Cultura

“Tennessee Williams es un poeta de la escena”: David Olguín

Artes escénicas

El director de escena considera que la obra 'El zoológico de cristal' es un trabajo sobre la memoria, la nostalgia y el paso del tiempo.

El director de escena y dramaturgo David Olguín monta su versión de El zoológico de cristal (The Glass Menagerie, 1944), que considera un trabajo sobre la memoria, la nostalgia y el paso del tiempo, de quien valora “un poeta de la escena” entre los dramaturgos estadunidenses, Tennessee Williams.

“Eso me enganchó. Es una exploración que vengo siguiendo desde los últimos montajes que he estado haciendo. La nostalgia es un tema que me gusta mucho en el sentido de cómo se deposita el tiempo en las personas y en las cosas”, justifica su participación en la producción de Fernando Valenzuela Castro.

El zoológico de cristal vuelve con nueva traducción de Olguín y Anaïs Umano, para corta temporada en el Teatro El Milagro del 29 de agosto al 21 de septiembre, con funciones de viernes a domingo.

Laura Almela interpreta a la posesiva madre sureña Amanda Wingfield; Umano, a Laura, su hija con discapacidad física y tímida que colecciona animalitos de cristal; Miguel Cooper, a Tom Wingfield, el hijo, empleado de almacén, escritor frustrado y narrador de este drama familiar, y David Olguín Almela da vida también a Tom joven y a Jim O'Connor, su compañero de trabajo y amor platónico de Laura.

Montaje familiar donde Olguín dirige a su esposa Laura Almela y a su hijo David Olguín Almela, quien debutó en noviembre de 2023 como el protagonista de El cojo de Inishmaan, de Martin McDonagh.

“A Tennessee Williams lo hemos leído siempre como el gran maestro del realismo psicológico, pero este texto en particular es el preámbulo de otro que se llama Camino Real (1953), donde él se estaba permitiendo, en el momento de mayor éxito en Broadway como contador de historias, un mundo diferente, acercarse al teatro con otros lenguajes”, señala Olguín, fundador y directivo de El Milagro.

El director explica que cuando él y Umano empezaron a hacer la nueva traducción de El zoológico de cristal se dieron cuenta de que la edición más popular, publicada por Losada a finales de la década de los 50, resultó más bien una adaptación, no el texto original del dramaturgo y premio Pulitzer.

“Fuimos descubriendo todas sus notas de producción de Williams, donde dice justamente eso, que El zoológico de cristal es un texto no realista, que le interesa que estas imágenes proyectadas en una pantalla, él sugiere muchas, sean un mecanismo para despertar la evocación en el espectador”, expone.

El zoológico de cristal se estrenó en México en 1953, con el nombre de Cristal en tu recuerdo, bajo la dirección de Dagoberto de Cervantes en la Sala Moliére, y la más reciente producción antes de la actual fue en 2018, dirigida por Diego del Río en el Teatro Helénico, con Blanca Guerra y Pedro de Tavira.

—¿Considera a El zoológico de cristal la obra más autobiográfica de Tennessee Williams?

El tema, aparentemente, tiene un lado anecdótico. Pero Williams lo que está haciendo acá es un trabajo sobre la memoria, la evocación, la nostalgia, el paso del tiempo. Él está metido mucho en la relación del destino de su propia hermana, que tuvo una crisis psicológica terrible. Ella creció con él, y los separaron. Fue diagnosticada con esquizofrenia y, como eran en aquellos años, finalmente le hicieron una lobotomía, que está puesta en el texto a partir de ese cuerno de unicornio que le mochan a la piececita de cristal. Y Williams quedó herido de siempre por esa historia particular.

—¿Cómo se involucra un director en la personalidad de un autor que se refleja así en la obra?

¿Qué me interesaba tocar a propósito de esto? El desgarramiento de alguien que para sobrevivir tiene que abandonar lo que más quiere. Y que son dramas de familia, dramas vitales que se arrastran y que es muy interesante de explorar. Me gustaba mucho la posibilidad de trabajar la presencia del escritor como tal, de esa batalla por los borradores, los borradores imperfectos. Trabajar con la idea de dos tiempos: un joven escritor y otro que ya de regreso sigue escribiendo. Y ese oficio apasionante. Soy dramaturgo y director de escena y conozco bien las batallas internas por tratar de plasmar algo, tanto en el papel como en la escena. Y ahí era ese juego de espejos y reflejos de la escritura y la realización escénica.

—La lobotomía a una mujer Williams la trata abiertamente en Suddenly, Last Summer (1958).

Exactamente. Sí, son temas que en este autor están muy presentes. Es muy interesante esa mirada de los autores del sur en Estados Unidos, que si de por sí tiene muchos heterodoxos en su historia, Tennessee Williams, Truman Capote y William Faulkner, exploran ese mundo del sur profundo, de Nuevo Orleans, que viene siendo toda una mezcla donde no es tan difícil identificarnos también.

—La escenografía e iluminación de Gabriel Pascal me pareció magnífica. Me hizo pensar en el arca de Noé, a propósito del zoológico, pero sobre todo a un naufragio, varado en la arena.

Así es. Exactamente. Eso es lo que buscábamos. Es decir, que tuviera esa metáfora con todas estas sugerencias: un navío, los costillares de un barco, Tom que se va la marina mercante, un lugar donde se encalla el paso del tiempo, un mar que ya no es. Y como bien dice, una metáfora, el arca de Noé, el mundo como metonimia y los objetos viejos, el naufragio de la economía de esta familia y la gran crítica que hace esta generación de autores al sueño americano, al naufragio de vidas. Williams estrena en Broadway El zoológico de cristal justo un año antes de que termine la Segunda Guerra Mundial.

—A propósito de metáforas, El zoológico de cristal de Laura habla de la fragilidad de una familia, la fragilidad de las personas. ¿Qué le dice a usted esos elementos de Williams en su obra?

Son parte de ese elemento simbólico permanente en la obra de Williams. Es algo que recorre prácticamente toda la obra. Él quiso ser poeta. Sus poemas no son buenos, pero se le da la poesía escénica. Están sus textos llenos de acotaciones que tienen una riqueza textual impresionante. Me permití en la adaptación resucitar varios de esos textos, que habitualmente son leídos y que en los montajes realistas se evitaban. Y hoy que hemos recuperado muchos de los elementos narrativos para la escena contemporánea, me parecía muy idóneo resucitar esa fuerza de la poesía escénica de Williams. Ciertamente esos elementos simbólicos están muy presentes en muchos de sus textos. Verano y humo (1948), Orfeo desciende (1957), en Un tranvía llamado deseo (1947), el propio nombre de Blanche DuBois o Estela, son imágenes o nombres que traen de por medio una cuota de poesía y de simbolismo.

—¿Dónde está para usted la vigencia de Tennessee Williams como dramaturgo universal?

Yo diría que en esta profundísima radiografía al comportamiento humano; en su apasionada mirada, su elocuencia en términos de diálogo. Es un poeta de la escena. Y él, que generacionalmente está en ese momento de los dramaturgos realistas estadunidenses, Williams es el más heterodoxo de ellos y eso se lo dio su gusto por la poesía. No en vano el epígrafe de El zoológico de cristal (“nadie, ni siquiera la lluvia, tiene las manos tan pequeñas...”) es de uno de los poetas más heterodoxos de EU, e.e. Cummings, que hace todos estos experimentos de la pérdida de puntuación, de la búsqueda de ritmos diferentes dentro de la poesía. Y que tiene esa exploración del lenguaje que la lleva a puntos donde abre nuevas posibilidades en la teatralidad del siglo XX. Williams estaba vislumbrando el trabajo que continuaría Harold Pinter, por ejemplo, en términos de la ambigüedad, de las mezclas de tiempos, siendo todavía un autor muy anclado en contar historias. Ahí hay toda una riqueza enorme.

PCL


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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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