DOMINGA.– Alejandro Gertz Manero denunció a Silvia Pinal por un supuesto fraude en 1994, cuando ella era presidenta de la Asociación Nacional de Productores de Teatro. La acusación no avanzó hasta que el jurista asumió como secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, hoy Ciudad de México. La actriz nunca olvidaría aquellos momentos angustiantes.
Con Alejandro Gertz en el epicentro del aparato de justicia, las autoridades capitalinas emitieron una orden de aprehensión en el año 2000. Ante la amenaza de arresto, Silvia Pinal se vio obligada a huir con rumbo a Acapulco, saliendo clandestinamente de su casa. La actriz iba oculta en la cajuela de un automóvil.
La última diva del cine de oro –que falleció el 29 de noviembre de 2024 – relató este episodio de su vida en una entrevista con Lucy Orozco, exfuncionaria fílmica y exproductora de televisión de los años ochenta y noventa. Formó parte de su libro Fama. Sin censura ni reflectores. Once luminarias al desnudo, de 2008, acompañado con un prólogo de Elena Poniatowska. DOMINGA retoma la entrevista para recordar a la actriz.
–Silvia, ¿cómo te sientes después de tu exilio forzoso (en Miami) a fin de no ser aprehendida por las autoridades de nuestro país? –le preguntó Orozco.
–Como tú sabes y todo el mundo sabe, tuve que permanecer de manera involuntaria en Miami, durante 11 meses por acusaciones que me fueron imputadas y que jamás pudieron ser probadas. ¿Qué te puedo decir de esa experiencia? Que fue algo terrible. Estuve desorientada. No, desorientada no es la palabra, yo nunca he sido desorientada. Estuve muy desconcertada y asustada –contesta Silvia.
–¿Y por qué fuiste perseguida con tanta saña?
–Verdaderamente, no lo sé. Yo no tenía enemigos y ahora tengo enemigos de primera clase –contestó entre risas.
–La importancia de la gente se mide por el tamaño de sus enemigos.
–Puede ser. Pero la cuestión es que viví una experiencia muy angustiante. Me llegaban noticias que me provocaban temor; me decían que la Interpol me deportaría a México y la sola idea de que eso sucediera me generaba pánico, sobre todo incredulidad, porque yo jamás hice nada ilegal. Entonces, me preguntaba constantemente: “¿Por qué me está pasando esto?, si yo no hice nada malo”. Esa pregunta me acosaba noche y día.
“Comencé a tener mucha inquietud y pensé irme a vivir a España, ahí me conocen mejor y porque allá podría seguir trabajando. El trabajo es mi vida, me gusta, lo amo. Bendito sea Dios, tengo éxito en lo que hago”.
Silvia Pinal quería seguir en la política (a pesar de Gertz Manero)
En aquel tiempo, Silvia Pinal tenía 69 años. En 1992 logró su reelección en la Asociación Nacional de Productores de Teatro. Gertz Manero sostuvo que lo consiguió gracias a irregularidades en el reglamento y en la administración; en 1994 la denunció por un presunto fraude de 9.5 millones de pesos, aunque el caso se mantuvo estancado durante años.
Cuando asumió la Secretaría de Seguridad Pública de la capital, en 2000, retomó el expediente y giró una orden de aprehensión contra Pinal. Ese mismo año se determinó que las acusaciones eran infundadas y, en 2002, Julio Scherer García declaró a la prensa que Gertz “quiso encarcelar a la actriz Silvia Pinal por una enemistad”.
En aquella entrevista, Lucy Orozco le preguntó a Silvia Pinal –quien fue presidenta del DIF de Tlaxcala durante la gubernatura de su exesposo Tulio Hernández y militante del PRI, donde ocupó varios cargos públicos: diputada entre 1991 y 1994 y senadora entre 1998 y 2000– si, después de esa “experiencia dolorosa”, ¿volvería a trabajar en la política? Pinal respondió:
–¡Ah, sí!, ¡cómo no, fascinada! Ser diputada es la cosa más bella.
–¿De veras? –insistió.
–¡Claro que sí! Desde esa posición puedes ayudar a tu país, a tu gente. Haces leyes que van a defender a las personas que están en su tierra, que nacen, viven y mueren en ella. Yo puedo decirte que vi cosas interesantísimas mientras fui diputada y por eso no me arrepiento de haber participado en la política […]. Me gustaba escucharlos en la tribuna y cuando yo subía y me aplaudían, sentía una satisfacción muy especial, diferente de la que siento en un escenario cuando estoy desempeñando un papel. En la tribuna tenía que demostrar mi inteligencia, no mi talento histriónico, y tal vez por eso la experiencia me resultó diferente; fue todo un desafío.
“La política me ha costado muchos dolores de cabeza porque es muy traicionera, pero yo me siento muy orgullosa de lo que he hecho y creo que puedo seguir haciendo. Es más, pasó algo que me conmovió mucho: Cuando tomé protesta como senadora, mi mamá se moría de emoción, creo que ese logro mío fue el que más la enorgulleció”.
–Y ahora que regresaste a México, ¿cómo te sientes?
–Me siento muy feliz, contenta, con mucho trabajo […]. Comencé a abrumarme porque tengo mi programa Mujer, casos de la vida real y me comprometí a realizar las presentaciones de la serie. No me arrepiento de hacerlo porque yo quiero mucho a ese programa, pero es demasiado trabajo. También me metí al teatro a leer poesía de Jaime Sabines. Para mí fue un espectáculo maravilloso [...]. Trabajo arduamente y, cuando reflexiono, me pregunto por qué hago tantas cosas.
En la oficina de Silvia Pinal no había fotos de maridos ni de jefes
A inicios del milenio, Lucy Orozco, la productora que lanzó a Salma Hayek en la televisión, publicó su libro Fama, editado por Diana. “[Silvia Pinal y yo] coincidimos muchas veces en un comedor para ejecutivos que había en Televisa. Nunca fuimos íntimas amigas, pero siempre fue muy generosa y amable conmigo”, así responde Lucy Orozco al recordar por teléfono la entrevista que sostuvo, a lo largo de dos jornadas, con la actriz que calificó como “patrimonio artístico de la nación”.
En su prolongada y fructífera trayectoria, la cabeza de la llamada dinastía Pinal (que fue actriz de cine, teatro, televisión, bailarina, cantante, activista sindical, productora, empresaria, diputada, senadora, madre, abuela y bisabuela) concedió innumerables entrevistas. Sin embargo, se cuentan con los dedos las que fueron significativas. La entrevista de Orozco es una de ellas.
En el texto que antecede a la entrevista con La Pinal, Orozco resume en una frase contundente la grandeza de la actriz que trabajó con Luis Buñuel: “Institución dentro de la industria del espectáculo, muchas actrices necesitarían tres vidas para hacer lo que ella hizo en una”.
El ser productora permitió a Orozco una intimidad que no tendría una periodista común. Todavía conserva el par de casetes en los que quedó registrada aquella conversación que tuvo lugar hace muchos años y recuerda el impacto que le provocaron las respuestas espontáneas de una Pinal que, a pesar de llevar en ese entonces décadas trabajando para Televisa, poseía una oficina sencilla donde no se exhibían los preciados objetos que se coleccionan a través del tiempo. En ese sitio parecía no haber pasado los años ni los desengaños.
En su librero ostentaba algunas fotos, la mayoría eran retratos de familia; pero destacaba la más grande: Silvia con su mamá, hijos, nietas y bisnietas. Silvia la tomó y le presumió a la productora: “Aquí están nada más y nada menos, Lucy, cinco generaciones”. También son notables las ausencias: ninguno de sus exmaridos aparece en las fotografías.
Orozco paseó su mirada por el librero y descubrió un retrato que le llamó la atención, tal vez porque el mismo no correspondía a las lealtades políticas (el PAN estaba en el poder) de ese momento: Silvia Pinal al lado del expresidente Ernesto Zedillo. Se lo mostró con desparpajo y satisfacción. Este detalle le pareció significativo porque mostraba que, ante todo, Silvia era un ser libre, ajena a la opinión de los demás y fiel a sus convicciones. Esa libertad se podía observar en sus movimientos, se movía ágil y segura –apuntó–, su risa era franca y su humor estaba a flor de piel. Parecía “que la señora Pinal viviera siempre en una eterna primavera”. Qué frase tan afortunada para describir a Silvia.
Ahora, años después del encuentro, Orozco aporta otro dato significativo que no escribió en el libro: mientras en todas las oficinas de los ejecutivos de Televisa colgaba de la pared una fotografía de Emilio Azcárraga Milmo, en su espacio de trabajo –desde donde produjo telenovelas y la serie Mujer, casos de la vida real– no había ningún retrato del magnate televisivo, El Tigre.
Era un hecho significativo porque, a pregunta expresa, Silvia Pinal confirmó que había sido novia de Azcárraga y que si no se casaron fue porque el papá de Azcárraga “no quiso”. “Yo era una mujer divorciada y con una hija chiquita –explicó Silvia – […]. A pesar de eso, Emilio y yo llevamos durante toda nuestra vida una relación muy cordial y siempre nos quisimos mucho”.
¿Qué dijo García Riera de los filmes de Silvia Pinal?
“Todos estos enredos en que me meto traen a mi memoria una anécdota”, le dijo Silvia Pinal a Lucy Orozco.
El crítico de cine Emilio García Riera escribió un libro sobre su filmografía, “donde de manera muy exacta y escrupulosa hizo las fichas de todas las películas que filmé […], es un libro con una información extraordinaria, pero en todos los comentarios que hizo sobre mis filmes, García Riera concluía que no eran buenos”. El libro que menciona se llamó El cine de Silvia Pinal, de 1966, y editado por la Universidad de Guadalajara.
–Excepto los que hiciste con Buñuel, supongo –le dijo Orozco.
–Exactamente, pero ese tema se cuece aparte. Te decía: cuando terminé de leer el libro, Emilio me habló y me dijo: “¿Qué te pareció?” Yo le contesté: “El libro te va a quedar precioso, pero me acabas de dar tal imagen de mi carrera que me doy cuenta de que he hecho puras porquerías” –ríe–. Lo interesante fue lo que Emilio me replicó: “Si no hubieras hecho lo que hiciste, Silvia, no serías quién eres”. Entonces pensé que tenía razón, porque de todo se puede sacar algo bueno y, si no bueno, al menos puedes aprender a reconocer qué es lo que no tienes que hacer […].
“Estoy en mi casa y finalmente la justicia se portó bien conmigo, se rehabilitó absolutamente mi honor. Mi llegada [de regreso a México] fue francamente maravillosa. La gente me fue a recibir al aeropuerto y después, cuando iba a los teatros o restaurantes, las personas me aplaudían y me gritaban: “¡Bravo, Silvia! ¡Bienvenida, estás en tu casa!”.
Orozco vuelve, evidentemente, al tema Luis Buñuel y le pregunta qué le significó haber trabajado con el director español de semejante talla.
–Nada más y nada menos que estar en la historia del cine mundial. Buñuel me dio y me sigue dando mucho. Todavía hace poco me invitaron a Málaga para hacerme un homenaje dentro de la celebración del primer centenario del natalicio de Don Luis […], las películas que hice con él me internacionalizaron. Voy al Museo de Arte de Nueva York y ahí están, aparezco en tarjetas postales, posters, etcétera… (Viridiana, El ángel exterminador y Simón del desierto) […] por esos filmes recibí los premios más importantes de mi carrera cinematográfica.
Esto dijo Silvia Pinal de cuando murió su hija Viridiana
Orozco recuerda que uno de los momentos más sensibles de su entrevista fue cuando le preguntó a Silvia sobre la prematura muerte de su hija Viridiana Alatriste, en un accidente automovilístico. Orozco todavía se arrepiente de esa pregunta, me dice al teléfono, pero incluso así dejó correr la grabadora.
–¿Cuál es tu filosofía que llevas dentro y te sostiene? Lo digo porque recuerdo que cuando murió Viridiana, tu hija, la prensa mencionó que llegaste vestida de rojo, ¿es verdad?
–[Silvia se quiebra y no puede contener las lágrimas] No fue así. Mira, lo que sucedió es que yo no aceptaba que estuviera muerta. Silvita, mi hija, fue la que me habló y me dijo: “Mamá, Viridiana está aquí, ya la vi y está muerta”. Sufrí un shock, me puse lo que me había quitado y dejado en un sillón la noche anterior y así fui a verla…
–¿Entonces no fue cierto que voluntariamente fuiste vestida de rojo?
–¡Por favor! Te digo que yo no podía creer que estuviera muerta, por eso no me puse de negro. Tomé lo que estaba a la mano y te juro por Dios que si ese vestuario hubiese sido negro no me lo habría puesto, porque insisto, yo no podía dar crédito de que mi hija estuviera muerta. Además, no iba vestida de rojo, lo recuerdo muy bien: iba con una chamarra como de plumitas, muy bonita, color madera, mi pantalón de cuero, color calabaza y mis botas.
Son muchos los temas que se abordan en esa larga entrevista. Desde lo más cotidiano hasta lo más profundo. Su generosidad y apego a su familia, sus teatros, su paso por Televisa, su carácter, sus maridos y novios, su habilidad para la comedia musical. La última pregunta de la conversación es más que reveladora. Si haces un balance de tu vida, Orozco le preguntó, ¿te dio más de lo que esperabas o te dio menos?
–Me dio más de lo que esperaba, pero creo que la vida te cobra las cosas. Yo todavía no he visto que a la gente que hace mal le vaya mal y que a la gente que hace bien le vaya bien. Debería ser así pero no lo es. Yo tuve mucho éxito, pero me pregunto: “¿Por qué tenía que morir mi hija Viridiana a los 19 años?”. Yo con eso pagué todo lo que la vida me dio de bueno.
GSC/ASG