“Es una sorpresa para mí, una apuesta generosa”, dice el dramaturgo y director David Olguín sobre Amor y rabia, obra en la que reúne textos inéditos, escritos entre 1984 y 2024, que presenta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
En entrevista con MILENIO, Olguín ensalza que en un mundo con “ofertas de toda índole”, un sello como Ediciones La Rana le apuesta a la idea de que “el teatro también se lee”.
“En los últimos tiempos se ha puesto de moda vivir el ritmo de las palabras a través de la corporalidad, pero creo que eso hacemos los que escribimos para la escena. Es como esa imagen que dicta San Marcos en el evangelio: somos legión, traes otras voces por dentro”.
Escribir, dice, le implica un reto particular al hacerlo “para voces y cuerpos”, por eso hay que tener una genuina inquietud y voluntad por crear sin miramientos, por “vivir con el diablo en el cuerpo”.
“El libro es un recuento. Ahí soy un yo que ya no soy. En materiales del principio hay mucha ingenuidad, pero me pareció importante rescatarlos porque hay obsesiones que permanecen: el desamparo existencial, una idea lorquiana sobre el amor como revulsivo político o la idea sartreana de la gran aventura de poder reinventarte en el otro, las distopías, la identidad y la idea de la máscara”.
El ganador de la Medalla Bellas Artes 2023 de Teatro detalla que el libro le parece un “viajesote” porque parte de su texto más reciente, La nostalgia, escrito en 2023 y que se presentó en la Muestra Nacional de Teatro, hasta su primer material, que data de 1984. “Es un texto que me encargó, siendo estudiante del Centro Universitario de Teatro, el maestro Ludwik Margules”.
Hombre de Teatro con mayúsculas, que ha logrado la hibridación de escribir y dirigir, dice que su arte obedece “a la intimidad y al caos existencial”.
“Me ha preocupado mucha la exploración social de temas desde una perspectiva histórica… o antihistórica, como le llamaba Ibargüengoitia”.
Reconoce que vivimos en una época “de odio por el otro”, creciente desde la pandemia, por eso la idea del amor como revulsivo social “suena a una utopía; sin embargo, ahí está”.
Olguín aprovecha para diagnosticar al teatro mexicano actual: “Se hacen cosas verdaderamente extraordinarias y cosas muy malas, que obedecen a un proceso de desprofesionalización. Ves muchos productos de sobrevivencia, un abandono de la profesión. Es lamentable porque muchos talentos jóvenes jalan a donde haya posibilidades de sobrevivencia, y ya ni al cine, sino a las series. Algunos logran el éxito… rápido, como estrellas fugaces que ahí se quedan”.
Para combatir la fugacidad no solo dentro del teatro, sino del arte en general, pide apelar al “aprendizaje a partir del tiempo, la organización y la resistencia; uno madura en el arte y el arte madura en uno”.
Al cierre de la charla con MILENIO, insta a leer a Elena Garro , escritora “a contracorriente de su tiempo” que, como decía Sergio Pitol, protagonizó “el mejor momento en que la literatura mexicana ha tocado la tragedia”.
LHM