Los avances en salud han incrementado sistemáticamente la esperanza de vida a nivel global y en México.
En 1950, las personas mayores de 60 años representaban el 8 por ciento de la población. Se proyecta que para 2050 representen el 21 por ciento.
Envejecimiento demográfico y estrés oxidativo
Este aumento implica un envejecimiento demográfico, es decir, un crecimiento relativo de la población adulta mayor.
ERO
Esta situación hace indispensable garantizar una buena calidad de vida para este grupo, lo que depende directamente de su salud física y mental. Por esta razón, el estudio del estrés oxidativo ha adquirido relevancia científica, pero ¿qué es el estrés oxidativo?
Elestrés oxidativo es un fenómeno químico que ocurre cuando nuestro cuerpo produce un exceso de especies reactivas de oxígeno (ERO, por sus siglas en español) que el organismo no es capaz de remover adecuadamente.
Entre las ERO, se incluyen algunos radicales libres, moléculas o iones, altamente reactivos que pueden reaccionar muy rápidamente con biomoléculas esenciales.
El estrés oxidativo se ha vinculado con el envejecimiento prematuro y con enfermedades crónicas como diabetes, cáncer, padecimientos cardiovasculares y neurodegenerativos, como alzheimer y parkinson.
Los radicales libres se producen naturalmente en el organismo, pero su producción se acelera por factores externos como:
- La contaminación
- Tabaquismo
- Radiación ultravioleta
- Alimentación inadecuada
Si bien en concentraciones moderadas cumplen funciones biológicas esenciales (como la señalización celular), en exceso resultan altamente dañinos.
Para contrarrestarlos, nuestro cuerpo cuenta con antioxidantes, moléculas que reaccionan y estabilizan a los radicales libres y reparan el daño celular.
Se puede pensar en estos sistemas como moléculas de sacrificio que reaccionan y por lo tanto estabilizan a los radicales libres, antes de que estos puedan hacerlo con moléculas esenciales para el organismo.

Clasificación de los antioxidantes
Los antioxidantes se clasifican en dos grandes grupos
Los antioxidantes primarios que actúan directamente donando electrones o átomos de hidrógeno para estabilizar a los radicales libres, interrumpiendo así las reacciones en cadena que dañan células, proteínas y ADN.
Los antioxidantes secundarios que actúan de manera indirecta, por ejemplo, regenerando antioxidantes agotados.
Además, estas sustancias tan importantes pueden producirse al interior del organismo (antioxidantes endógenos) —como el glutatión o la superóxido dismutasa— o exógenos, obtenidos mediante la alimentación.
Entre los exógenos naturales destacan:
- La vitamina C (cítricos)
- Vitamina E (brócoli, aceites)
- Polifenoles (uvas, chocolate, té)
- Carotenoides (zanahoria, tomate)
En este contexto, resulta clave tener una alimentación saludable y equilibrada como la que presenta el plato del buen comer.
Una dieta variada y rica en frutas, verduras, granos integrales, semillas así como especias proporciona una amplia gama de antioxidantes, que actúan en conjunto para maximizar la protección célular.
Además, resulta crucial para disminuir la producción de radicales libres evitar el tabaco, moderar el consumo de alcohol, realizar actividad física regular y reducir la exposición a contaminantes ambientales.
En suma, más que buscar soluciones aisladas, la clave está en adoptar un estilo de vida saludable que fortalezca nuestras defensas naturales y prevenga —desde múltiples frentes— el daño oxidativo.
Cuidar lo que comemos y cómo vivimos no es solo una opción: es la estrategia más eficaz para envejecer con salud y plenitud.
El autor es profesor de la Facultad de Química de la UNAM

KL