Los rebrotes de covid-19 en la Comarca Lagunera y en particular en Torreón como ciudad eje de su zona metropolitana, que es vista hoy como un enorme foco de infección a escala nacional en la semana 44 de la pandemia, impidieron que el pasado 7 de noviembre se desarrollara la peregrinación del Día del Ferrocarrilero hacia la parroquia de Guadalupe.
La periodista Mayela Ávila cuenta que su familia estuvo íntimamente ligada a ese oficio y las colonias Antigua Aceitera y José López Portillo, cercanas a los durmientes que dan cimiento a las vías del ferrocarril, fueron el escenario para que se desarrollara una cultura popular en torno a la bestia de acero.
Incluso en el sector se instaló una escuela primaria llamada Héroe de Nacozari en honor a Jesús García Corona, personaje que se convirtió en emblema de valor y sacrificio de la clase obrera, entre los viejos comunistas ferrocarrileros laguneros.
Nació justo en 1881, tiempo en el que en México se extendían por todo el territorio nacional las vías ferroviarias, y al crecer viendo su desarrollo, García Corona decidió ser un maquinista que hoy aún es recordado por salvar al pueblo de Nacozari del exterminio cuando un accidente ferroviario hizo estallar su máquina en cientos de pedazos al detonarse un cargamento con cuatro toneladas de dinamita.
Fue justo el 7 de noviembre de 1907 cuando Jesús García Corona descarriló su tren, lo que propició que el poblado a que salvó recibiera el nombre de Nacozari de García en tanto que se construyeron monumentos en su honor y se edificaron escuelas y colonias en todo el país con su nombre. El presidente Lázaro Cárdenas en el año de 1935 decretó esta fecha como el Día del Ferrocarrilero.
La Comarca Lagunera
Para el historiador Carlos Castañón Cuadros, la llegada del ferrocarril a Torreón en septiembre de 1883 con la línea del Ferrocarril Central Mexicano, cambió sin lugar a dudas y para siempre la historia de un modesto rancho fundado en 1850, mismo que fue elevado a rango de ciudad justo en el año de 1907.
“El ferrocarril es una de las innovaciones que impulsa en el siglo XIX de manera notable la economía de La Laguna gracias a una serie de circunstancias favorables como son el cultivo del algodón, la irrigación con el agua del río Nazas, la inversión de capitales regionales, la llegada de los migrantes y por supuesto el ferrocarril. Todos estos aspectos combinados dieron por resultado la consolidación de una región algodonera que destacó a nivel nacional de manera muy importante, a tal punto que se volvió la ciudad que más creció en el porfiriato en todo el país. El ferrocarril unió a la Laguna con el país pero también nos conectó con el principal mercado internacional que es Estados Unidos a través de la línea con Piedras Negras-Eagle Pass y Juárez-El Paso”.
Castañón Cuadros, quien también es el director del Archivo Municipal, refirió que estas características convirtieron a Torreón como el centro ferroviario más importante del noreste de México y por ende, en una zona comercial relevante en cuanto al cruce de vías, por un lado del Ferrocarril Central Mexicano y por otro, del ferrocarril internacional.
En medio de todo eso se quedó Torreón. Su estación se convirtió en muy pocos años en una relevante para la conectividad en una zona rica. Con claras aspiraciones urbanas, los habitantes debieron compartir la idea de la producción agrícola y la vida sencilla con el respirar aire gris y oscuro, aire de ciudad que, como dice la canción, si bien no es el más sano, lo prefiere el ser humano.
Las huellas de su presencia
Muchas son las huellas que aún permanecen en la mente colectiva del lagunero, y una de ellas es el Museo del Ferrocarril que se erigió en los antiguos talleres de aceite y fragua. Carlos Castañón dijo que este espacio familiar permite recuperar la memoria de cuando Torreón fue un centro ferroviario importante, quedando plasmado en un centro cultural.
CALE