Al son de clásicos como ‘Sombra en tiempos perdidos’, ‘Los dioses ocultos’ y ‘Cuéntame tu vida’, miles de laguneros se dieron cita en el Coliseo Centenario de Torreón para recibir a la agrupación Caifanes, que volvió a la región para estremecer a sus seguidores con ese primer riff de guitarra que marcó el inicio de una velada inolvidable.
Alrededor de las 7:45 de la noche, los fanáticos comenzaron a llegar al recinto. La euforia por conseguir una playera, taza, gorra, disco o llavero generó largas filas en los puestos de merch, donde jóvenes desde los 10 años hasta seguidores de antaño buscaban llevarse un 'pedacito' de Caifanes.
Padres e hijos, parejas, grupos de amigos reencontrándose o viviendo su primer concierto, e incluso asistentes que acudieron solos, demostraron que Caifanes sigue siendo una banda referente del rock mexicano. Más allá de las generaciones y realidades distintas, jóvenes y veteranos continúan buscando música que conmueva con tacto, sensibilidad y libertad.
Se escucha el rugir
Pasaron los minutos. Dieron las 9:36 de la noche, las luces se apagaron y el público contuvo el aliento: había llegado la hora. Entre sombras y destellos reflejados en los instrumentos, la banda pisó el escenario. La multitud se levantó de sus asientos, casi poseída por la voz de Saúl Hernández, quien dio la bienvenida con imprescindibles como ‘Aquí no estás’, ‘Debajo de tu piel’, ‘Para que no digas que no pienso en ti’ y ‘Miedo’.
Poco después, el vocalista —respaldado por Alfonso André, Diego Herrera y el resto de la agrupación— detuvo el concierto para presentar ‘Viaje astral’, dedicada a las mujeres. En las pantallas aparecieron imágenes de figuras como Elena Poniatowska y las Madres Buscadoras, impregnando el aire de resiliencia y admiración.
“Para las mujeres que luchan por la igualdad de género, que han luchado por respeto, por ser todavía más grandes de lo que ya son. Por enseñarnos que necesitamos más hombres y menos machos”, expresó Hernández.
Tras el discurso y la impecable interpretación, el público no pudo contenerse: gritó y cantó hasta quedar sin voz. Entonces llegó el clásico ‘Sombras en tiempos perdidos’, acompañado de un dulce solo de saxofón con el que Diego Herrera preparó la entrada de ‘Los dioses ocultos’, tema que terminó de arrebatar la poca cordura que quedaba entre el público.
Entre abrazos y emociones desbordadas, los asistentes corearon ‘Metamorféame’, ‘Cuéntame tu vida’ y ‘Mátame porque me muero’.
Saúl retomó el micrófono para agradecer a las nuevas generaciones que abarrotaron cada sección del Coliseo viviendo su primer concierto con una energía contagiosa. A ellos les dedicaron su reciente sencillo ‘Y caíste’.
“Vamos a morir, pero no por eso vamos a ser viejos. Vamos a mantenernos hasta el último suspiro de nuestra existencia feroces, poderosos, hasta que cerremos los ojos. Jamás vamos a envejecer. Te lo prometo”.
Éxtasis por los cielos
Tras hora y media y 13 canciones, el público abandonó la tenue compostura que intentaba imponerse. Bastó la primera nota de ‘Viento’ para desatar un grito colectivo que marcó el ritmo de la noche.
Con temas como ‘No dejes que’, ‘Nos vamos juntos’, ‘Hasta morir’ y la esperada ‘Afuera’, la euforia se desbordó. Entre desconocidos comenzaron a formarse grupos que coreaban juntos las canciones que marcaron la historia del rock mexicano y que hoy continúan uniendo familias, derribando fronteras y resistiendo a la homogeneización cultural.
Tras una interpretación en saxofón del Himno Nacional Mexicano, que invitó al público a abrazar su identidad, la “raza” dejó atrás las sillas para “marcarla” al ritmo de ‘Pachuco’ y una emotiva versión de ‘Te lo pido por favor’, mientras fotografías de Juan Gabriel – el divo de Juárez– arrancaban lágrimas entre los asistentes.
El surgimiento de una nueva ola
El final de la noche se acercaba. Una vez más, Saúl Hernández tomó el mando y habló al público desde esa íntima brecha que une a un fanático con su artista favorito.
“A las nuevas bandas: toquen. No importa dónde. Busquen espacios, creen espacios. Porque este género está solo, pero no abandonado. Es poderoso. No esperen a las disqueras (…) Ser famoso no es lo más importante; lo más importante es mantenerse real”.
Invitó nuevamente a los laguneros a apoyar a las bandas emergentes, a promover a los músicos locales y a seguir creando espacios para la difusión musical y cultural.
Los clásicos ‘La negra tomasa’ y ‘La célula que explota’ marcaron el cierre de la noche. Entre lágrimas y abrazos, los fanáticos despidieron a la agrupación bajo el velo de un agradecimiento mutuo, llevando a Torreón a rugir una vez más: “¡Pongan Caifanes!”
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