Después de más de dos siglos de ausencia, el bisonte americano volvió a pisar territorio coahuilense y la Reserva Ecológica El Santuario, proyecto emblemático de la Fundación Pro Cuatrociénegas, recibió a un grupo de 44 bisontes, marcando el inicio de la reintroducción formal de esta especie clave para el desierto chihuahuense y para la memoria cultural de los pueblos originarios del norte del país.
Gerardo Ruiz Smith, director de la Fundación Pro Cuatrociénegas y uno de los responsables directos del proyecto, detalló en entrevista para MILENIO, que provienen del Rancho El Uno, en Janos, Chihuahua y este esfuerzo representa “un modelo de restauración ecológica, cultural y económica” que busca reconstruir el equilibrio original del ecosistema y recuperar una parte esencial del patrimonio biológico que se perdió hace cerca de 200 años.
Un santuario para la restauración ecológica
La Reserva Ecológica El Santuario, ubicada a unos 10 kilómetros del pueblo de Cuatro Ciénegas, cuenta con 3 mil 700 hectáreas dedicadas a la regeneración del desierto chihuahuense.
El proyecto nació con una visión clara: “ser un modelo de restauración de flora y fauna donde las especies clave recuperen su papel ecológico”.
Ruiz Smith informó que en los últimos años, cámaras de monitoreo han registrado la presencia continua de especies como oso negro, puma, venado bura, pecarí de collar, coyote, zorrita del desierto, además de múltiples aves y rapaces, por lo que la reintegración del bisonte era el paso natural hacia la reconstrucción del ecosistema original.
“El bisonte era parte integral del territorio del norte de México. Esta región fue su casa durante milenios. Así que desde el inicio teníamos claro que debíamos recuperarlo”.
La reintroducción del bisonte no fue un trámite sencillo. Ruiz Smith detalló que fueron necesarios dos años de trabajo para obtener los permisos ambientales y de manejo de fauna ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Secretaría de Medio Ambiente de Coahuila.
La especie está catalogada oficialmente como en peligro de extinción, lo que implica protocolos estrictos para su traslado y manejo en vida libre.
En agosto de este año la Fundación Pro Cuatro Ciénegas recibió los primeros tres bisontes donados por el Museo del Desierto, en Saltillo.
Esa donación abrió la puerta para gestiones de mayor escala con el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza, propietario del reconocido proyecto de bisonte en Rancho El Uno, un predio de conservación en Janos del "Estado Grande" que hoy alberga más de 500 ejemplares.
Tras meses de trámites, evaluaciones sanitarias, autorizaciones de aprovechamiento y coordinación con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la organización Cuenca Los Ojos (administradora de Rancho El Uno) se concretó la donación de 44 ejemplares adicionales.
Una caravana histórica: de Janos a Cuatro Ciénegas
El traslado inició el 25 de noviembre desde Janos, Chihuahua. La caravana, compuesta por los vehículos especializados para fauna, recorrió más de 700 kilómetros hasta llegar a Cuatro Ciénegas la mañana del miércoles 26.
“Todo salió muy bien, sin incidentes. Los animales se descargaron en calma y se liberaron dentro del predio sin contratiempos”, relató Ruiz Smith.
Para el equipo, ver a los bisontes correr por primera vez sobre tierras coahuilenses fue un momento que describen como “histórico”.
El espíritu de las llanuras
La liberación estuvo acompañada de un acto espiritual significativo. Juan Luis Longoria Granados, director de Cultura de la fundación y líder de la Nación Endé (pueblo indígena conocido históricamente como Apache), quien encabezó una ceremonia tradicional de bienvenida.
Explicó que el bisonte, conocido en su lengua como Iyané, es pieza fundamental de su cosmovisión.
"El regreso del bisonte no solo es un logro ecológico; reconecta a la Nación N'dee/N'nee/Ndé con un hermano que forma parte de nuestra identidad, espiritualidad y memoria colectiva. Este proyecto honra esa relación milenaria y reconstruye los vínculos bioculturales que sostienen el equilibrio del territorio", afirmó Longoria.
Este gesto, explica Ruiz Smith, “fue fundamental, porque el bisonte es un ser sagrado en la cosmovisión de los pueblos originarios del norte y su regreso también es un acontecimiento cultural”.
Para las naciones Apache (Nde') que habitaron y aún tienen presencia en el norte de México (especialmente en Coahuila, Chihuahua y Sonora), el búfalo conocido históricamente como “cíbolo”, no era simplemente un animal de caza; era el pilar fundamental de su existencia física y espiritual.
Hoy en día, a pesar de la desaparición histórica de las grandes manadas libres en México, el búfalo regresó para dejar en claro que su presencia representa el máximo símbolo de su libertad ancestral y su soberanía sobre la tierra apache.
El bisonte: ingeniero natural del desierto
La función ecológica del bisonte es determinante para la salud del ecosistema. Su pisoteo y forrajeo ayudan a airear el suelo, aumentar la infiltración del agua y estimular el crecimiento de pastizales; además, su presencia favorece el incremento de la biodiversidad.
Ruiz Smith enfatizó que “traer de vuelta al bisonte es traer de vuelta un proceso ecológico completo. Los efectos que produce en el paisaje son insustituibles. Ninguna otra especie cumple su papel”.
Reconoció que hay grandes expectativas, algunas quizás sean utópicas pero, con el tiempo, esperan que las manadas crezcan y ofrezcan beneficios visibles en la restauración de los pastizales del valle.
Aunque existen registros de que en otras regiones se reportaron poblaciones de bisonte hasta el siglo XIX, en Coahuila la especie desapareció hace más de 200 años a causa de la cacería, la fragmentación del hábitat y la expansión del ganado doméstico.
“No había poblaciones silvestres desde entonces. Es un hecho sin precedente reciente volver a verlos aquí”, afirma el director de Pro Cuatro Ciénegas.
Este regreso representa no solo una recuperación ecológica sino también la posibilidad de reconstruir una relación cultural extinta desde la colonia.
¿Bisontes totalmente silvestres? Un reto casi imposible
Si bien uno de los sueños del proyecto sería tener una población totalmente silvestre, Ruiz Smith reconoce que la realidad actual del territorio lo complica: carreteras, cercos y predios privados hacen prácticamente imposible reproducir la movilidad histórica del bisonte, que antiguamente recorría cientos de kilómetros.
Explicó que los esfuerzos deberán centrarse en reservas amplias, bien manejadas y con criterios científicos claros.
El Santuario podría ser el modelo inicial que permita, en el futuro, que otros propietarios y proyectos se sumen a la reintegración de la especie.
Uno de los componentes más importantes del proyecto es su visión de futuro: un modelo de ecoturismo responsable que ofrezca a visitantes nacionales y extranjeros la posibilidad de observar al bisonte en un entorno natural y controlado, aprendiendo simultáneamente sobre el ecosistema y sobre el significado espiritual que este animal tiene en la tradición de la Nación Endé y otros pueblos indígenas del norte.
La idea, destacó Ruiz Smith, es “mostrar cómo era este ecosistema cuando todas las especies clave estaban presentes”.
También buscan que este modelo se convierta en un ejemplo replicable que combine conservación ecológica, identidad cultural y viabilidad económica.
“Queremos que más propietarios se interesen en esto. Que vean que conservar es rentable, que trae turismo, que genera desarrollo. Y sobre todo, queremos que el bisonte vuelva a tener presencia en México”.
La llegada de los 44 bisontes marca un momento histórico para Coahuila, para Cuatro Ciénegas y para la conservación en México. No se trata solo de recuperar una especie emblemática, sino de reconstruir una parte esencial del paisaje y la cultura del norte del país.
Para El Santuario, el desafío apenas comienza: monitorear a la nueva manada, garantizar su bienestar, documentar su impacto en los pastizales y compartir con el público el significado profundo de su regreso.
“Fue un día histórico, 26 de noviembre de 2025, estos animales regresan a su territorio después de dos siglos. Y con ellos vuelve una esperanza enorme para el desierto y para nuestra identidad".
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