pueden clasificar el papeleo de Estados Unidos -desde los seguros marítimos hasta el permiso CG-3300 que exige la Guardia Costera de EU- y, lo que es más importante, un itinerario personalizado de Cuba que cumpla con las reglas de la OFAC, sine qua non de cualquier viaje (sin las cuales no se puede viajar).

“Cada viaje es hecho a la medida, y Cuba es tan grande que las posibilidades son casi ilimitadas”, dice Romeu, una cubanoamericana con profundas raíces isleñas quien, en una vida laboral anterior, ayudó a traer músicos cubanos como Carlos Varela a EU. Normalmente hay un elemento marino, “donde los clientes pueden nadar con delfines silvestres y relacionarse con científicos marítimos”, y una parte terrestre, que podría incluir un concierto privado en una mansión de La Habana o reuniones con artistas.


“El costo es mi primera pregunta”, dice ella. Tan solo cargar combustible puede costar 20,000 dólares. Para un yate de lujo en el que viajan entre 10 y 12 personas durante 10 días, el precio puede variar desde 3,000 dólares por huésped hasta 7,000 dólares. “Pero eso es con total exclusividad, y es lo más extravagante que he hecho”.

Un elemento que se debe considerar es la incómoda ironía de visitar un país socialista, donde el salario promedio mensual es de 20 dólares, desde la cabina de caoba de un yate de lujo con un chef privado. Eso hace que el espíritu de cualquier viaje sea aún más importante, un punto que destaca José Miguel Díaz Escrich, comodoro del Hemingway International Yacht Club de La Habana. “Creemos en la unión de personas que aman el mar”, dice el exoficial naval cubano, que dirige la institución de 25 años de antigüedad. “Cada visita o regata lleva un mensaje de amistad”.

Eso es especialmente cierto después de la tremenda temporada de huracanes de 2017. Aunque la Marina Hemingway resultó intacta, tormentas gigantes como Irma y María azotaron la isla.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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