Al llegar el Día Internacional de las Personas con Discapacidad , son ellos los que hablan de los retos que han tenido que enfrentar; cada uno tiene un aprendizaje y una enseñanza. El destino hizo que Jorge, Gerardo y Agustín se conocieran años después de los accidentes que les llevaron a estar en una silla de ruedas; juntos relatan las experiencias después de una vida que llevaban de manera normal y que fue modificada por las circunstancias.
Te recomendamos
Gracias a la forma positiva de ver su nueva faceta, hoy son personas exitosas, incluso, el deporte ha sido su mejor aliado porque uno de ellos, Gerardo, ha representado a México en siete campeonatos mundiales de Tiro con Arco; Agustín es practicante de Paraesgrima y Tiro Deportivo, mientras que Jorge labora en una dependencia gubernamental donde creó el espacio para atención de personas sordomudas e invidentes.
Los Tres Mosquechuecos: Gerardo Rodríguez Banda, Jorge Jiménez y Agustín Aguirre
Son tres personas que sufrieron un accidente en diferentes eventos que les dejó una lesión medular; crearon un pódcast en el cual hablan de muchos temas sobre adversidades y cómo las enfrentan, además de temas que son tabú. A los 20 años de edad, Jorge Jiménez cayó de un segundo piso, resbaló al ir caminando por un paso a desnivel, la caída le dejó fractura de columna vertebral en la vértebra T11 y T12, sección medular, a raíz de eso sus piernas dejaron de moverse y de sentir.
“Fue una experiencia muy fuerte. Apenas tenía 20 años, la edad de la diversión, del baile, de ir a la universidad, el noviazgo”.
Un accidente en motocicleta fue el motivo para que Agustín Aguirre cambiara su perspectiva de vida. Los expertos en el tema dicen que no es lo mismo tener una discapacidad adquirida en el transcurso de la vida que una de nacimiento.
Cuando laboraba, Gerardo Rodríguez, de profesión Ingeniero Eléctrico, un transformador se deslizó y le golpeó la espalda causando fractura de columna. Tras su recuperación, por su mente pasaron muchas preguntas. ¿Qué iba a pasar con su vida? ¿Qué iba a hacer? ¿Hasta aquí llegó su trayectoria? Los tres amigos coinciden en que estas preguntas surgen cuando los hechos están recientes.
“El saber cómo le voy a hacer, porque inicialmente me tenían que bañar, me tenían que cambiar la sonda, esto es parte de lo que vivimos día a día; infecciones en las vías urinarias, estomacales y tenemos que usar pañales porque no tenemos control de esfínteres”, dice Jorge y afirma que es un tema muy delicado cuando se tienen 20 años.
Lo que le ocurrió hace 23 años realmente sí fue algo duro.
“Yo decía, ‘esto no es vida’ pero conforme va pasando el tiempo empiezas a tener un interés, a tener un propósito de vida, por eso estoy aquí, solamente agradecer y no hacerte la víctima”.
La ilusión de volver a caminar les tomó hasta dos años, pues los doctores nunca les dijeron que no iban a volver a caminar, solo que le echaran ganas, ya que con ejercicio podían lograr muchas cosas, pero nunca les dijeron que no iban a volver a caminar o que se iban a quedar paralíticos. Al sector de la salud, a los médicos y a los fisioterapeutas les dan un mensaje de agradecimiento por la reprogramación mental.
En el caso de Agustín Aguirre, fue al revés, ya que en el desarrollo de su vida su conciencia era distinta, ahora es compasivo con él mismo.
“Mi actitud no era la mejor y eso, aunado a que el neurocirujano me dijo que no volvería a caminar jamás, y en ese momento mi cerebro asoció eso y para mí fue fuerte, dos o tres años de los nueve que llevo, empecé a cambiar el chip”.
Gerardo Rodríguez hizo cuatro años de rehabilitación, seis horas diarias en clínicas privadas, incluso en Teletón, igual le dijeron que no iba a poder mover ni sentir las piernas… “y qué creen”, mueve sus piernas dejando asombrados a sus dos compañeros.
“Es algo de lo que se ganó con tanta rehabilitación”.
La médula espinal es el conducto por el cual corre la información del cerebro hasta la punta de los dedos y se dice que una vez lastimada la médula ya no hay paso de información, por lo que los músculos hacia abajo se pierden. Pero cuando los tres Mosquechuecos ven las cosas positivamente, todo empieza a ir por buen camino.
La vida y el amor entre Eli y Richi, una capacidad diferente
Los más de 4 mil kilómetros de distancia no fueron impedimento para que Elian Ortiz Ripley y Ricardo Castillo se conocieran para iniciar un proyecto de vida. Ely, de Caracas, Venezuela, y Ricardo Castillo, del municipio de Altamira, se conocieron a través de internet, justo cuando ambos pretendían tomar un curso sobre la osteogénesis imperfecta, también conocida como huesos de cristal, discapacidad que ambos padecen.
Tras 19 años de matrimonio, ambos han llevado una vida normal cerca del trabajo y del deporte, a pesar de las limitaciones arquitectónicas con las que se han topado en la vida. Ricardo realiza actividades físicas continuamente, pues si bien es cierto que una discapacidad deteriora más rápido su cuerpo, el ejercicio los rehabilita. La natación fue el primer deporte que practicó; introducirse a una alberca no fue nada sencillo, un reto que pronto logró superar.
El baloncesto en silla de ruedas es otra de las disciplinas que adaptó a su vida, incluso formó parte del equipo Halcones, que ostenta 12 campeonatos estatales en Tamaulipas. Actualmente, la pasión por la práctica del Paraciclismo lo tiene atrapado, pues cada fin de semana recorre hasta 25 kilómetros en su bicicleta adaptada.
“El paraciclismo es una disciplina que nos ha ayudado enormemente a nuestra movilidad, que es una de nuestras problemáticas, desplazarnos de un lado a otro y con esto, pues hemos logrado conocer muchos lugares”.
Precisamente, Ricardo se prepara para acudir al Maratón que organiza la ciudad de Matamoros, por dos razones: por su gusto de “rodar” y para levantar la voz de la forma más sutil, ya que en esta y otras competencias, la categoría para personas con discapacidad no es tomada en cuenta.
Elian recuerda con agrado su etapa como practicante de Tenis de Mesa, disciplina que disfrutó y dejó una gran experiencia, pues los deportes de contacto están prohibidos por su propia seguridad.
Como personas productivas, la familia Castillo Ortiz ha abierto sus propias oportunidades laborales, Elian es promotora de Alternativa Esencial, donde ofrece esencias con destino a varios países, mientras que Ricardo tiene su propio taller de reparación de equipos de cómputo, pantallas, celulares.
“Tengo el privilegio de trabajar desde casa con un negocio digital con el cual puedo llegar a muchísimas personas, incluso a nivel mundial, justamente eso, tratando de romper las barreras geográficas que normalmente nos imposibilitan un poco el tener contacto con las demás personas; trabajo desde mi dispositivo móvil, desde mi computadora, haciéndoles asesoría de bienestar con el uso de aceites esenciales”.
Como Ingeniero Industrial, Ricardo Castillo tuvo poca fortuna de ser contratado por las empresas del giro, no le dieron la oportunidad de mostrar su talento, pero eso no fue impedimento para lograr sus metas en la vida, por lo que pronto volteó a ver la microelectrónica y dispositivos móviles “tengo un laboratorio de reparación de equipo de cómputo y celulares y trabajo desde casa”. Como todos los matrimonios, el de Ely y Richi también ha tenido retos, y no tiene ningún tipo de distinción para el tema de la discapacidad, ellos han trabajado juntos, codo a codo en una misma dirección, complementándose y mostrando que el amor lo puede todo.
Estudiar no fue nada sencillo
Ese día, justo cuando el nombre de David Ramón Ortega resonó en la ceremonia de entrega de reconocimientos, no hubo quien no dejara de aplaudir; sus padres, desde las butacas, lo hicieron con orgullo, amor y satisfacción, con emoción al ver cómo su hijo alcanzaba una meta más en la vida, culminar con buenas notas la carrera de Licenciado en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Y es que Ramón, quien cuenta con 24 años de edad, ha superado todas aquellas barreras que la vida le ha puesto. La parálisis cerebral y la discapacidad motriz que padece desde niño no fue impedimento para llevar sus estudios gracias a las terapias de Teletón; ser estudiante fue complicado desde la primaria. Sus maestros se adaptaron a él y él al plan de estudios; gracias a su esfuerzo pudo demostrarse que sí se puede.
“Desde la primaria fue muy complicado estudiar porque adaptarme a la escuela fue muy complicado, así como mis maestros a mí, pero con el paso del tiempo me fui demostrando tanto a ellos como a mí que sí se puede”.
Atraído por los medios de comunicación, la televisión, inició sus estudios en la carrera de Ciencias de la Comunicación y solo espera su titulación, algo que sabe pronto llegará, así como el poder obtener un trabajo.
Más que festejar, dice Ramón, que el Día Internacional de las Personas con Discapacidad es hacer conciencia de cómo viven las personas con discapacidad; sí, es una celebración, pero más, es hacer conciencia de que todos deben tener las mismas oportunidades tanto en lo laboral como en la vida cotidiana.
Un padre empoderado
Desde pequeño, Ángel Cardona pasó al lado de las vías del tren, pues justo a unos metros está su vivienda en la colonia Morelos, de Tampico. Ahí creció hasta convertirse en un adulto. Todos los días iba y venía a su hogar sin complicaciones. Pero la vida le hizo una mala jugada; con 22 años de edad, trató de ganarle el paso al tren en un día lluvioso, al pisar el riel de la vía resbaló, fue tan duro el golpe que no pudo reaccionar de manera inmediata perdiendo sus extremidades.
Los años han pasado y aunque por su mente pasó quitarse la existencia, hubo algo que lo sacó de ese pensamiento:
“Te cambia la vida por completo, ya no quería saber nada, incluso intenté quitarme la vida en ese momento”.
Hoy, con 35 años, está feliz, pues la misma vida le está compensando; es padre de familia con dos hijos pequeños de 8 y 6 años, además de su esposa; vende productos de limpieza en su hogar para poder mantenerlos, además practica el baloncesto en silla de ruedas, danza y bailes como bachata, cumbia. Andar en la calle en una silla de ruedas se vuelve complicado cuando en muchas partes siguen haciendo falta accesos con rampa para ellos, “además, en los supermercados y muchos estacionamientos, hay gente que se estaciona en nuestros espacios y es en donde batallamos para buscar un lugar accesible para nosotros”.
No pierde la fe y la esperanza de poder alcanzar sus metas y sacar a sus dos hijos adelante. Reafirma que en esta vida no hay barreras, que todo se puede cuando se quiere y se busca porque, quien se queda en un solo sitio no avanza y él quiere hacer su propio camino, lo hace al andar, pero además, quiere ser fiel reflejo para sus hijos de no dejarse vencer y seguir adelante.
AA
