Si alguien sabe qué es una guerra, una invasión, es Oualid Mouaness que era un niño cuando Israel ocupó Líbano hace justo 40 años. De hecho, conmueve cómo el cineasta se derrumba y está al borde del llanto cuando se le pregunta sobre la intervención militar de Rusia a Ucrania, en conversación con la prensa para presentar su largometraje debut que justo se llama: 1982. El año que cambió Líbano.
El filme, que se estrena en México este 26 de mayo en salas comerciales de todo el país y en Cineteca Nacional, con la guerra en Ucrania de contexto, cuenta la historia de un niño de 11 años, Wissam, alter ego del realizador, que mientras intenta declarar su amor infantil a una compañera atestigua desde su escuela a las afueras de Beirut los bombardeos israelíes a su ciudad en una represalia contra refugiados palestinos y sus aliados sirios, que dio inicio a una ocupación del país, sumido en una guerra civil-religiosa desde 1975 y cuya peor tragedia fue la matanza de Sabra y Chatila en septiembre de ese año.
La película, con guion de Mouaness, estrenada a escala mundial en el Festival de Toronto en 2019, ya había sido exhibida en Cineteca Nacional durante la pandemia. Cuenta como protagonista a la famosa, talentosa y bellísma directora y actriz libanesa Nadine Labaki, tres veces ganadora de premios en el Festival Internacional de Cine de Cannes, por ¿A dónde vamos ahora? (2011) y Cafarnaum (2018) –el filme más taquillero en la historia del cine de Medio Oriente–, y también ganadora de tres premios en San Sebastián por su primera cinta Caramel (2007) y otro más ahí por ¿A dónde vamos ahora?.
Labaki interpreta a Yasmine, maestra de Wissam (Mohamad Dalli) y cuyo hermano se une a las milicias cristianas, que trata de poner a salvo a los niños ante la ocupación del ejército israelí a Líbano.
Mouaness, productor, guionista y ahora director, explicó a la prensa que retrata justo su último día de escuela cuando era niño y ocurrieron la invasión y los bombardeos israelíes; contó que en esa época no entendía qué pasaba, pero la historia quedó en su cabeza y de adulto la recordaba y se ponía muy emocional. Toda la película transcurre dentro de la escuela de Wissam y en los autobuses para la evacuación de los estudiantes.
“Era un tema demasiado delicado y cada vez que escribía esta historia tenía que parar, la dejé por un tiempo y luego de alguna manera nunca me dejó, sentí que era una historia que era necesario contar”, refirió, consciente entonces de que ese momento histórico para su país no había sido abordado.
No obstante, ya existe el antecedente de la obra de teatro Incendios, de Wajdi Mouawad, sobre la brutal guerra civil y masacres en Líbano, que devino la película que en español se tituló La mujer que cantaba (2010), protagonizada por otra de las grandes actrices de Oriente Medio, Lubna Azabal, a quien podemos ver en cartelera en Adam. Mujeres en Casablanca, de la marroquí Maryam Touzani.
Mouaness comentó también que con su ópera prima buscaba unir a la gente de su país y generar un diálogo. Agregó que 1982. El año que cambió el Líbano habla realmente sobre el deseo humano arraigado de que no importa qué esté pasando, la gente tiende naturalmente a querer refugiarse en las cosas cotidianas, a querer seguir haciendo sus cosas cotidianas, a seguir haciendo su vida normal.
“Me dijeron que no lo hiciera cómo quería hacerlo, que era una situación muy polémica e iba a meterme en problemas; les dije que esperaran a ver cómo iba a hablar de este tema, porque si iba a hablar de la guerra, lo haría desde una perspectiva humana, desde los dos lados del conflicto, pero lo haría con respeto”, expuso en la rueda de prensa vía Zoom desde Los Ángeles, California.
Sobre cómo trabajar con niños en una película de la guerra, dijo que fue un largo proceso de 2 años.
“Trabajé con un amigo mío, un dramaturgo que trabajaba con niños en talleres y diferentes clases, con él descubrí que los niños tienen un rango y una complejidad emocionales sumamente ricas, y que la riqueza de las interacciones de los niños no es necesariamente entre ellos sino con los adultos porque pueden expresar mucho sin decirlo.
“Tuve un proceso de seis semanas durante las cuales comencé a trabajar con los niños, donde comencé a entender cuáles eran sus miedos y cuáles eran las cosas que los movían emocionalmente. Me di cuenta que debía dejar de proyectar mi propia vida en las vidas de los niños para poder crear sus reacciones, porque ellos debían crear su propia vida interna que es muy diferente a la de los adultos”.
El tema de la invasión rusa a Ucrania que se inició en febrero pasado y que ya ha cobrado miles de muertos, era inevitable, y trajo a Oualid Mouaness los recuerdos no de su película, sino de su niñez.
“Esta es una pregunta muy emotiva. Me parece que hay algo muy triste al pensar que la historia se repite, sé que el pueblo ucraniano es muy resiliente, he visto la cantidad de armas que pueden llegar a un lugar y eso es preocupante. Me parece triste que hemos perdido la capacidad para entablar un diálogo real, hay un agresor que es Rusia y del otro lado está la OTAN con Estados Unidos, y del otro lado está el pueblo ucraniano que por más que sea resiliente está atrapado entre esas lógicas. No soy político, pero como pacifista me hubiera gustado que los políticos hicieran algo para evitar esta locura.
“El mensaje que puedo dar es que la guerra nunca es la respuesta. Por ejemplo, Líbano hasta ahora está viendo una ventana de esperanza porque no fue solamente lo que pasó en 1982, hubo de nuevo otra guerra en los dos miles y luego la explosión en Beirut. Ucrania debería hacer lo posible para parar todo este conflicto antes de que siga escalando, y es evidente que hay muchas tensiones. Me rompe el corazón. Es desgarrador cuando ocurre una guerra así, me recuerda a lo que ocurrió en Líbano en 2006.
Esta película habla en un tono más positivo, pero lo que dice es que después de una guerra el mundo nunca vuelve a ser el mismo”, expuso el cineasta libanés, conmovido y al borde del llanto.