Comunidad

Feggy: la mujer que miró dentro de los asesinos seriales

PIONERAS

En los reclusorios de la Ciudad de México, Feggy analizó los cerebros de los criminales que robaron las primeras planas de los periódicos

Desde muy joven, Feggy Ostrosky aprendió que el cerebro humano puede ser un misterio insondable. Tres décadas después, esa curiosidad la llevó a colocar electrodos en las cabezas de asesinos seriales, a medir su psicopatía, sus emociones —el miedo, el enojo, la alegría— y a descubrir qué ocurre cuando el dolor ajeno no enciende ninguna alarma.

En los reclusorios de la Ciudad de México, Feggy analizó los cerebros de los criminales que robaron las primeras planas de los periódicos: Juana Barraza Samperio, La Mataviejitas; Daniel Arizmendi, El Mochaorejas; y Andrés Mendoza, El Caníbal de Atizapán. Lo que encontró fue tan inquietante como revelador.

“Ahí entendí —dice— que hay dos tipos de psicopatía: la que se nace y la que se adquiere con el odio”.

​Tras estudiar la historia de vida del Caníbal de Atizapán, concluyó que su psicopatía era congénita, resultado de una desregulación química. No halló en su pasado una explicación que justificara su crueldad hacia las mujeres a las que abusaba, asesinaba y se comía.

“En el cerebro tienes que tener la cantidad exacta de químicos. Si hay demasiada dopamina, hay esquizofrenia —alucinaciones, voces—. Si hay poca, aparece el Parkinson y los problemas motores. Con la serotonina ocurre igual: si tienes muy poca, hay depresión severa; si tienes mucha, puedes volverte criminal.”

Así lo explicó en el podcast Pioneras de MILENIO, conducido por las periodistas Claudia Solera y Cinthya Sánchez.

A diferencia del Caníbal de Atizapán, Juana Barraza, La Mataviejitas, fue una víctima convertida en victimaria. Desde niña sufrió el maltrato de su madre, a quien llegó a odiar tanto que construyó una fantasía aberrante: cada mujer mayor que asesinaba era, en su mente, una representación de esa madre que le había arrebatado la infancia y la forma de vengarse de ella.

Hace veinte años, el entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Alejandro Encinas (2005–2006), convocó a Feggy para ayudar a entender qué había llevado a La Mataviejitas a matar a 16 personas mayores e intentar hacerlo con otras dos más.

“Acepté el reto porque necesitaba saber qué le pasa en el cerebro a alguien así. Llegué al reclusorio y ella me miraba con desconfianza. Pero pronto entendí que esa sospecha también era parte de su estructura mental.”
Feggy: la mujer que miró dentro de los asesinos seriales
Feggy Ostrosky aprendió que el cerebro humano puede ser un misterio insondable (Juan Carlos Bautista)

Feggy ya era una pionera antes de enfrentarse a estos asesinos seriales. Desde adolescente observaba cómo el cerebro procesaba el dolor en la Facultad de Psicología de la UNAM. Fue la primera mujer mexicana en obtener dos doctorados: uno en Neuropsicología por la Universidad Northwestern (Estados Unidos) y otro en Biomedicina por la UNAM.

A lo largo de su carrera ha publicado más de treinta libros, 350 artículos científicos y alcanzó el nivel III del Sistema Nacional de Investigadores.

Su mirada no se detuvo en los asesinos. También quiso saber si el cerebro podía aprender la empatía para crear un efecto protector en contra de la violencia. Trabajó con niños en albergues, víctimas de abuso y violencia extrema. Los escuchó, los estudió y diseñó un programa de intervención cognitiva para enseñarles a identificar emociones: el miedo, el enojo, la tristeza, la angustia.

“No los curamos —reconoce—, pero logramos que fueran más conscientes de sus emociones. Que el cerebro volviera a sentir lo que la vida les arrebató.”
Feggy: la mujer que miró dentro de los asesinos seriales
Feggy Ostrosky ha publicado más de treinta libros, 350 artículos científicos (Juan Carlos Bautista)

Durante sus investigaciones, descubrió un hallazgo crucial: aunque los psicópatas no activan las mismas zonas cerebrales que la mayoría al observar el sufrimiento ajeno, sí pueden despertar cierta empatía si se les plantea una pregunta directa: “¿A ver, imagínate que te está pasando a ti?”

Esa frase, casi simple, lograba activar otras áreas cerebrales, obligando al cerebro del psicópata a “simular” o a comenzar a procesar empatía.

Feggy está convencida de que si programas como ese se aplicaran a niños y niñas maltratados entre los seis y diez años —cuando el cerebro aún está moldeando—, la violencia podría reducirse significativamente.

“El problema es que en México no se financian ni se fomentan mucho este tipo de investigaciones. Lo que he logrado ha sido porque tengo mi laboratorio en la UNAM”, lamenta.
Feggy: la mujer que miró dentro de los asesinos seriales
Feggy también aprendió a equilibrar la ciencia con la maternidad (Juan Carlos Bautista)

Entre cerebros, estudios y descubrimientos, Feggy también aprendió a equilibrar la ciencia con la maternidad. Madre de tres hijos —Alejandro, Alan y Arela—, vivió entre lactancias, juntas académicas y experimentos.

“Amamanté a mis hijos nueve meses y me los llevaba al trabajo. A veces la secretaria me ayudaba mientras entraba a una reunión. Sentía culpa, pero también orgullo”.

Hoy, su legado no sólo está en los cerebros que logró entender, sino en los científicos y estudiantes que formó: “Cuando me preguntan cuáles son mis mayores logros, siempre digo: mis alumnos”.

Porque, al final, Feggy Ostrosky no solo miró dentro de los asesinos seriales: también iluminó los rincones más oscuros del alma humana para recordarnos que incluso el horror puede tener una explicación biológica, pero la empatía —esa chispa que nos hace humanos— todavía puede aprenderse y ayudar a crear un mundo con menos rasgos de crueldad.

​Puedes ver la entrevista completa aquí: 



Google news logo
Síguenos en
Claudia Solera
  • Claudia Solera
  • Periodista de investigaciones especiales desde hace 16 años en medios nacionales e internacionales. Premio Roche 2020 de Periodismo en Salud. Periodista por la Universidad de los Andes de Colombia.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.