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La gran ramera

Toscanadas


Hace apenas tres semanas escribí que la iglesia católica mexicana se lanzaría contra López Obrador y contra toda izquierda, e intentaría pactar con la derecha en lo oscurito. Pero tal parece que lo harán a plena luz del día, con toda la anticristiana soberbia y pasándose por entre las piernas las leyes y la misma Constitución.

Esta semana, el tal club de violadores impunes se dio el lujo de escribir que “la legislación mexicana está asida al irracional argumento que dice que nadie puede oponerse a las leyes del país”, tildando la Constitución de “anquilosada”, “absurdo precepto”, “fruto podrido del laicismo”, y asegurando que en ella “subsisten preceptos atentatorios de derechos humanos”; lanzándose a morder con su boca espumante el artículo 130, y bufando porque hacen falta “ridículos permisos municipales y federales para celebrar actos de culto público en las calles”.

Reclaman que nuestras leyes sometan “a los ministros de culto para ponerlos en una condición infame y lesiva al prohibir su legítimo derecho de asociación”, con la salvedad de que no es derecho ni es legítimo precisamente porque es ilegal.

Por si fuera poco, le exigen al Estado una lanota pues ahora “las iglesias deben mendigar lo que justamente les corresponde”, pretenden el derecho de poseer medios de comunicación y, lo peor de todo, solicitan que las escuelas públicas incluyan la educación religiosa, que no sería educación religiosa sino adoctrinamiento católico; lo cual, a su vez, implicaría meter hordas de sacerdotes a los salones de clase, todos pagados con nuestros impuestos. “Mmm. ¡Cuántos niños bonitos!”, dirán los curas convertidos en maestros.

En este mismo texto abogan fingidamente por “la libre difusión de las ideas” al tiempo que arremeten contra la “ideología de género” y el “lobby gay”; se dicen preocupados por los derechos humanos de los ministros de culto, sin mencionar que no existen las ministras de culto. Azuzan a los católicos a desobedecer las leyes, cuando en tiempos felices de matrimonio Estado–Iglesia repetían hasta el cansancio las palabras de San Pablo: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”.

Termina el mensaje de marras diciendo que solo se sentarán a negociar con la derecha, pues hablar con la izquierda endemoniada “sería inútil y estéril”.

El texto de la Arquidiócesis Primada de México viola la ley al tiempo que llama a violar las leyes. Pero eso, en un país como el nuestro, es moneda corriente, sin siquiera alguien que les llame la atención; mucho menos cuando el responsable de hacerlo sueña con la silla del águila.

Tenemos que hacer sonar una alarma. La tolerancia a la intolerancia religiosa solo lleva a la pérdida de libertades individuales, al deterioro de los derechos humanos, al sometimiento de las mujeres, a retrocesos educativos y a la estrechez de pensamiento. Y todo en nombre de una fantasía pastoril de hace miles de años. O, mejor dicho, todo en nombre de una institución corrupta, obesa y descreída que predica con la palabra pero no con el ejemplo; la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas, con la cual han fornicado los reyes de la tierra.
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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