Alexander Vivero ya ha tocado en el Carnegie Hall y en el Festival Internacional Cervantino; ahora debutará en la edición 28 del Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro. Tiene apenas 16 años.
Vivero (Guadalajara, 2009) desglosa a MILENIO el programa sobre Frédéric Chopin que interpretará el sábado 13 de septiembre, a las 19:00 horas, en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes.
¿Quién es Alexander Vivero?
“La música de Chopin me ha acompañado toda mi vida, realmente la siento bastante cercana”, expone el pianista, de quien en la presentación del programa los organizadores señalaron que tocaría justo el Día de los Niños Héroes, en alusión a la efeméride que recuerda a los defensores de la patria en el Castillo de Chapultepec, el 13 de septiembre de 1847, durante la invasión estadounidense a México.
Vivero inició sus estudios de piano a los cuatro años, composición musical a los cinco y dirección orquestal a los 10; forma parte de la Sociedad de Autores y Compositores de México desde los 12 años, con un catálogo de más de 45 obras de su autoría.
Ha sido ganador de diversos concursos nacionales e internacionales, entre ellos, el Grand Prize Virtuoso en Bonn, American Protégé Music Competition en Nueva York, Royal Sound Composition Competition en Montreal, Concurso Nacional Infantil de Piano Cedros UP y el Concurso Nacional de Piano Manuel de Elías de la Universidad de Guanajuato.
Para el joven, el reto de tocar al piano a uno de los compositores más célebres con obras que todos los grandes pianistas han interpretado y grabado en numerosas versiones implica ir más allá de la partitura.
“En el papel Chopin escribió lo que pudo para transmitirnos hasta el día de hoy, 200 años después exactamente lo que quería, pero uno como intérprete tiene que ir más allá de sólo exactamente lo que escribió Chopin y tomar decisiones muy personales. Por ejemplo, en el cuarto movimiento de la Tercera Sonata, la velocidad dice presto, rápido, ahí el intérprete tiene que decir qué tan rápido, no hay un estándar, qué tan rápido es rápido. Y ahí es cuando empieza a haber diferencias entre versiones.
“Hay gente que por sus propias ideas musicales, por su manera en la que siente la obra, la toca un poco más lento, hay gente que la toca más rápido. Hay muchas decisiones así que tiene que tomar uno como intérprete. Y es lo bellísimo de la música, lo que hace que dos interpretaciones nunca sean igual, así sea el mismo pianista, en el mismo teatro, pero en diferente día, va a ser completamente diferente”, apunta.
Una obra de contrastes
El programa de Vivero abre con el Scherzo número 3, opus 39; continúa con la Sonata número 2, opus 35, la Balada número 3, opus 47, y cierra con la Sonata número 3, opus 58, del compositor polaco.
“Estoy muy emocionado y honrado por este debut en En Blanco y Negro, que es uno de los festivales más importantes a escala nacional. El programa que elegí dedicado a Chopin encaja justamente con la línea curatorial de esta edición, dedicada a la música romántica para piano”, explica el joven pianista.
Recuerda que Chopin (1810-1849) es uno de los padres de la música romántica en piano, instrumento que como compositor e intérprete llevó a niveles inéditos antes de él, a pesar de morirse tan joven.
Vivero, que también incursiona en la composición y en la dirección de orquesta, señala que el programa que eligió para el debut en el festival En Blanco y Negro abarca diferentes periodos de vida de Chopin.
“El programa abre con el Scherzo número 3, una obra de aproximadamente 7-8 minutos. Scherzo quiere decir 'broma' en italiano. Esta obra Chopin la compone estando en Mallorca, en un monasterio. Él sufrió de tuberculosis a lo largo de su vida, lo que finalmente le causó la muerte a los 39 años.
“Debido a la tuberculosis sufría a veces de alucinaciones, que es justamente lo que pasa cuando compone este Scherzo en el monasterio. Es una obra muy bella, tiene muchos contrastes. Está dedicada a uno de sus alumnos y hay partes en ella en la que se escuchan unos corales que se interpretan como un coro de monjes en la distancia, que es probablemente lo que Chopin escuchaba”, comenta Vivero.
Sobre la Sonata para piano número 2, opus 35, conocida como Marcha Fúnebre, el pianista subraya que es la obra más famosa de Chopin y detalla técnicamente con fruición cómo está estructurada.
“Consta de cuatro movimientos, cuatro partes. La primera está en forma sonata como estructura; después tenemos un scherzo que tiene dos partes, una sección en medio que le llamamos trío, que usualmente es más lírico, más lento, más suave que las partes exteriores del scherzo.
“El tercer movimiento es la famosa Marcha Fúnebre, que Chopin compone dos años antes de hacer toda la sonata, en 1837, y el resto en 1839. Esta Marcha Fúnebre tiene igual una sección en medio: un tema al inicio, después una sección en medio y finalmente volvemos al tema del principio”, explica.
¿Por qué la obra de Chopin?
Con evidente pasión, Vivero interpreta no sólo en el piano, sino también en su visión la obra de Chopin.
“El tema del medio es una especie de elevación del espíritu del difunto al cielo, mientras que las partes exteriores son el caminar de las personas que van al funeral en sí. Y finalmente tenemos el cuarto movimiento, que es bastante corto, un minuto y medio, muy fuera de lo común para ser Chopin, quien casi siempre está asociado con melodías muy largas, bellísimas armonías y todo ese tipo de cosas”.
Agrega que en ese cuarto movimiento Chopin rompe con todo y escribe un perpetuo móvil en la pieza.
“Siempre se está moviendo constamente sin detenerse hasta el final. Y escribe en unísono para ambas manos, hace que la mano izquierda y la derecha del pianista toquen exactamente lo mismo al mismo tiempo. Esto es una ráfaga de viento, es el viento que está sobre la tumba donde está el difunto”, señala.
La segunda parte del programa, después del intermedio, abre con la tercera de las cuatro baladas que compuso Chopin a lo largo de su vida, cada una reflejan a un Chopin muy distinto, según el pianista.
“Las cuatro baladas son igual de increíbles realmente. En el caso de la Tercera Balada, tenemos un Chopin sumamente lírico en contraste con el cuarto movimiento de la Segunda Sonata; es un Chopin que se inspira mucho en la voz humana, en el canto. Esta obra dura 7-8 minutos y es muy bella”, dice.
Vivero optó por cerrar el programa de su debut en el festival con la Sonata número 3, que para él es una de las obras maestras de Chopin, junto con la Balada número 4, la Barcarola o la Polonesa Fantasía.
“La Tercera Sonata está estructurada bastante similar a la segunda, tiene igual un primer movimiento en forma de sonata, que es muy curioso, porque Chopin, por algún motivo en ambas sonatas que voy a tocar, omite exactamente igual una parte que usualmente está en la forma sonata, es muy curioso.
“Después tenemos un segundo movimiento que igualmente es un scherzo, la parte rápida; un trío y otra parte rápida, y finalmente llegamos al tercer movimiento, muy lento, bellísimo, una especie de homenaje al bel canto italiano, a la ópera de Vincenzo Bellini, de Wolfgang Amadeus Mozart”, añade.
El cuarto movimiento de la Sonata número 3, presto, es para el pianista una carga emocional enorme.
“Llegar a ese cuarto movimiento que acaba en mayor, la sonata está en sí menor. Por decirlo de una forma muy simplificada, menor es cuando está triste, cuando se escucha triste, y mayor es cuando está alegre. Así que en este cuarto movimiento llegamos a mayor, un mayor triunfal que acaba con muchísima energía. Es un Chopin muy diferente en las cuatro composiciones que interpretaré”, agrega.
Después de su exposición de las obras que eligió, Vivero afirma que el programa es una gran oportunidad de que el público conozca la música de Chopin desde su edad mediana hasta el final de su vida.
“Es un Chopin en muchas facetas, todas igual de bellas. Es un programa muy redondo, que disfrutarían mucho”, concluye Alexander Vivero.
¿Qué es el Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro?
La edición 28 del Festival Internacional de Piano En Blanco y Negro arrancó el sábado 6 de septiembre, en el auditorio Blas Galindo del Cenart, con la presentación de la pianista italo-inglesa Sofia Sacco y el domingo 7, con el también debut en ese cónclave de la mexicana Argentina Durán.
En Blanco y Negro se lleva a cabo los sábados y domingos del 6 al 28 de septiembre, con la participación también de otro pianista mexicano, Rachid Bernal, el suizo Theo Gheorghiu, el cubano Adonis González, el italiano Federico Nicoletta y el chino Haiou Zhang.
hc