Hay un instante en que la cordura se estira hasta el límite y se transforma en resistencia, un momento en que la vida cotidiana y sus reglas se sienten tan ajenas que solo queda abrazar la intensidad de lo que somos.
Así es como Rodrigo García retrata en Las locuras, su más reciente película, los casos de seis mujeres que se exponen a ser juzgadas por sus emociones, pero que se convierten en una ventana hacia la verdad, la libertad y la empatía.
Para el cineasta, la locura no surge de teorías ni de construcciones externas, sino de experiencias íntimas y universales.
“Realmente no viene de ninguna teoría que tenga sobre las mujeres, sino más bien mías, de sentir que siempre hay ese conflicto entre lo que hay que hacer para sobrevivir en sociedad y lo que a uno le gustaría hacer, lo que llamaba Freud el malestar en la cultura”, explicó Rodrigo García en entrevista con MILENIO.
“Hay que darnos cuenta de que no puedes matar al que odias, ni puedes hacer exactamente lo que quieras; hay veces que esa adaptación, que realmente es un tipo de represión o auto represión, revienta”, agregó
“Lo veo en mí y en todos; uso personajes femeninos porque me divierten más, me gustan más, se me hacen más exóticos, me permiten tener una especie de romance con actrices y que sea totalmente platónico, pero son un fenómeno (las locuras) de hombres y de mujeres”.
Cassandra Ciangherotti, quien da vida a Renata, explicó que su personaje no se limita a observar los abusos del mundo, sino que interviene para resolverlos.
“Ella decide actuar, trata de resolver y eso hace la diferencia”, dijo la actriz, para quien la locura femenina es una forma de reclamar el derecho de decir la verdad, porque “hemos hablado mucho sobre eso, porque no sentimos el derecho de decir las cosas”.
García describió el proceso de construcción de estos personajes como un ejercicio de intuición.
“No tenía idea clara de cuál iba a ser el viaje de cada personaje, más bien me iba guiando por lo que representan; voy al tun-tún, muchas veces todo es por obra del Espíritu Santo”, dijo el cineasta.
Reiteró que la película ofrece un “retrato honesto de la vulnerabilidad y la intensidad humanas, donde la locura no es un defecto, ni un estigma, sino una puerta hacia la autenticidad”.
Mundo a la deriva
Para Ciangherotti, la frase de Jiddu Krishnamurti —“No es saludable adaptarse a un mundo profundamente enfermo”— fue una brújula para construir a Renata, un personaje que no se queda en la metáfora, sino que actúa.
“Mucha gente ve una injusticia y llega a su casa a hablar de eso, pero Renata se involucra”, dijo.
Esa capacidad de intervenir es, para la actriz, lo que diferencia a quienes suelen ser etiquetados como locos, aquellos que dentro de las familias, “cuando ha habido abusos o alguna situación compleja, son los que se piran para poder decir toda la verdad”.
Ciangherotti aclaró que respeta a ese tipo de personas que irrumpen con intensidad para revelar lo que otros callan y aunque inicialmente pensaba la locura como consecuencia directa de la historia personal, un libro la llevó a matizar esa idea.
“Hay personas que viven con alguna condición”, así que ese descubrimiento fue un ejercicio de reflexión: dejar atrás la certeza de que “seguramente algo pasó en la familia” para entender que la locura también puede tener otros orígenes. _
CLAVES
Gran elenco
También forman parte del reparto Ángeles Cruz, Natalia Solián, Naian González Norvind, Ilse Salas y Fernanda Castillo.
Salud mental
La película plantea una exploración profunda de la mente humana a través de emoción, vulnerabilidad y autenticidad.
Más reflexiones
La cinta invita a pensar en los límites entre cordura y locura, y sobre cómo estas fronteras nos acercan.
AJR