Cultura

“Hay que hablar de nuestros dolores”: Pierre Saint-Martin, director de ‘No nos moverán’, favorita al Ariel

Entrevista

Inspirada en su madre y el 68, la película compite por 15 premios de la academia mexicana, incluido Mejor actriz para Luisa Huertas.

La ópera prima del cineasta Pierre Saint-Martin Castellanos (1979), No nos moverán (2024), ostenta 15 nominaciones al Ariel, entre ellas a Mejor actriz para Luisa Huertas, en su primer protagónico en cine.

Pero no siempre fue un largometraje: se fue gestando durante décadas, desde una semilla de corto y de biografía.

“Escribí un personaje basado en mi madre, y Luisa Huertas lo materializó y le dio matices que yo no había imaginado”, destaca en entrevista Saint-Martin Castellanos sobre No nos moverán, cuyo título recuerda a la canción homónima de Joan Báez del álbum de 1974 Gracias a la vida, con temas en español y en protesta por el golpe de Estado en Chile de 1973, y a las consignas contra las dictaduras.

La producción, sobre una anciana, abogada, atormentada, que no olvida la desaparición y muerte de su hermano a manos de militares durante el movimiento estudiantil del 68 y la matanza de Tlatelolco, y que busca vengarse del verdugo, aspira a 15 estatuillas de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas (AMACC) a Mejor: película, dirección, guion original, ópera prima, actriz, coactuación femenina, coactuación masculina, revelación actoral, fotografía (en blanco y negro, de César Gutiérrez Miranda), diseño de arte, edición, vestuario, maquillaje, sonido y música original (de Alex Otaola).

“En la escuela de cine (CUEC) no tuvimos ninguna clase que nos enseñara a escribir largometrajes. Todas las clases de guion eran de cortometraje, de dramaturgia”, comenta a Laberinto Saint-Martin Castellanos, que concibió su filme como corto por el 50 aniversario del movimiento del 68, para 2018, pero también como un homenaje a su madre, Socorro Castellanos, que perdió a un hermano en Tlatelolco.

Realizó cortos en el que fuera Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC, hoy Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, UNAM), sin interés particular por incursionar en el largometraje.

“Hice cortos en el CUEC y para mí era muy importante cómo se hacían, cómo los iba a hacer yo. Para mí, eso era como una finalidad en sí misma. No tenía en realidad la visión de hacer películas. Sí quería, pero no me estaba proyectando hacia ese lugar; hay muchas personas que desde que empiezan la carrera ya están pensando en qué película van a hacer; yo solo quería saber cómo se hacían.

“Practiqué mucho, no solo con mis trabajos, sino también en los de mis compañeros de generación: Enrique Vázquez, que ahora estrena su ópera prima Firma aquí (2024); Federico Ceccheti, que va a estrenar el próximo año Jíkuri. Viaje al país de los tarahumaras (2024), que la coescribí yo, y Astrid Rondero, que estaba una generación arriba de mí y que hoy dirige Sujo (2025, con Fernanda Valadés)”.

No nos moverán se estrenó en el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse en 2024 y ese mismo año tuvo su premier en México en el 39 Festival Internacional de Cine de Guadalajara, en el que ganó los premios a Mejor Película Mexicana y del Público; ya en 2025, se presentó en la 77 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y, al fin, tuvo su estreno comercial el 24 de julio pasado.

El director refiere que hacía cortos “mucho por intuición”, aunque en la UAM Xochimilco ya escribía cuentos, poemas y guiones de radio; trabajó en el grupo de Roberto Fiesco y Julián Hernández, que hizo en 2003 Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás acabarás de ser amor, tratando de entender cómo se escribía y realizaba un largometraje, pero hasta 2010, cuando salió del CUEC, ya se animó.

“Me dije: ‘Hay que hacer una película’. Pero no sabía cómo. Con Paulina Romo, amiga de la UAM-X, empezamos a desarrollar una (Pelicans), pero se extendió; muchas personas se involucraron, como Fernando Eimbcke, mi asesor, que me dio el conocimiento de cómo escribo películas. Después fue tratar el estilo, la forma, la escritura. Y pasé de ese primer proyecto, que era muy ambicioso y requería de coproducción estadounidense, que no tuve, a la idea de No nos moverán, un filme más comprimido que decidí hacer con Víctor Leycegui, mi productor. Nació de la urgencia de filmar”, cuenta el director.

Fue aprendiendo de 2010 a 2018, dice el también coautor del guion final con Iker Compeán Leroux, que además de retomar Pelicans para 2026 planea otra producción llamada La casa de los extraños.

'No nos moverán', película mexicana estrenada en 2025
Fotograma de 'No nos moverán'. (Cortesía)

No nos moverán compite por Arieles contra dos pesos pesados: Pedro Páramo (2024), ópera prima como director de Rodrigo Prieto, nominado cuatro veces al Oscar por su fotografía en Brokeback Mountain (Ang Lee, 2006), Silence, The Irishman y Killers of the Flower Moon (Martin Scorsese, 2017, 2019, 2023) y ganador de cinco Arieles por Sobrenatural (Daniel Gruener, 1995), Fibra óptica (Francisco Athié, 1998), Un embrujo (Carlos Carrera, 1998), Amores perros y Biutiful (Alejandro González Iñárritu, 2000 y 2010), que busca 16 Arieles. Y La cocina, con la que aspira a 15 Arieles Alonso Ruizpalacios, de quien Güeros ganó cinco (ópera prima, dirección, película, fotografía y sonido) y Una película de policías (2021), estrenada en la Berlinale, fue nominada a 10 y ganó seis (dirección, actriz, actor, guion, largometraje documental y edición), además de un Oso de Plata también en Berlín por el guion de Museo (2018).

Así, No nos moverán solo está abajo de Pedro Páramo, con sus 16, e iguala a La cocina, que va por 15. Sujo tiene 13; Corina, 9; Arillo de hombre muerto, 3, y Jíkuri. Viaje al país de los tarahumaras, 2.

¿Cómo fue el proceso de pasar de contar una historia en corto a contarla en un largometraje?

La escritura me gustaba mucho desde la UAM, escribía cuentos, poemas, guiones de radio, televisión, pero, la verdad, no era un gran lector, no era mi fuerte, no como mis amigos, que son maravillosos y ávidos lectores. Había cosas que me gustaban y las emulaba o trataba de implicarlas en mis cosas. Y con los cortos pasó así. Me costó mucho trabajo entender que eran como un cuento. Tardé los cinco años que estuve en el CUEC en aprender eso. Y cuando ya sentía que sabía escribir un cuento o un corto, había que pasar a largometraje. Y eso era muy difícil. No tuvimos ninguna clase que nos enseñara a escribir largometrajes. Todas las clases de guion eran de cortometraje, de dramaturgia, de corto. Vi las estructuras dramáticas de los filmes que me gustaban o en los que trabajaba, y eso me ayudó. Lo fui aprendiendo con Paulina Romo, coguionista de Pelicans, que ahora vamos a producir el próximo año; y con Fernando Eimbcke, mi asesor, que me enseñó a escribir guiones de largometrajes.

¿Cómo cambió su concepción del guion?

Fue prueba y error. Empecé a entender más o menos de qué se trataba, pero fue un camino largo, tortuoso. Si leyera más sería más fácil para mí escribir; ahora ya lo hago más, pero en su momento eran muchas cosas de intuición, aunque también sirvió a la escritura pensar cosas más desde la vivencia. Escribir mi diario me sirvió de práctica y ver las películas desde el punto de vista dramático, porque antes veía los cortos más desde el punto de vista cinematográfico, más del lenguaje, de la cámara, de la puesta en escena, que era lo que más me interesaba del cine. La historia y los personajes también, pero no tanto; hasta que empecé a escribir películas ya todo fue para mí el personaje: no puedo pensar o escribir una historia si no entiendo el personaje, qué es lo que quiere decir. Esa es la brújula esencial.

Ha dicho que detrás de No nos moverán está la historia de su mamá y su tío. ¿En qué momento decide llevar la idea original de la anécdota familiar a la ficción, o incorporarle la ficción?

En realidad es al revés. Fernando Eimbcke, cuando fue mi asesor de guion, me decía: “Tienes que integrar más tu vida personal; buscar en tu herida emocional y sobre ella trabajar el guion, porque tú quieres decir algo acerca de eso y tienes que meterlo a la ficción”. Y eso me costó mucho trabajo. Y ya cuando lo entendí un poco, lo incorporé a ese primer guion y ya después, cuando cambié de proyecto… Yo tenía pensado No nos moverán como un cortometraje para el 50 aniversario del 68, que fue en 2018, acerca de una mujer que trabajaba con un hombre mayor, lo maltrataba, pero sí lo cuidaba; ya después te das cuenta de que él era militar y ella, mayor, era la madre o hermana de una de las personas que él asesinó. Tomé de inspiración una fotografía que aparece en la edición de ERA de La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska, una imagen donde dos militares salen castigando a un estudiante. Y pensé: ¿qué pasaría si esa persona es familiar de alguien y es la última fotografía que éste vio de él?

¿Y cómo entra su mamá en la historia?

Cuando pido consejo a Paula Markovitch y le platico un poco del proyecto y cosas de mi vida, ella me dice: “Ah, pues esto creo que es un fresco de tu madre, deberías de meter más a tu madre ahí, a lo mejor ella es”. Le dije que sí estaba un poco basado, pero en realidad no. Y es Paula quien me empuja a que ya sea algo más biográfico: “Tiene que ser más biográfico, va a ser más importante, va a tener más sentido para ti y debes ponerte más tú”, me dijo. Yo le hago caso completamente y me aviento. Todo tiene cuestiones biográficas. Y casualmente, cuando estaba surgiendo esta escritura, mi madre enfermó, ya lo estaba de mucho tiempo, pero empeoró. Pensábamos que iba a morir. Y pues le quise escribir, que este guion y la película fueran un homenaje a ella, una carta de amor en la que le decía que ya no tenía que pelear, porque mi madre es muy peleonera, y había muchas cosas en que no estaba en paz. Y eso le quería decir: que se fuera en paz. Ya está bien ella ahora. La parte luminosa es que mi madre mejoró.

Nominada al Ariel como Mejor Actriz
Luisa Huertas, nominada al Ariel como Mejor Actriz por su interpretación de Socorro en 'No nos moverán'. (Cortesía)

Luisa Huertas (San Salvador, 1951) encarna en la película a la abogada Socorro Castellanos, que se llama como la madre de usted. Es una coincidencia que la primera actriz también esté interpretando a Rosario Castellanos en la obra de teatro Prendida de lámparas, que se montó en el teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM por el centenario de la escritora. Y creo que es el primer protagónico para la maestra Huertas en cine y su primera nominación al Ariel como Mejor actriz en 40 años de carrera, aunque ya recibió cuatro en Coactuación. ¿Qué encontró en ella?

Siempre fue mi primera opción. Quería que el personaje tuviera una fuerza inmediata, que uno pudiera percibir una energía, una cabalidad, una determinación en él, porque es verdad que está tan basado en mi madre, que es una mujer así. Necesitaba las características de mi madre en una actriz, y las encontré en Luisa Huertas, que además le aportó al personaje también una fragilidad hermosa, a muy poca gente se le ocurre que Luisa puede aportar eso, pero ella es fantástica. Ella aporta también un dolor, como situaciones personales, y también la fuerza que la caracteriza. Yo escribí un personaje basado en mi madre y Luisa lo materializó y le dio matices que yo no había imaginado, como una comicidad propia de ella, una ironía que tiene intrínseca. Te aburriría diciéndote todas las cosas que aporta, pero, sobre todo, siento que la aportación determinante fue, sobre todo, la fragilidad y emocionalidad.

Otros tres de sus actores, Juan Carlos Colombo (coactuación masculina), Agustina Quinci (coactuación femenina) y José Alberto Patiño (revelación) también están nominados al Ariel, y me asombra que no estén Rebeca Manríquez y Roberto Oropeza. ¿Cómo logró semejante elenco?

La dirección de casting tiene un crédito gigantesco, si no es que la mayor parte del crédito. Luis Maya, amigo y socio ahora, es el director de casting, llevo trabajando con él desde No nos moverán y difícilmente me veo sin él. A Luisa Huertas la tenía yo clara desde que estábamos en el argumento, tenía que ponerle un rostro para las carpetas de desarrollo y me puse a investigar un poquito y cuando encontré a Luisa dije: “Ah, pues ella, ella me gusta, me parece una buena opción”. Teníamos que ir por Luisa. Y, para cerciorarme, la vi en un programa de entrevistas con Óscar Uriel, TAP, y dije: “Es ella”. Le mandamos el guion, le gustó y quedamos muy contentos de que fuera así. Todo terminó en una historia feliz. Al resto del elenco nos los encontramos por medio de una labor de casting exhaustiva.

Agustina Quinci interpreta a Lucía, nuera argentina de Socorro. Es muy dura la conversación que ambas tienen sobre los desaparecidos en el 68 y en las dictaduras sudamericanas, son espejos, con 30 años de diferencia de edad. ¿Qué buscaba al poner a dos mujeres así frente a frente?

Tuve una pareja uruguaya y conocí más acerca de su historia, de su país, de las dictaduras en Sudamérica. Siempre pensé que el 68 era el inicio de una dictadura —no el inicio porque estábamos desde hacía muchos años con el régimen priista—, pienso que entonces se sintió más ese tipo de dictadura, una pelea entre el Estado y los civiles, aunque hubo antecedentes al movimiento estudiantil del 68. Después de la masacre del 2 de octubre y lo que pasó con la guerra sucia, pienso que tiene un paralelismo hasta nuestros días. Y esos paralelismos de guerra sucia, de guerra del Estado contra civiles también existieron en Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, donde hubo dictaduras, en las que el Estado no le daba seguridad a la gente, en que las autoridades, la función judicial y legal, no trabajan en pro del ciudadano. Queríamos plantear que lo que sucedió en México también ocurrió en muchos lados.

¿Hay en su película verdugos y víctimas? ¿Qué son para usted estos conceptos?

Como veo la vida, no me gusta pensar en esos términos de bien o mal, de blanco y negro, la vida es bastante más compleja que eso. Sin duda hay personas sádicas, sociópatas, pero mi opinión es que tenemos más cosas en común que diferencias entre nosotros. Y para anclarlo al mundo del 68, siempre se ha visto, por ejemplo, a los militares y a los policías —aunque con muy buenas razones— como enemigos. Pero hay militares, policías, que son parte de nuestras familias. Tengo un primo, médico militar, al que le toca luego ir a Michoacán, a lugares de conflicto. Y es un pan de dios. Así es un poco el asunto. No todos los militares son asesinos despiadados, ni todas las personas en el poder son megalómanas, narcisistas, sociópatas. Todas esas etiquetas definitorias quitan el punto importante que es encontrar puntos de conexión. Yo no compro eso de víctimas y verdugos, la verdad, no lo compro.

¿La justicia requiere perdón?

No lo había pensado. Pero sí, tiene que haber una penalización para evitar que eso vuelva a suceder.

¿Qué no le dejó vivir a Socorro: el deseo de venganza o el sentimiento de culpa?

Su culpa.

¿A quién tenía que perdonar Socorro?

A ella misma.

¿Qué le dijo su mamá después de haber visto su filme y a Luisa Huertas encarnar a Socorro?

Le gustó mucho. Y le gustó mucho la interpretación de Luisa Huertas, se conmovió. Estaba feliz. Siente que le hicimos un homenaje ese año (2018) a mi tío Jorge. Su muerte fue algo que estuvo en silencio mucho tiempo. Y ahora, con la película, lo pudo sacar, el secreto de la familia, y eso le ha hecho bien. Hay que hablar de nuestros dolores para poder juntarnos y entender que somos más parecidos de lo que creemos. Mi madre siente que mi tío tuvo ya una justicia de alguna manera. Yo lo que deseo a todas las madres de desaparecidos —como deseo a Socorro, como a mi madre— es que encuentren la paz.

AQ

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto
Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.
Más notas en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto