La alta gastronomía texana volvió a colocarse en el mapa internacional con la segunda entrega de los nombramientos Michelin, un acontecimiento que confirma el crecimiento y la madurez culinaria de uno de los estados más dinámicos y diversos de Estados Unidos.
Después del entusiasmo que generó la primera edición en 2024, la Guía Michelin regresó a Texas con una nueva selección que reconoció a restaurantes de Houston, Dallas, Austin, Lockhart y San Antonio, revelando la solidez de una escena que combina raíces sureñas, espíritu innovador y una profunda mezcla cultural.
La historia de la Guía Michelin, creada en 1900 por los hermanos André y Édouard Michelin, nació con un propósito muy distinto: fomentar el uso del automóvil. Entonces, apenas había 3 mil coches en toda Francia, y los fundadores de la empresa de neumáticos imaginaron un manual gratuito que ayudara a los viajeros a planificar sus rutas, encontrar mecánicos, gasolineras y lugares donde comer o dormir.
Con el paso del tiempo, esa pequeña guía roja evolucionó hacia una autoridad mundial en materia de gastronomía. En 1926 se introdujo la primera estrella para distinguir la “cocina de gran calidad”, y cinco años más tarde se estableció el sistema de tres estrellas que aún hoy define la excelencia culinaria: una estrella indica que el restaurante es “muy bueno en su categoría”, dos que “vale la pena desviarse del camino”, y tres que “merece un viaje especial”.
La llegada de Michelin a Texas en 2024 fue resultado de años de crecimiento gastronómico en el estado. La diversidad demográfica, el auge de jóvenes chefs formados en cocinas internacionales y el renacer de las tradiciones regionales crearon el terreno ideal para que el icónico emblema del Bibendum posara su mirada sobre la región. En esta segunda edición, la guía reafirmó su apuesta por la autenticidad, el talento emergente y la fusión de culturas que distingue al territorio texano.
Entre los grandes reconocimientos de 2025 destacaron Rosie Cannonball, que mantuvo su estrella por segundo año consecutivo gracias a la propuesta del chef Adam García, quien ha logrado convertir su local en Montrose en uno de los restaurantes más concurridos de Houston, perfecto para un bocado informal y una copa de vino, pero con sabores por demás innovadores.
Otros comedores en Houston que fueron reconocidos son Casaema, Killen’s, Mala Sichuan Bistro, Nam Giao, Nancy’s Hustle, The Pit Room, Theodore Rex y Truth BBQ. Mención aparte merece BCN Taste & Tradition, un restaurante dirigido por el chef catalán Luis Roger, quien se ha encargado de mezclar los sabores de su tierra con propuestas atrevidas que ha plasmado en un menú degustación de ocho tiempos, perfectamente maridado con una exquisita selección de vinos, que se disfrutan en un espacio delicado y relajante, rodeado de piezas de arte originales de Picasso, Dalí y Miró.
San Antonio, por su parte, consolidó su identidad en la guía con el reconocimiento a Mixtli, que retuvo su estrella al mantener una propuesta de narrativa gastronómica que recorre la historia y la geografía de México a través de ingredientes autóctonos y técnicas ancestrales.
En el rubro de sostenibilidad, el Green Star —distinción creada por Michelin para destacar el compromiso con la cocina responsable— fue para Isidore (de Dany Parada e Ian Lamphear), en San Antonio, Nixta Taquería (de Edgar Ulysses Rico), Daidue (de Jesse Griffiths), y Emmer & Ry (de Kevin Fink), estos tres últimos ubicados en Austin, premiados por su trabajo con productores locales y su política de desperdicio cero.
La ceremonia de entrega, celebrada en el Wortham Theater Center de Houston y conducida por la actriz Java Ingram, reunió a los chefs más destacados del estado, así como a representantes de la industria culinaria nacional. Más allá de las estrellas, la guía también reconoció a los establecimientos que merecieron la distinción Bib Gourmand, que resalta aquellos lugares donde se puede comer bien a precios razonables. Entre ellos, figuraron
Papalo Taqueria, Nonna, La Santa Barbacha, Ladino, Mala Sichuan, Maximo, Mercado Sin Nombre, Mezquite, Odd Duck y Parish Barbecue, todos con propuestas accesibles, creativas y representativas del nuevo espíritu gastronómico de Texas.
La Guía Michelin no solo premia la técnica o la sofisticación, también valora la consistencia, la pasión y la capacidad de los cocineros para transmitir identidad. Esa combinación de rigor y sensibilidad ha permitido que el pequeño libro rojo, nacido como un manual para viajeros, se transforme en un barómetro mundial del buen gusto. Su influencia ha sido tan profunda que obtener una estrella puede cambiar el destino de un restaurante, impulsar economías locales y convertir a un chef en referente global.
En Texas, el efecto ya es palpable: la primera edición atrajo turismo gastronómico, elevó el nivel de exigencia y multiplicó la visibilidad de los restaurantes independientes. En ciudades como Houston y Dallas, la competencia por alcanzar la excelencia ha estimulado colaboraciones, residencias culinarias y nuevos conceptos híbridos entre fine dining y cocina popular. Además, ha permitido que las tradiciones locales —desde la barbacoa y el Tex-Mex hasta las fusiones asiático-latinas— sean apreciadas en un contexto internacional.
Actualmente, la Guía Michelin, que abarca destinos en más de 40 países, continúa ampliando su presencia en Estados Unidos, donde además de Texas, ha reconocido regiones como California, Nueva York, Florida, Chicago y Washington D.C. Su llegada al sur del país simboliza un reconocimiento a la diversidad culinaria estadunidense, que va mucho más allá de los centros tradicionales de alta cocina.
Así, con su segunda edición, Texas confirma que no se trata de una moda pasajera, sino de una revolución culinaria en marcha. Las estrellas no solo brillan sobre los restaurantes más refinados, sino sobre una comunidad entera de cocineros, productores, artesanos y comensales que han sabido transformar la identidad texana en una experiencia sensorial global. Y mientras los inspectores anónimos de Michelin continúan recorriendo las carreteras del estado, una cosa queda clara: el viaje gastronómico por Texas apenas comienza, y cada plato cuenta una historia que, como la propia guía, invita a seguir explorando.