Quecho Muñoz es un reconocido escritor y actor que ha brillado en diversas puestas en escena, y esta vez regresa con un texto de su autoría titulado ‘Niño Perdido’.
Es por este motivo que el actor platicó con MILENIO sobre esta nueva temporada de la obra, pero también acerca de su forma de ver el teatro y cómo se prepara para subir al escenario.
Quecho Muñoz, emocionado por el futuro del teatro
Con una gran sonrisa y la emoción de volver a dar vida a una historia conmovedora, el actor Quecho Muñoz nos dio la bienvenida para comenzar a platicar sobre el teatro, el cual asegura lo tiene entusiasmado por todas las novedades actuales.
“Siento que en los últimos años ha sido muy interesante ver cómo se mueve todo en el teatro. Descubro nuevas propuestas y esfuerzos de los productores por atraer a la gente a las salas. Algunas cosas me gustan, otras me asustan, pero me emociona el surgimiento de muchos creadores y que existan foros alternativos.”
Pero puntualiza que todo este trabajo no tendría sentido si no hay un público que lo admire: “Ojalá toda esta oferta teatral tenga mucha demanda y el público se anime a venir.”
Una nueva versión de Niño Perdido
Algo que se sabe sobre el teatro es que ninguna función es igual, y claramente esto aplica a las temporadas de las obras, pues los textos a veces tienen cambios para poder adaptarse mejor al lugar donde se montan o al contexto general, como él mismo explica:
“Soy el escritor del texto y esta nueva versión, en su noveno año, me permitió aprovechar el cambio de teatro para ajustar cosas y probar nuevas ideas. Me gusta explorar el texto, afinar detalles y mantener la obra viva, como hago con Princesas en pugna. Cada función es nueva y se transita de manera única. Niño Perdido me ha hecho ver cómo la historia toca el corazón de la gente; por eso limpio y cuido los mensajes para que el público siempre vea algo fresco y honesto.”
Asimismo, el actor indaga más en el origen de esta obra y cómo nació de su deseo, e incluso de esa necesidad, como actor de estar en el escenario:
“Me siento bendecido y asumo la responsabilidad de mantener esta obra en escena. No se trata solo de repetirla, sino de aportar una nueva intención y punto de vista. Niño Perdido nació de una necesidad personal de estar en el escenario. A partir de un ejercicio actoral descubrí que quería hablar del niño interior, investigué y el tema me apasionó. Quería compartir algo con el público y creo profundamente en lo que cuento: reencontrarnos y sanar a nuestro niño interior.”
Puntualizando que: “He sido muy cuidadoso en los ensayos para ofrecer un producto de calidad. Todo el equipo, escenografía, vestuario, proyecciones, iluminación, trabaja en conjunto con la dramaturgia para dar sentido a cada elemento. Como fan de mi propio trabajo, me conmueve ver la historia viva, incluso con su estreno en Argentina, donde el público la ha recibido con gran emoción.”
El cansancio emocional del teatro
A diferencia de lo que muchos puedan pensar, el teatro genera un gran cansancio físico, pero sobre todo por la carga emocional, algo que Quecho comparte:
“El teatro que hago canaliza emociones reales. Aunque los actores sabemos que no es verdad, el cuerpo sí lo resiente. Niño Perdido es una obra conmovedora y emocional, con momentos dolorosos pero esperanzadores. Transitar tantas emociones cansa más que lo físico. Me ha pasado en otras obras como Sweeney Todd o Los Miserables, donde la intensidad emocional deja agotado al cuerpo.”
Por último, finaliza haciendo una reflexión sobre la obra, asegurando que:
“Te apapacha el corazón y te recuerda conectar con tu esencia. Somos lo que soñamos ser, y muchas de esas respuestas están dentro, en nuestro niño interior. La historia comienza con el personaje principal pasando el peor día de su vida, y es un cuento mágico entre lo godín y lo fantástico, lleno de entretenimiento y reflexión.”
La obra Niño Perdido está en función todos los miércoles en el Nuevo Teatro Versailles a las 8:30 p.m.