Ricardo Anaya encarna la definición del control freak. Es conocido por su meticulosidad en el discurso: no pronuncia una palabra que no haya repasado en su mente hasta el cansancio.
También se le reconoce el rigor, tanto personal como profesional: mantiene la imagen pulcra de quien asegura tener el historial limpio y no se somete a un debate o entrevista sin haber reunido previamente un arsenal de datos, palabras clave y estadísticas.
[OBJECT]Jorge Zepeda Patterson se ha referido a él como "un nerd de la nueva política". Según el periodista Salvador Camarena, estas características son también la señal de que en Anaya "nada es natural" y todo en él es un producto del ensayo.
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Su obsesión por el control le permitió abstenerse del desliz de destapar precipitadamente sus latentes aspiraciones presidenciales. Hoy, finalmente, anunció su intención de contender por la Presidencia de México con la coalición el Por México al Frente.
El niño queretano
La suya ha sido una trayectoria escalonada. Su iniciación política ocurrió cuando tenía 18 años y es previa a su afiliación panista. En 1997, Francisco Garrido Patrón —entonces alcalde del Ayuntamiento de Querétaro— lo invitó a asumir la dirección del Instituto de la Juventud.
Pero Anaya afirma que su curiosidad política comenzó a gestarse en la adolescencia. Según cuenta Salvador Camarena en el libro Los suspirantes (Planeta, 2017), Anaya dijo en una entrevista que cuando tenía 15 años pretendía entrar a la política, pero "no sabía en qué partido enrolarse", de modo que, tras leer los estatutos del PRI, PAN y PRD, concluyó que se sentía identificado con los blanquiazules.
Cuando Garrido alcanzó la gubernatura, lo convirtió en su secretario particular. En Querétaro también fue coordinador de Desarrollo Humano —entre 2008 y 2009— y diputado local de la LVI Legislatura, donde coordinó a su grupo parlamentario hasta 2010.
El bullying de los panistas
Desde que ejercía cargos públicos en Querétaro, sus correligionarios lo conocían como Cerillo. Pero no se trata de una alusión metafórica para encolerizarlo por su apariencia o el color de su rasa cabellera.
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Hace unos días, el presidente del Senado, Ernesto Cordero, recordó la razón de ese mote que tanto le molesta al ex presidente del PAN: "Lo que toca Anaya lo incendia, por algo le dicen el Cerillo". Y no perdió la oportunidad de reprochar que "el Frente acabó con la posibilidad de que el PAN regresara a Los Pinos en 2018".
Con Felipe Calderón también ha librado varias batallas. Poco importó que el ex mandatario lo nombrara subsecretario de Planeación Turística en 2011, pues desde la salida de Margarita Zavala del partido, ambos han sostenido una guerra de dichos, tuits e indirectas.
Margarita culpó a Anaya por la división de los panistas y Calderón le reprochó que se autopromocionara con los recursos del partido.
Apenas iniciado diciembre, Calderón lo llamó hipócrita por incumplir la promesa de donar dinero del partido a los damnificados por los sismos.
Quizá sea un asunto de familia: un colaborador de la campaña de Josefina Vázquez Mota le dijo a Camarena que Juan Ignacio Zavala con frecuencia se burlaba de Anaya porque en cada reunión del partido, sin falta, imponía un categórico "recapitulando". [...] "Por nerd lo interrumpía".
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