Cultura

Christine Molloy: "Es importante avanzar sin dejar de mirar al pasado"

Entrevista

La realizadora irlandesa visitó México para presentar ‘Baltimore’, una película sobre la militante Rose Dugdale, donde la identidad, la culpa y la figura del doble reaparecen como claves de su cine en coautoría con Joe Lawlor.

Christine Molloy y Joe Lawlor forman una pareja sui géneris: son irlandeses, esposos y hacen cine juntos, desde la escritura de guion hasta la edición final; desde ficción hasta documental autobiográfico.

Molloy regresó a México, años después de un primer viaje al Festival Internacional de Cine de Morelia, para abrir la Semana de Cine Irlandés en Cineteca Nacional con su filme: Baltimore (2023), un drama protagonizado por la estrella inglesa Imogen Poots, quien encarna a la joven de familia aristócrata Rose Dugdale (1934-2024), que se convierte en voluntaria radical del Ejército Republicano Irlandés (ERI).

Con sarcasmo crítico, Molloy aclara que su esposo Joe no viajó a México porque sólo ella fue invitada.

Fascinada por la migración irlandesa hacia América Latina y México (con la dinastía mexicana de Cecil Crawford O'Gorman y sus hijos Juan y Edmundo), que inspiró su primer documental, Further Beyond (2022), a partir de la figura de Ambrosio O'Higgins (1720-1801), gobernador del Reino de Chile y virrey de Perú en el siglo XVIII, e irónicamente padre de Bernardo O'Higgins, prócer de la independencia chilena, Molloy (Dublín, 1965) se molesta porque en Estados Unidos cambiaron el título de Baltimore por Rose's War, que genera confusión con la historia real de la protagonista de la película.

"No existe sólo un Baltimore. El Baltimore original, de hecho, está en la costa sur de Irlanda", comenta en entrevista con Laberinto, en la que, como buena irlandesa, admite su interés y el de su esposo por la figura del doble, que puede constatarse en buena parte de sus películas de coautoría con Joe Lawlor, con quien creó en 1992 la productora Desperate Optimists, un juego de palabras del humor dublinés.

En Helen (2008), la ópera prima de la pareja, una adolescente (Annie Towsend) asume la vida de una chica desaparecida cuando la policía le pide participar en la reconstrucción del caso; en Mister John (2013), el actor fetiche de la pareja, Aidan Gillen, se busca en la vida de su hermano muerto en Singapur; en Rose Plays Julie (2019), una estudiante de veterinaria (Ann Skelly) retoma el nombre con el que la bautizó su madre (Orla Brady) antes de darla en adopción, para interpretar un falso rol de actriz para castigar al padre (Gillen). En Baltimore, la Rose aristócrata se enfrenta a su versión radical.


Usted y su esposo han hecho juntos teatro, performance. ¿Cómo es que devinieron cineastas?

Mi esposo Joe y yo siempre hemos trabajado juntos, comenzamos en Irlanda en los ochenta con trabajo comunitario; pasamos a estudiar a Inglaterra en 1987 y acabamos en un pequeño colegio de arte independiente, donde no había reglas, se enfocaba más en cuestionar todo: cómo funcionaban las cosas, cómo se establecía una narrativa, qué era un performance, qué era la actuación... Todas estas grandes preguntas que nunca se nos habían ocurrido. Y eso formó nuestro pensamiento y el tipo de trabajo que comenzamos a crear, pero, siempre, detrás de todo, estaba el cine, porque es la forma de arte con la que ambos teníamos la mayor conexión y sobre la que hablábamos más.

La gente olvida que en los ochenta hacer cine parecía algo muy lejano para la mayoría de las personas comunes, era muy costoso, y siempre sentimos que no había forma de hacerlo. Con la tecnología digital y las innovaciones se ha vuelto más accesible para muchos. Así que tomamos la decisión de alejarnos del performance y comenzar a hacer cine. Hemos filmado cortometrajes durante muchos años antes de nuestro primer largometraje. Y me sorprende que sigamos haciendo cine, porque nuestro trabajo no es comercial, es difícil. Siempre es una lucha lograr hacer estas películas, pero lo hemos hecho.

¿Cómo mantener la propia individualidad cuando se trabaja en pareja? Ustedes juntos escriben los guiones, filman, editan... Hay muchas parejas de hermanos cineastas (los Coen, los Dardenne, los Taviani, incluso hermanas, las Wachowski), pero no de esposos cineastas.

Esto se remonta a cuando fuimos a Devon, Inglaterra, a estudiar, e hicimos teatro. Hacíamos todo juntos: el escenario, vestuario, escribíamos, dirigíamos, actuábamos. Si estás intentando crear un trabajo muy personal, que viene de ti mismo, necesitas hacerlo todo. Y trajimos esta mentalidad a nuestra producción de cine. En nuestras mentes, todo es parte del proceso creativo, una extensión de lo otro. Y en medio tienes el trabajo de realmente filmar. La idea de escribir un guion y de que no llegáramos a dirigirlo no tenía sentido, pero es difícil convencer a las personas de que podemos hacer todo, porque el cine suele ser bastante conservador, quizás por lo costoso; la gente tiene ya ideas definidas sobre los diferentes roles que se deben desempeñar. Necesitábamos una productora que simpatizara con nuestras ideas. Y, aunque vivimos en Londres, hacemos todos nuestros filmes en Irlanda, porque las personas nos apoyan en nuestra forma de hacer las cosas. Somos muy afortunados.

En sus filmes de ficción y sus documentales, la identidad es un leitmotiv. Por eso quisiera insistir en cómo se puede abordar el cine en pareja, con dos identidades, dos trasfondos distintos.

Lo hemos hecho durante tanto tiempo y hemos estado casados durante mucho tiempo. Desde antes de salir de Irlanda, ya estábamos casados y trabajábamos juntos. Y lo hicimos durante tanto tiempo que realmente desarrollamos una comprensión mutua. También hemos aprendido a abordar las fortalezas del otro, a elevar las fortalezas del otro. No podemos tener un ego en esa mezcla, porque siempre estuvimos luchando por trabajar, por hacer de nuestras producciones lo mejor posible. Esa fue la intención desde el inicio. Tenemos gustos similares, pero esto quizás es porque hemos desarrollado nuestros gustos juntos. Hemos estado creando y viviendo cine desde que nos conocimos; tenemos esta historia de lenguaje compartido. También estudiamos juntos en la universidad. Sí, a veces he pensado qué habría pasado si hubiésemos trabajado separados. Pero no es el camino que decidimos tomar. Asumo que las cosas serían distintas. Abordar una obra se basa en colaboración y diálogo. Y en un mundo donde tenemos al autor y la voz del autor, ya estamos colaborando y teniendo diálogo.

¿Cómo es el proceso en pareja que desemboca en una película?

Pues normalmente comenzamos con una plática, sobre algo que nos interesa. Trabajamos y lo grabamos durante cierto tiempo antes de escribirlo. Y cuando comenzamos a escribir, normalmente Joe hace la primera versión del guion, porque es la manera en la que siempre lo hemos hecho. Y luego es un vaivén entre nosotros. Por supuesto, hay muchas, muchas versiones de un guion antes de llegar a la producción y a la filmación. Y dirigir, de alguna manera, es lo más fácil. Ambos estamos ahí, nosotros estamos haciendo el trabajo. Yo tiendo a editar nuestros productos de ficción y él, los documentales. Pero a ambos nos encanta esa parte del proceso también. Tenemos ya nuestra forma de trabajar y funciona muy bien para nosotros. Pero siempre comienza con esta conversación inicial, el intentar comprender qué es lo que estamos intentando hacer antes de empezar a escribir. Y una vez que comenzamos con ello, podemos llegar a cierto nivel de obsesión y las cosas se vuelven inamovibles.

En sus películas de ficción e incluso en sus dos documentales Further Beyond y The Future Tense aparece la figura del doppelgänger, del doble, algo muy irlandés, por cierto. ¿Por qué?

Para nosotros siempre ha sido muy importante, y no parece que podamos alejarnos de esto. Siempre hay variaciones con respecto a esa idea. Realmente comenzó cuando nos fuimos de Irlanda y llegamos al Reino Unido en 1987, y también nos fuimos de la ciudad a un área rural. Entonces, la manera en que nos hizo cambiar y pensar con respecto a nosotros mismos, siempre la hemos abordado en el cine. Hubo un momento en el que trabajamos con un producto que se llamaba Anatomy of an Exile, en el que analizábamos la manera en que nos había cambiado todo esto. Siempre han estado presentes estas preguntas desde el inicio. Es algo que se repite. En Baltimore, Rose Dugdale adopta otros personajes, otras personas, y de cierta manera se redefine como alguien completamente nueva y rechaza su pasado.

Todos los protagonistas de sus películas parecen tener siempre culpa de algo, de su pasado. ¿La culpa también la asumen ustedes como leitmotiv de sus películas?

Absolutamente. Irlanda es un país que ha pasado por muchos periodos traumáticos durante su historia; la vida ha sido dura para su población, puede ser un lugar difícil. Y, sí, las personas se sienten culpables de muchas cosas, por todo. Y es difícil deshacerse de eso. Son cosas que no hemos podido soltar y que por supuesto aparecen en nuestras producciones. Tenemos en Mister John a esta persona que deja Irlanda, se va a Londres y luego a Singapur. Rose Dugdale hace el viaje de Inglaterra a Irlanda. Hay una autora que dice que en diferentes lugares, diferentes cosas ocurren. Y pueden surgir diferentes versiones de una situación. Habla también de comprender cómo debemos seguir yendo hacia adelante y que es importante no olvidar el pasado ni desecharlo, porque es como una caja de herramientas para avanzar. Es muy importante para nosotros mirar hacia atrás conforme avanzamos.

Las mujeres en sus películas tienen mucha fuerza, aun cuando atraviesan situaciones límite como en Rose Plays Julie o que se radicalizan como en Baltimore. ¿Cómo logran que sus actrices y actores llenen a esos personajes?

Nos encanta trabajar con actores, buscamos trabajar con ellos, nos ayudan a crear el cine. Es lo que buscamos cuando intentamos saber quién va a tener qué papel, en las conversaciones con las personas; estamos menos interesados en los incidentes, que en la psicología y la presencia de una persona en el escenario, y la esencia que traen a un personaje, y lo que eso puede comunicar. Nos gusta que las cosas queden un poco más tenues, es un enfoque algo anticuado en términos de actores en la pantalla. Me encanta enmarcar, encuadrar caras y pensar en qué está pensando una persona, y casi ver el proceso de pensamiento. Y buscamos la manera de ayudar a los jóvenes. Nos encantó esta actriz (Ann Skelly) que hizo este estupendo papel en Rose Plays Julie. Es una actriz muy joven con inteligencia, sabiduría. Sentimos que hemos logrado nuestro cometido cuando no necesitamos hablar con el actor o actriz sobre su personaje, simplemente redirigimos algunas cosas conforme avanzamos. Es muy emocionante ver a alguien dar vida al personaje que hemos visualizado, al que traen su energía e inteligencia.

¿Aidan Gillen es su actor fetiche? Sale en casi todos sus filmes, aun documentales. Es genial.

Amamos a Aidan. Cuando estábamos en Dublín, lo conocimos hace unos años, en los teatros allá. Estaba en el Dublin Theatre. Y luego se fue porque era un actor bastante ambicioso y necesitaba salir de Irlanda. Por suerte, nos encontramos con él cuando empezamos a abordar la idea de Mister John. Y pensamos: “Wow, él sería increíble para el rol”. Aidan ya había tenido cierto éxito, y no sabíamos si le interesaría esta pequeña producción. Nos acercamos a él muy al principio, le mostramos la primera versión de nuestro guion, lo que yo no haría normalmente porque es algo arriesgado, pero conectó con el personaje, lo comprendió. Aunque nos tomó años el proyecto, Aidan se quedó con nosotros a través de cada nueva versión y trabajó en ello. A mí me encanta como actor. Es increíblemente considerado y trabaja muy duro. Toma riesgos en diferentes escenas e intenta darnos mucho con qué trabajar y de qué pensar. También me encanta su presencia. Me encantó en Mister John. Sé que es nuestra película, pero es una gran actuación, la he visto en varias ocasiones y siempre me sorprende.

Imogen Poots encarna a Rose Dugdale. Ella es conocida en México por Exterminio 2 (28 Weeks Later) y El padre. Pero en Baltimore ustedes sacaron su mejor personaje, me parece.

Qué bonito que piense así. Me hace feliz que lo creas. Imogen me parece fantástica. Ella era la primera en nuestra lista. La habíamos visto en una producción irlandesa, Vivarium. Queríamos encontrar a una actriz irlandesa, que tuviese 33 años y que comprendiera de dónde venía Rose Dugdale. Imogen encajaba con el perfil perfectamente y nos dejó claro desde el inicio que era con quien queríamos trabajar. Era esa energía medio punk que ella traía al personaje, la manera de comprender a Rose Dugdale y los riesgos que quería tomar y podía tomar. Tuvimos mucha suerte con Imogen. Ella no es tan conocida como debería ser. Es una de esas actrices que si dices su nombre en Irlanda y Reino Unido, no la reconocen, pero si mencionas las películas en las que ha estado, entonces ya la ubican. Pero siempre está ocupada, siempre está trabajando, tiene una gran carrera; no obstante, no es tan famosa al punto de no poder vivir su vida. Esto significa que teníamos oportunidad de trabajar con ella. Dijo: “Estoy libre de este día a este día”. Y entramos a producción antes, para poder trabajar con ella.

¿Cómo recibieron en Inglaterra y Estados Unidos esta historia de Rose Dugdale, en el contexto de que sus actividades con el ERI serían enmarcadas dentro del terrorismo por esos países?

La historia de Rose Dugdale es una anomalía, es algo inusual lo que ella hizo. Te puedes radicalizar, hay pasos, de hecho hay fases, y muy a menudo a las personas se les provoca hacia la radicalización por este sentimiento de impotencia y enojo. El punto con Rose Dugdale es que no era su lucha desde el principio, se unió a la lucha por Irlanda del Norte con ciento por ciento de compromiso y estaba completamente dispuesta a hacerlo todo, ya sea a morir por ello o a matar por ello. Y me parece una lección muy interesante, porque tenemos ideas con respecto a la radicalización y esta idea ahora de que a todo le llamamos terrorismo. Hay un grupo en Reino Unido que ha sido catalogado como grupo terrorista por su acción directa cuando se fueron a una base aérea y arrojaron pintura a una aeronave.

No muchas personas toman el paso extra que Rose Dugdale estaba dispuesta a tomar. Y simplemente me parece importante considerarlo todo fuera de la manera normal que definimos la radicalización y, sobre todo, cómo un personaje, una mujer contradictoria como Rose Dugdale, tomó esos pasos, ese camino hacia este tipo de acción. Y el mundo febril en el que ella creció en la década de los sesenta y los setenta y su rol como mujer en esa época y lo que se esperaba de ella, y esa resistencia a ciertas cosas. Espero que (Baltimore) sea una adición interesante a esta discusión de cómo pensamos las cosas. Es muy fácil en Irlanda reducir todo lo que sucedió en Irlanda del Norte. Es fácil pensar de esta manera limitada y poner a personas en categorías, y Rose Dugdale nos ayuda a cuestionarlo todo.

¿Por qué en sus películas la fotografía es tan brillante, casi hiperrealista?

Comenzamos con Mister John y con muchos cortos. Todo se hizo con la cámara, no había efectos especiales de postedición. Intentábamos filmar lo que estaba frente a nosotros con herramientas mínimas. Y siempre queríamos ampliar el enfoque para poder estar siempre en wide screen y ocupar el espacio cinematográfico lo más que pudiéramos. Y eso se quedó con nosotros cuando fuimos avanzando en nuestras producciones. Fue el amor por la wide screen y la presencia en la pantalla.

¿Su primer documental, Further Beyond, es su arte poética?

Sí, sí creo que lo es, de hecho. Diría que nos encanta la forma, pensar en la forma, en las ideas. Y las abordamos desde una perspectiva muy personal. Ninguno de nosotros no somos realmente académicos, emprendemos aventuras, buscamos un espacio para un público y lograr hacer una conexión. Nuestro enfoque nunca es comercial, siempre está basado más bien en un interés en la forma de arte, y con respecto a ello, sí, me parece que es bastante poético por naturaleza. Incluso si intentamos hacer algo más de género comercial, no lo podíamos hacer. Tenemos un enfoque que es muy personal y muy particular, y esa es la manera en que hemos desarrollado nuestro enfoque en la cinematografía.

AQ

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