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Fabricar carruajes una tradición tapatía de poco mercado local

Poseedores de un oficio complejo que implica el dominio de varias disciplinas, la mayoría de carroceros exporta sus piezas.

Hay una escena de la película de La leyenda del Zorro de Martin Campbell protagonizada por Catherine Zeta Jones y Antonio Banderas que se desarrolla durante los primeros cuatro minutos de la cinta en donde El Zorro destruye una carruaje de un puñado de bandidos que pretenden escapar del pueblo con un motín. Pocos saben que la carreta destruida y otras cinco que aparecen en la película mencionada fueron construidas por Raúl Rentería que dirige el taller de carruajes Hacienda de la Flor en Tlaquepaque, quien desde hace más de 45 años se dedica a construir estos artefactos que exporta a otras ciudades del país y Estados Unidos.

Ser constructor de carruajes tirados por caballos en Guadalajara es un oficio de pocos que implica conocer al menos cuatro oficios más tales como el de carpintero, herrero, diseñador de interiores y tapicero, además de historia, diseño y procesos de conservación de la madera, pieles y metales ya que los constructores de carruajes hacen también el papel de restauradores de modelos históricos en todo el sentido de la palabra.

Este medio entrevistó además de Raúl Rentería, a sus sobrinos Jesús y Alejandro Avilés, de Carruajes Montecristo otro de los talleres afincados en el barrio de Mexicaltzingo que más exporta carruajes a ciudades de Europa, Estados Unidos y otros países de América Latina y Samuel Gaviño quien también fabrica calandrias en su taller en San Pedrito, Tlaquepaque.

Los entrevistados compartieron algo de su experiencia como fabricantes de un transporte antiguo aún vigente, rentable y ligado a una tradición que algunos la asocian a la identidad tapatía en torno a la cual se ha desatado en los últimos meses, una polémica debido a que algunos políticos y asociaciones protectoras de animales han querido impulsar la idea de que en Guadalajara se sustituyan las calandrias por autos motorizados y con ello terminar con una tradición de cocheros y constructores de carruajes que se remonta al menos a 120 años atrás.

Alejandro Avilés y su hermano representan la quinta generación fabricando calandrias y transporte antiguo. Su tatarabuelo José Rentería comenzó siendo cochero a principios de 1900. Después Juan, abuelo de Alejandro hacia la década de los sesentas en que las calandrias de Guadalajara dejaron de ser taxis y se reservaron al uso turístico, remodeló e imprimió a las calandrias un sello particular que puede reconocerse aún en los cerca de 50 carruajes que circulan hoy por el Centro Histórico de Guadalajara.

Raúl Rentería de Hacienda de la Flor rememoró que aún en 1930 casi todos los tapatíos se trasladaban en calandrias, era lo típico, no había tanto automóvil. En su taller sólo cuenta con dos empleados más. Allí se fabrica un carruaje al mes. Todo lo hacen a mano.

"Cada calandria es única, las construimos entre 22 días y un mes, dependiendo el modelo que nos soliciten. La madera que coloco en el chasis es rosa morada, hacemos la estructura con pino, en ocasiones ponemos lámina normal, los muelles se compran o se fabrican, se le hace el eje a la medida. Aquí se comienza un coche de cero y sale caminando, nuestros conocimientos de carpintería, herrería, pintura, diseño y tapicería nos permiten recrear una Victoria, una Berlina, un Cabriolet, cualquier coche que pueda ser tirado por caballos", dijo el experto.

Procesos antiguos con herramientas novedosas

En Carruajes Montecristo utilizan para el chasis, maderas de árboles caídos como fresno, caoba, caobilla, cedro, dependiendo de las exigencias del cliente. "Cuando ya se tiene la estructura se montan los herrajes nuevos o antiguos a gusto de un cliente. Trabajamos con técnicas antiguas pero con herramientas nuevas. Ya no hay yunque, en lugar de forja que tardaba mucho para calentarse ya tenemos los gases como el oxígeno y el gas y trabajas con un soplete, calienta en cinco minutos lo que la forja calentaba en horas", detalló Alejandro Avilés.

Por su parte Jesús Avilés, añadio: "Fabricamos nuestras herramientas para doblar el metal, tenemos una roladora muy particular. Tenemos un torno para los herrajes, una base especial para el taladro con la cual podemos hacer los barrenos cuadrados en las ruedas". Alejandro subrayó que hoy todo se hace como se hacía hace 200 años pero con máquinas nuevas, "tratamos de ser fieles a los modelos clásicos. Para recubrimientos se utiliza vinil, aunque también se pueden utilizar telas y pieles".

El mercado de los carroceros ya no está en Guadalajara

Cada constructor tienes su sistema de trabajo y su ritmo de producción, por ejemplo Samuel Gaviño comentó que la tapicería prefiere mandarla hacer "nunca se me ha dado eso de la costura, para mí es más barato enviarla a hacer que hacerla yo. Además como soy solo en ocasiones me llevo hasta cuatro meses en terminar un carruaje".

Añadió que sus clientes son de otras ciudades "aquí antes yo les vendía a los mismos compañeros calandrieros, pero la demanda desde hace algunos años ya no es la misma. Yo sigo construyendo porque no sé hacer otra cosa y siguen cayendo clientes. Es un empleo muy laborioso, más si uno trabaja solo como yo", además de vender los carruajes que fabrica, restaura otros y en ocasiones los ha llegado a rentar también para películas.

Raúl Rentería destacó que a lo largo de los años el mercado ha cambiado. Una vez le hizo una calandria a Vicente Fernández. Entre sus clientes había productores de telenovelas de Televisa, incluso fue a través de ellos que sus carruajes llegaron hasta la filmación de la película de Campbell, pero ya tiene muchos años que no vende un carruaje a algún cliente de Guadalajara, los dos que recién terminó los enviará a Monterrey y Puebla.

Los entrevistados coincidieron en que es más complejo restaurar modelos antiguos que fabricar nuevos. Gaviño destacó que en ocasiones "el cliente piensa que están buenas condiciones, pero luego uno puede ver que la madera está podrida". Por su parte Alejandro Avilés, dijo que al ser restauraciones hay que buscar o imitar herrajes antiguos y eso modifica mucho el costo de los trabajos.

Mitos sobre maltrato animal y soluciones

Todos coinciden en que los carruajes sean pesados y provoquen un esfuerzo extra en el caballo que los tira. "Estos carruajes pesan poco, yo he llevado una calandria de mi taller hasta Chapultepec jalándola yo solo", dijo Alejandro Avilés quien agregó que "una cosa es la fuerza de carga que no es la misma a la fuerza de arrastre. Una calandria pesa entre 300 y 350 kilos. Antes las carretas funcionaban con ejes engrasados y digamos que hacían que el caballo tuviera que imprimir más fuerza según el desgaste de los ejes, la grasa se calentaba se gastaba y si no se engrasaba giraban con más dificultad. En los carruajes que fabricamos hoy se colocan ejes nuevos con baleros que facilitan el rodado. El balero no deja forzar los ejes, hay baleros fabricados para soportar el peso de seis personas. Según Raúl Rentería con los modelos de baleros un caballo normal puede tirar el peso de tres coches sin dificultad. Para Alejandro Avilés el problema no está en el carruaje, deben cuidarse más a los caballos, que se les asigne un lugar de descanso cercano a la zona en donde pueden realizar sus recorridos.

Raúl Rentería agregó al respecto: "Cambiar las calandrias por autos, no le encuentro ningún chiste. Tengo fotografías del mentado carro que quieren meter con motor, es un automóvil. No tiene nada que ver con una calandria. Es más fácil que le den más educación al cochero, que mejoren las condiciones de los animales y les den una mano de gato a las calandrias. Los calandrieros deberían unirse y defender su oficio, nadie los va entender ni a valorarlos más que ellos mismos. En lo que se refiere a nosotros como constructores veo que en varios de los que conozco hay mucha pasión por nuestro trabajo".

Algunos modelos

Coches de alquiler, diligencias
Coche Brougham (Berlina). Utilizada en Inglaterra alrededor de 1818, el nombre se lo debe a su diseñador Lord Brougham. Elegante en forma de caja, también llamada Clarence
Calesa, carro liviano tirado por un caballo
Hansom Cab, Cabriolé o Cabriolet, inventado por Joseph Hansom. Fue muy popular en la época victoriana
El Landó tomo su nombre de un pueblo alemán, era un carruaje con capota
Faetón, coche abierto de cuatro ruedas tirado por dos caballos
El Coupé un tipo de coche cerrado

Dato
Un carruaje nuevo con herrajes nuevos entre 150 y 180 mil pesos y un carruaje restaurado con herrajes antiguos puede llegar a costar un millón de pesos. "Lo que vale es la antigüedad", señaló Alejandro Avilés.

SRN

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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