El jueves por la madrugada, el estruendo de la tierra cayendo rompió el silencio de la noche. En cuestión de segundos, el muro cedió, tras una de enorme alud y un enorme árbol que se desplomó sobre una vivienda de color verde, de dos pisos.
En la planta baja, donde rentaba una joven familia, dormían Íker de Jesús, de siete años, y su hermano Alex, de apenas un año con dos meses. Ambos perdieron la vida.
Aquel día debía ser distinto. Era la víspera del cumpleaños de Íker, quien este martes cumpliría ocho años. Pero en lugar de fiesta y pastel, Íker y su hermanito Alex fueron sepultados el sábado, después de morir aplastados por la barda de su casa que se vino abajo a causa de las fuertes lluvias que azotaron el municipio serrano de Zacualtipán de Ángeles, en el estado de Hidalgo.
“El bordo junto con el árbol destrozó la planta baja y se vino todo abajo”, relató María Concepción Bautista Hernández, vecina del lugar y testigo de la tragedia. “El árbol se metió hasta dentro de la casa y destruyó las paredes junto a la cama donde dormían los bebés. Los papás estaban muy lastimados, pedían ayuda, pero todo pasó tan rápido. Mucha gente vino, pero ya no se pudo hacer nada”.
Pobladores intentaron rescatar a los niños
Los vecinos salieron corriendo bajo la lluvia con lámparas, cubetas y herramientas improvisadas. “Tuvieron que romper paredes, traer picos, martillos, lo que hubiera. Se escuchaban los gritos de auxilio, pero el acceso era muy difícil. Fue algo que nadie quisiera volver a ver”, narró entre sollozos Bautista Hernández.
Los cuerpos de los pequeños fueron rescatados entre los escombros y trasladados de inmediato al hospital del IMSS más cercano, pero lamentablemente ya no llegaron con vida. Los padres, heridos y en estado de shock, apenas pudieron hablar. La escena dejó huellas imborrables en todos los que participaron en el rescate.

Casa quedó destruida tras la tragedia
La planta baja de la vivienda, que la familia rentaba, quedó completamente destruida, mientras que la parte superior presenta graves daños estructurales. Las autoridades municipales de Zacualtipán de Ángeles acudieron al lugar y evacuaron otras casas cercanas ante el riesgo de nuevos derrumbes.
El sábado, bajo una lluvia que parecía llorar con ellos, los hermanos fueron sepultados en su pueblo natal. “Era su cumpleaños”, dijo una tía entre lágrimas. “En lugar de globos hubo flores blancas, en vez de risas, silencio”.
Los padres, devastados, regresaron a su comunidad para despedirse de sus hijos. Han perdido no solo a su familia, sino también el lugar donde vivían.
“Les pedimos ayuda para que puedan encontrar dónde quedarse, porque su casita quedó hecha pedazos”, agregó la vecina. “Las personas aquí también se han ido a refugiar a otros lados, por miedo a que vuelva a pasar algo así”.

En la casa aún cuelgan, entre el lodo y los restos de cemento, algunos dibujos de colores y juguetes rotos. Pequeños testigos del amor que llenaba ese hogar antes del desastre.
Hoy, Zacualtipán de Ángeles está de luto. Nadie puede olvidar la imagen de los rescatistas y vecinos luchando contra el tiempo, ni el dolor de unos padres que lo perdieron todo.
“Fue una desgracia muy fea, una tragedia que nos partió el corazón a todos”, concluyó María Concepción Bautista Hernández, con la voz quebrada. “Íker y su hermanito ya descansan, pero aquí su ausencia duele cada día más”.
