En un mundo regido por la inmediatez y un mercado que ha transformado la música en un producto desechable, hay artistas que defienden su integridad a toda costa. Es el caso de la cantante y compositora Jaramar, quien en tiempos de descargas digitales decide entregarnos Memoria, álbum de dos discos que presentará en concierto el 21 de noviembre en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
Con una larga trayectoria cimentada en la independencia, que puede resumirse en 32 años desde que arrancó su etapa solista, 16 álbumes –uno de ellos premiado con un Grammy Latino– y numerosas presentaciones en México, Cuba, Estados Unidos, Canadá, Francia, España, Portugal, Suiza, Bélgica y otros países, Jaramar es fiel a su credo: reinventar lo que se inició con la edición de su primer disco Entre la pena y el gozo. Si en 2003 afirmaba: “Todavía no he llegado a la meta”, la frase es válida ante Memoria. “Sigo sin llegar a la meta, sigo sin tener un final predecible. Yo siempre estoy en el camino”, dice en entrevista.
La misma moneda
Dividido en los discos Memoria: el tiempo circular y Memoria: la invención de mí, el álbum fue concebido con dos propuestas de canciones distintas, explica Jaramar. “Son dos conceptos: uno, la memoria heredada, para la cual me inspiré en las cantigas de amigos de las mujeres de la costa de Galicia del siglo XIII, un género que conozco muy bien y he cantado. Entonces escribí mis cantigas de amigos. Al cantar voces de mujeres de otros tiempos me he dado cuenta de que hay muchos paralelismos con mis sueños y mis añoranzas”.
La otra temática que quería explorar tiene que ver con la memoria cercana, agrega, “pero siempre tomándola como algo en construcción, algo que sigo inventando pero que define mi identidad, define lo que soy, porque es de donde vengo y lo que deseo. Quería que esa otra parte tuviera una concepción sonora distinta, porque al mismo tiempo que me he nutrido de las músicas antiguas, soy una cantante contemporánea”.
Para Jaramar la pandemia resultó un periodo productivo, pues no sólo compuso las canciones para este disco, sino que preparó las maquetas digitales con las líneas melódicas y las armonías.
En Memoria: el tiempo circular decidió trabajar las canciones como música de cámara, por lo que convocó al violinista Alex Fernández, quien, comenta la cantante, “ha trabajado mucho conmigo, conoce muy bien el material de música antigua y adora el concepto de música de cámara. Le dije: ‘lo vamos a grabar contigo, con el guitarrista Luis Javier Ochoa y con el contrabajista Carlos Sánchez Vilches, y quiero arreglos para esos instrumentos, trabajados a partir de las maquetas. Puedes expandirlos o crecerlos con partes instrumentales, pero conservando el concepto’”.
El disco Memoria: la invención de mí fue desarrollado con su hijo Luciano Sánchez, quien también fungió como productor. Le comentó que quería “una intervención electrónica fuerte. Le dije que tendría libertad de búsqueda de texturas electrónicas, pero también a partir de mis maquetas. Si para la primera serie de canciones ensayamos con partituras muy precisas y luego grabamos, para la segunda recurrimos a una producción electrónica en estudio. Ahora vamos a presentar todo en concierto: alternando una canción de uno y otro disco porque Memoria constituye dos caras de una misma moneda. Yo me hice a partir de la música antigua, me han nutrido mucho los proyectos acústicos, orgánicos, son muy parte de mí. Sin embargo, desde el inicio busqué la libre introducción de fusiones sin prejuicios, porque también es parte de la música que me alimenta”.
A estas alturas de su vida, Jaramar afirma: “Sé que no hago concesiones, que hago un álbum que camina por donde a mí me interesa en una época en la que la gente no hace discos completos. Esto es como la mayor necedad del mundo, pero lo tenía que hacer: un disco en dos partes. No me importa abrumar a la gente con un montonal de canciones, porque yo necesitaba hacerlo. Es un disco físico porque quería que las letras estuvieran en el cuadernillo, y porque sé que buena parte de mi público quiere este formato. Hacer música así es una forma de resistencia contra patrones de consumo y de distribución que a mí me parecen antinaturales y que no permiten el crecimiento de oídos afinados y exigentes por parte de los públicos”.
BSMM