Un mexicano que se respeta lucha para defender su casa con uñas y dientes, sin importar el tamaño ni la fuerza del extraño enemigo; tal como lo hicieron tres gladiadores que se impusieron frente a dignos representantes de grandes naciones: un brasileño experto en capoeira, un ruso que parecía sacado de Rocky IV, y un panameño que dominaba las artes oscuras.

Ninguno de los extranjeros pudo contra la tercia compuesta por Ikaro, quien lució un elegante atuendo de charro en su regreso a los cuadriláteros (tras una lesión de codo que lo obligó a parar), Skayde, leyenda vida que ha brillado en los escenarios más prestigiosos del planeta, y Pig Decapitador, un luchador completo que por poco parte a la mitad a su oponente con una plancha destructora que terminó el combate.

Este año el Grito de Independencia lo dieron cientos de gargantas mezclado con mentadas de madre, motivadas por una falta de respeto inaceptable para el Himno Nacional cometida por Veneno, quien se dijo mexicano luego de darle la bendición a los niños, además de sacar a bailar a las señoras durante su entrada al cuadrilátero.

Portando un particular sombrero de paja, y con movimientos firmes del brazo, dejó claro su dominio sobre la brujería. “No soy extranjero, soy mexicano que nació en otro país”, dijo antes de entonar los versos de Francisco González Bocanegra. Segundos más tarde, justo después del “sonoro rugir del cañón”, la letra se pasó bruscamente al inglés: “O say can you see, by the dawn's early light”, cantó, entre una lluvia de insultos de los presentes.

Ahí le arrebataron el micrófono y pasaron de las palabras a los golpes. Los extranjeros tomaron la iniciativa con puñetazos y patadas que lanzaron a los científicos a la lona, para después correrlos del cuadrilátero. El mal comenzó en ventaja... pero faltaba mucho más.

Ciertamente, los luchadores fueron la mitad del espectáculo, junto al público que los cubrió de ruido. Trompetas, groserías y arengas condimentaron el ambiente donde seis atletas de alto rendimiento sacaron lo mejor de sí.

Entre todos ellos, Ikaro fue el protagonista del encuentro. Venía de una luxación en el codo izquierdo que le prohibió combatir durante más de 90 días. Las voces de cada uno de los presentes se fundieron para pintar el lugar con su nombre. Estaba frente a su gente, la misma que presenció su accidente, para después comprar boletos en su beneficio. El reencuentro fue romántico, por decir lo menos.

Cosa curiosa, el luchador ruso, Bogdan Klimov, no entendía el español en su totalidad; por eso bajó del ring y fue a abrazar a un aficionado que le recordaba a la progenitora desde primera fila. Eso sí, hablar español no es requisito para repartir patadas entre sus oponentes.

Es prudente mencionar que el réferi (conocido como Zucaritas, un hombre que tiene su porra personalizada) se puso en la esquina ruda tan pronto como inició el combate. Sus ojos azules no vieron ninguna de las faltas al reglamento que cometieron los extranjeros; como ponerse tres contra uno.

El pecho de los científicos terminó rojo por tanto raquetazo, pero los gritos de apoyo inclinaron la balanza a su favor. Cobijados por gritos de "¡Sí se puede!", lograron darle la vuelta a un combate que parecía casi imposible de ganar.

Veneno asestó incontables golpes de karate contra la anatomía de sus contrarios, cuyo sonido no dejó lugar a dudas; el ruso lanzó a sus oponentes como si no pesaran nada; y el brasileño alardeó de movimientos de capoeira (que hizo lucir fáciles), como patadas invertidas, mortales con rodillazos y similares.

Cada movimiento fue espectacular. Su fuerza cortó el viendo cada que corrieron para taclear a sus oponentes. Pero aunque pegaron más fuerte que la inflación, poco pudieron hacer contra los movimientos de lucha libre que recibieron al mayoreo.

Creo que los rudos vendían hule, porque el público les gritó "huleros, huleros, huleros", o algo que no pude distinguir con claridad. No fue gratuito, pues le echaron montón a los técnicos. Pig Decapitador les escupió en la cara para liberarse, pero no lo consiguió.

Unos minutos después llegó el revire del bando técnico. Unas tijeras bastaron para sacar a los contras del ring, para terminar sobre algunos aficionados.

Ahí la rudeza se le acabó a Veneno, quien suplicó por su integridad a sus castigadores. Lo mismo pasó con Zumbi, cuya cabeza rebotó contra el portón de entrada, lanzada por el brazo recién recuperado de Ikaro. La venganza no tardó en llegar para los locales.

Los que comenzaron la lucha 'bien leones', terminaron sentados en el esquinero, abiertos de piernas... con una silla en salva sea la parte. Sin compasión, los técnicos impactaron el metal contra las partes blandas. Uno por uno, los tres rudos sufrieron el mismo castigo. Ahí se molestó el réferi e intentó pararlo; pero le tocó lo mismo.
El duelo de ovaciones entre rudos y técnicos fue contundente a favor de los mexicanos, por lo que Ikaro y Zumbi se retaron en baile. El brasileño presumió dotes de capoeira, pero el público se enamoró más del zapateo alrededor del sombrero que se aventó el mexicano.
Finalmente, el peso completo de Pig Decapitador cayó en plancha contra Veneno desde la tercera cuerda. No había forma de levantarse de eso, y así terminó la batalla patriótica. Eso sí, todos unos profesionales, los seis guerreros se fueron con la mano en alto, cobijados por el grito de ¡Esto es lucha!
SNGZ