“En cuanto encuentre a las personas con el coraje y el dinero”, contaré la verdadera historia de mi padre, dice Juan Pablo Escobar, conocido en tiempos más convulsos como Juan Sebastián Marroquín Santos, quien está decepcionado de las series y películas dedicadas a su padre, uno de los narcotraficantes más temidos de todos los tiempos. Mientras eso sucede, el hijo del capo publica libros, siendo el más reciente Pablo Escobar In fraganti (Planeta).
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¿Por qué sigue interesándonos Pablo Escobar?
Habría que preguntarle a Netflix. A 23 años de su muerte está claro que hay un resurgimiento de su fama. Es una moda y los grandes medios hacen negocio con la historia de mi padre, en particular glorificando su actividad criminal, a pesar de que es la peor manera en que puedes contar historias como éstas. No me opongo a que se hable de Pablo Escobar sino a que se le glorifique.
Usted es muy crítico con su padre.
Claro, tengo que serlo porque es la lección que aprendí de ese pasado.
En ‘Pablo Escobar In fraganti’ cuenta su modus operandi.
Hablo de su relación con la CIA para financiar la lucha anticomunista en Centroamérica. Describo cómo funcionaba la ruta conocida como “El tren” y que involucraba a una gran cadena de corrupción: desde el primer oficial en Colombia hasta el último en Estados Unidos. Una ruta donde se enviaban hasta 800 kilos de cocaína por semana en aerolíneas comerciales.
¿Cómo asume investigar y escribir lo que hacía su padre?
Aprendí a convivir con esto. Cuando tenía siete años mi padre me dijo: “Hijo, soy un bandido, a eso es a lo que me dedico”. Así comenzó nuestra relación padre-hijo. Aquella confesión marcó un antes y un después. Sus pláticas eran una especie de confesión.
Habrá tenido que ir a terapia.
Nunca fui porque no quería enloquecer al psicólogo. Cuando desarrollas la capacidad de escuchar a tu propia conciencia —y todos la tenemos—, no requieres tanta ayuda. En casa la familia era una cosa y los negocios, otra.
(Especial / Planeta)
Usted se involucró activamente en el proceso de paz en Colombia. ¿Lo hizo para expiar un sentimiento de culpa?
Es una manera de aceptar los grandes errores que cometió mi padre y la violencia atroz que dejó a su paso. Me he acercado con el máximo respeto a las víctimas para pedirles perdón. Yo no hice ese daño y ellos lo tienen claro. Gracias a estos procesos de reconciliación he renovado mi fe en la paz.
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Una de las lecciones de su libro es que su padre no operaba solo, sino que contaba con la complicidad de las autoridades.
Los gobiernos y en particular Estados Unidos nos juzgan por cómo nos comportamos respecto a las drogas, pero ellos a la vez están involucrados desde la misma problemática y corrupción que propone el prohibicionismo.
¿Cómo surge la historia de llevar a Michael Jackson a su casa?
Surge a partir de mi aburrimiento. Cansado de los grupos locales y viendo que había libertad de presupuesto, le sugerí a mi padre traer al rey del pop para un concierto privado. Al principio le pareció inviable, pero hábil para los negocios ideó llevar a Michael Jackson y de querer regresar le cobraría 60 millones de dólares a cambio de su libertad. Al final el plan no se concretó porque ese año confiscaron la finca.
¿Encuentra similitudes entre Pablo Escobar y el Chapo Guzmán?
Son culturas, épocas y tecnologías distintas. Para lo que vale la comparación es para entender cómo funciona el prohibicionismo. No importa cuántos jefes de cárteles mates o metas a la cárcel, siempre habrá uno nuevo. El verdadero mensaje es que no importa el tiempo, siempre habrá un Pablo Escobar si seguimos con la mirada prohibicionista.
¿Qué le falta contar de su padre?
Mi padre encerraba muchos secretos. No me dio miedo publicar este libro; no soy antiestadunidense, solo cuento la verdad sin decir nombres propios, porque creo que así podemos aprender como sociedad.
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Pablo Escobar In fraganti se presenta en el Salón 4, a las 21:00 horas.
AG