Los puestos más populares de la convención budista de Corea del Sur eran los que vendían productos Buddhistcore, una tendencia inspirada en el budismo.
Los asistentes, en su mayoría jóvenes de entre 20 y 30 años, se arremolinaban y apretujaban para hacerse con llaveros de Buda en neón y con corazones por ojos, y camisetas de estilo callejero con lemas como: “Cállate y medita”.
“Vine a comprar una camiseta, pero se agotaron”, dijo Kim Mijin, de 31 años, mientras salía de entre la multitud de un puesto aferrada a su compra. En lugar de la camiseta, Kim, que no es budista, escogió un imán rojo brillante con forma de corazón en el que se leía: “Seres sintientes, los quiero”.
Ahora, “puedo presumir ante mis amigos de haber estado en esta exposición”, dijo.

Filosofía budista
El budismo promueve el concepto del no apego: alcanzar la iluminación desprendiéndose de las posesiones materiales, las relaciones e incluso las emociones.
Pero en la Exposición Budista Internacional de Busan, celebrada en agosto en la segunda ciudad más grande de Corea del Sur, el budismo que se exhibía había sido reimaginado para los consumidores jóvenes: “budismo-core”, como lo etiquetaron los organizadores.
La convención es una de las muchas formas en que los monjes de todo el país se esfuerzan por demostrar la relevancia moderna de una religión que algunos jóvenes consideran anticuada, esotérica y relegada a los templos aislados en las cimas de las montañas.
La comunidad budista también organizó un reality show de citas ambientado en un templo, puso en marcha una compañía musical de monjes y monjas al estilo del megagrupo de K-pop BTS, y organizó clases de surf como parte de un programa para turistas.
Muchas de las iniciativas se han difundido con rapidez por las redes sociales y han atraído a multitudes de jóvenes. Pero no está claro si la atención se traducirá en un compromiso a largo plazo con el budismo.
Atraer a los jóvenes a eventos como la exposición budista es una cosa, dijo Lee Sang-hun, profesor de ciencias policiales que dirige una asociación de académicos que se identifican con el budismo en Corea del Sur.

“Convertirse en adepto del budismo a través de un evento de este tipo requiere librar otro obstáculo. Es un problema diferente”.
El budismo se introdujo en la península coreana a través de China hacia el siglo IV y más tarde fue designado religión estatal bajo varias dinastías. Hay miles de templos en todo el país, situados tanto en las cimas de montañas solitarias como en el centro de Seúl. El cumpleaños de Buda es una fiesta nacional.
Pero en la actualidad, muchos coreanos consideran el budismo más un patrimonio cultural que una religión, y el número de personas que se autoidentifican como budistas en Corea del Sur en el censo más reciente —el 15.5% de la población en 2015— supuso un descenso del siete por ciento respecto a 2005.
“A la comunidad budista le preocupa que el budismo quede relegado a los museos como bien cultural”, dijo el profesor Lee.
El número de personas que se identifican a sí mismos como budistas en todo el mundo también ha descendido ligeramente, de 343 millones en 2010 a 324 millones en 2020, según un estudio reciente del Centro de Investigación Pew.
También dice que gran parte del descenso se ha producido en Asia Oriental, donde se registran algunas de las tasas de desafiliación religiosa más elevadas del mundo, y donde los budistas suelen ser de mayor edad que la población general.
Las comunidades budistas de Asia están innovando para atraer a nuevos seguidores. En Japón, los monjes han abierto bares y protagonizado desfiles de moda.
Entre los músicos budistas contemporáneos se encuentran un monje que hace beat-boxing en Japón, una banda taiwanesa que canta sutras en estilo death metal y grupos de rock de Malasia e Indonesia con nombres como Plan B y True Direction.
Algunos de estos esfuerzos se inspiraron en la música de culto que ha atraído a los jóvenes a las mega iglesias cristianas evangélicas de Australia y Estados Unidos, dijo Jack Meng-Tat Chia, profesor de estudios budistas de la Universidad Nacional de Singapur.
Pero el budismo se enfrenta a un reto especialmente difícil en Corea del Sur, donde el protestantismo, una rama del cristianismo, lo superó para convertirse en la religión más popular por primera vez en el censo más reciente.
En Corea del Sur y en otros países asiáticos, el cristianismo tiende a asociarse con la modernidad y la racionalidad, mientras que el budismo y las religiones populares suelen considerarse más anticuadas, consideró el profesor Chia.
Algunos jóvenes presentes en la exposición de Busan dijeron que intentaban sacudirse esa idea.
Los surcoreanos tienden a ver la religión como algo propio de personas mayores y que solo puede encontrarse en “templos en lo profundo de las montañas”, dijo Ju Yeo-jin, de 30 años, vendedora de ropa y accesorios informales de estilo callejero, que llevaba una gorra de paje sobre su corto pelo decolorado.
“El budismo que he experimentado es divertido y genial. Quiero transmitir esa sensación”.

Buscan llevar el budismo a los más jóvenes
Muchos de los esfuerzos por captar jóvenes para el budismo en Corea del Sur están dirigidos y apoyados por los líderes budistas del país, incluida la Orden Jogye, la mayor secta budista del país.
El Venerable Myo-jang, monje y representante de la Orden Jogye, dijo que sus esfuerzos por atraer a los jóvenes se han intensificado en los últimos años. Señaló que los actos que se inspiran en las tendencias culturales son especialmente eficaces.
Un ejemplo: una celebración del cumpleaños de Buda este año —con globos metálicos que decían “Feliz Cumpleaños Buda” y bebidas decoradas con bombones en forma de loto— imitaba los “cafés de cumpleaños” que los fans del K-pop organizan para los cumpleaños de sus estrellas favoritas.
“Intentamos hacerlo en su idioma y a su altura”.
El Venerable Myo-jang señaló que había visto pruebas tempranas de que la campaña está funcionando. Los visitantes de los templos de la orden parecen ser cada vez más jóvenes, dijo, y su templo de Seúl creó un grupo de jóvenes por primera vez el año pasado, añadió.
Otra señal alentadora para la orden: este año, la exposición de budismo de Seúl, que organiza, y la de Busan, que patrocina, duplicaron su asistencia respecto a 2024, hasta unas 200 mil y 100 mil personas respectivamente.
Además de comprar llaveros que hacían referencia a memes, los visitantes probaron la meditación, comieron comida vegana y pidieron consejo a los monjes sobre temas como los problemas de pareja y los conflictos con los compañeros de trabajo.
Pero muchos de los asistentes a la exposición de Busan dijeron que, aunque les había hecho ver el budismo desde una perspectiva más relajada, era poco probable que profundizaran en la religión.
“Aumentó temporalmente mi interés por el budismo, pero no creo que dure más de un par de días”, explicó una de las asistentes, Lee Hana, de 29 años, tras salir de un puesto donde se hizo fotos con una peluca del pelo rizado de Buda.

¿Qué se sabe de la comunidad budista?
El profesor Lee, director de la asociación budista, dijo que deseaba que se prestara más atención a la enseñanza de las ideas y la filosofía budistas.
Comentó que algunos de los artículos de la exposición parecían más una forma de que los jóvenes tomaran prestados eslóganes y conceptos budistas para expresar sus sentimientos y preocupaciones —por ejemplo, el deseo de conciliar la vida laboral y familiar— que un signo de compromiso religioso.
La comunidad budista está tratando de conciliar el enfoque de poca presión que atrae a la gente a los actos con el deseo de aumentar el número de adeptos practicantes, dijo el Venerable Myo-jang.
“Somos fundamentalmente una religión, así que estaría bien que aumentara el número de budistas”, mencionó, al hablar ante unos trozos de tarta de queso en un despacho iluminado por el sol cerca de un templo en el centro de Seúl, sede de la orden. “Pero muchos jóvenes nos dicen que es bueno que no lo forcemos”.

Yan Zhuang es reportera en la oficina del Times en Seúl y cubre noticias de último momento.
RM