En un deporte que se mide por centímetros, él juega desde otro lugar: el de la cabeza. “Voy a tratar de controlar lo más posible mis emociones y espero que con eso se puedan llegar los resultados.”
Podría sonar a frase hecha, pero en su voz no hay impostura. Hay alguien que ha entendido que la mente, si se desboca, puede arruinar cualquier swing. Madariaga lo sabe y por eso trabaja con terapia, respira entre hoyo y hoyo y se recuerda que hay más cosas que solo el golf. Palabras que no suelen escucharse en un campo donde la mayoría compite con el ego, no con el alma.
Esta semana, Madariaga está a punto de escribir una página inédita: participa en el World Wide Technology Championship, uno de los torneos más importantes del calendario del PGA Tour y lo hace en casa, en Los Cabos. Ser parte de ese field no es un dato menor: es un salto de realidad para un jugador que hasta hace nada competía en el circuito nacional y que hoy se mide con nombres que veía por televisión. Su sola presencia ya es una señal de época: el golf mexicano empieza a mirar al mundo de frente.
Jugar en casa —con tu gente, con tus amigos, con tus padres en la galería— puede ser un arma de doble filo. Para algunos, presión. Para Alejandro, combustible:
“No sé si presión, pero sí orgullo. Tener un torneo aquí en México, representarlo, y hacerlo con mi familia y mis amigos cerca me hace muy feliz.”
No lo dice como quien se justifica, sino como quien se reconoce. Él sabe que, en un país donde el golf sigue pareciendo deporte de club cerrado, tener torneos de esta magnitud es una forma de abrir ventanas. “Es una gran oportunidad para crecer el golf mexicano”, explica. Lo dice con la convicción de quien ve en su generación un cambio de ADN: menos solemnidad, más trabajo emocional.
La suya es una camada que ya no busca solo la técnica, sino el equilibrio. Maradiaga habla de su familia con la naturalidad de quien sabe que sin ellos no estaría ahí. “Por más corta que sea mi carrera profesional, ha sido muy larga de juvenil y amateur… por ellos estoy acá.”
Su discurso no necesita adornos. No hay marketing detrás, solo esa mezcla de nervio y vulnerabilidad que distingue a los que todavía sienten.
“Lo que más me estresa… soy yo mismo. Cuando estás estresado lo puedes sacar con quien sea, y eso es lo que trato de evitar.” Esa frase lo define más que cualquier tarjeta de score. Maradiaga no solo está aprendiendo a jugar golf; está aprendiendo a convivir consigo mismo.
El mexicano Alejandro Madariaga señala que mantiene la calma y se concentra para poder tener una buena actuación en el World Wide Technology Championship
— La Afición (@laaficion) November 7, 2025
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A los 20 y tantos, recién estrenado campeón del Bajío Open 2025 —su primer título profesional en la Gira Mexicana—, ya da señales de lo que puede ser: un golfista con cabeza fría, pero con alma caliente. El tipo que no necesita gritar que quiere ganar, porque su serenidad ya es una forma de victoria.
Quizá el secreto de Alejandro Maradiaga sea justamente ese: entender que antes de dominar el green, hay que dominar el ruido interior.
MGC