Felipe Garza Narváez iba a viajar esa mañana del 28 de junio de 2010 con Rodolfo Torre Cantú. Le había pedido que lo acompañara a sus actos de campaña y ese lunes estaba en la agenda Matamoros.
El domingo, el candidato a gobernador había concluido sus actividades proselitistas en la zona conurbada, y al finalizar el mitin la comitiva se puso de acuerdo para volar al día siguiente a la frontera.
Saldrían a las diez horas de Ciudad Victoria para dirigirse al aeropuerto y de ahí tomar un vuelo hacia la tierra de Rigo Tovar. Pero esa misma noche, el jefe de campaña, Enrique Blackmore Smer, le envía un mensaje para avisarle que se iba a adelantar el candidato y habría otro vuelo a la una de la tarde, donde estaba considerado. “Allá nos vemos”, le escribió.
Garza Narváez, persona de larga trayectoria en la función pública y en la política, era entonces presidente del Congreso del Estado y Blackmore un integrante de la bancada priista, a cargo de la Comisión de Finanzas.
Esa mañana Felipe se encontraba en su oficina legislativa cuando, poco después de haber llegado recibe la noticia: habían matado a Rodolfo y a Blackmore. La noticia lo sacudió.
“El 28 me levanto, me visto, preparo mi equipaje porque íbamos a dormir en la frontera, me voy a la oficina y poco después recibo un llamado de mi familia preguntándome dónde estaba”.
El silencio del receso legislativo se hizo profundo pero a la vez ensordecedor. “Fallece nuestro candidato, fallece nuestro compañero diputado y las demás personas, todos estábamos sorprendidos, vía telefónica todas las fracciones parlamentarias nos expresaron su solidaridad”, recuerda.
Rodolfo Torre era muy respetado por todas las fuerzas políticas, recuerda, debido a su sencillez y carisma.

“Habría sido un buen gobernador, habría servido con lealtad y entrega a Tamaulipas; él se había preparado, era sensible con la gente, rápidamente construyó una carrera política”, expresa. Su campaña, comenta, fue completamente limpia, jamás habló mal de sus adversarios, ni lo necesitó.
Dice también que el fallecido político representaba el anhelo de muchos egresados de la Universidad Autónoma de Tamaulipas por dirigir los destinos de la entidad. “Habría sido el primer gobernador egresado de la UAT”.
“Yo lo empecé a acompañar en sus giras después del 15 de junio que es cuando terminaba el periodo de sesiones, estuvimos en los cierres de campaña y me quedo con un recuerdo bonito de Rodolfo, dejó un legado de cómo debe ser un candidato y toda persona que aspira a servir a nuestra sociedad”.
Por su cargo como delegado de la Secretaría de Gobernación en Tamaulipas, Felipe Garza no opina del impacto que el atentado produjo en el PRI.
“Donde esté, Rodolfo debe estar tranquilo de que hizo lo correcto y dejó un ejemplo para todos los políticos, fue la antítesis de la arrogancia, la prepotencia y la soberbia”, finalizó.
SJHN