A unos metros del sitio donde presuntamente se llevó a cabo en 2024 la reunión entre Ismael El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán, antes de la captura de este último en Estados Unidos, fueron localizados restos humanos dentro de una jaula para felinos, en las inmediaciones del campestre Huertos del Pedregal, al poniente de Culiacán, Sinaloa.
El hallazgo fue realizado por integrantes de un colectivo de búsqueda junto con personal de la Comisión Estatal de Búsqueda (CEB) en Sinaloa, quienes recorrían el terreno cuando detectaron huesos humanos en el interior de una estructura metálica tipo jaula y, posteriormente, en una excavación cercana que funcionaba como fosa clandestina.
De inmediato, los buscadores notificaron a las autoridades, lo que derivó en un operativo de resguardo encabezado por elementos de la Secretaría de Marina.
Los agentes acordonaron la zona y limitaron el acceso mientras arribaban peritos forenses y policías investigadores de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Sinaloa.
Durante las diligencias iniciales, se confirmó la presencia de restos óseos humanos en ambos puntos del predio, ubicado en una zona rural que ha sido escenario de diversos operativos y cateos en los últimos meses.
De aliados estratégicos a rivales silenciosos
Durante más de cinco décadas, Ismael El Mayo Zambada y Joaquín El Chapo Guzmán sostuvieron una de las alianzas criminales más sólidas y complejas del narcotráfico en México.
Su vínculo nació de la necesidad y la conveniencia mutua, cuando ambos comenzaron a colaborar en la expansión del Cártel de Sinaloa tras la fragmentación del antiguo Cártel de Guadalajara.
Mientras Guzmán Loera asumía un papel visible, mediático y desafiante ante las autoridades, Zambada García prefirió mantenerse en la sombra, operando con discreción y construyendo una red logística que aseguró el flujo constante de drogas hacia Estados Unidos.
A lo largo de los años, ambos capos compartieron rutas, socios y una estructura criminal que resistió las divisiones que fragmentaron a otros cárteles del país.
Sin embargo, la alianza empezó a deteriorarse tras la última captura de El Chapo en 2016 y el testimonio de Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, quien declaró en su contra durante el juicio en Nueva York.
Aquella declaración marcó el distanciamiento definitivo entre ambas facciones, dando paso al ascenso de Los Chapitos y a una etapa de rivalidad silenciosa.
Hoy, el destino de El Mayo, quien se declaró culpable ante la justicia estadunidense, refleja el cierre de un ciclo en el liderazgo histórico del Cártel de Sinaloa, una organización que pasó de la cooperación familiar a la fragmentación por poder, traiciones y sobrevivencia.
MO