Los foros virtuales en Facebook y Reddit se han convertido en llaves para burlar al sistema de salud frente a los brotes de sarampión y tosferina en México: cartillas falsificadas e información falsa.
Los antivacunas utilizan esos espacios sociales digitales para aconsejarse el uso de “dióxido de cloro como protección”, pero también para propagar supuesta información científica que sustenta sus creencias.
Una integrante de esos grupos, identificada como habitante de Ciudad de México, preguntó en dónde podía conseguir una cartilla de vacunación falsa con las tres dosis de gardasil, inmunológico que protege contra el virus del papiloma humano (VPH).

“También quisiera saber lo mismo”, respondió otra mujer; no pasó mucho tiempo para que alguien más les contestara, diciendo que podía ayudarles, por lo que les pidió que le enviaran un mensaje privado.
MILENIO contactó a la dueña de la cuenta que, según explicó en los mensajes, trabaja en el sector salud, pero no obtuvo respuesta.
Miembros de un grupo de Facebook, con mil 400 integrantes de México, Ecuador, Argentina y Perú, aseguran tener cartillas de vacunación con esquemas de vacunación completos, aunque burlar al sistema de salud por propia cuenta no requiere de tanto esfuerzo.
“Sella tú mismo el carnet, no se lleva el control de eso”, le respondieron a un padre que, preocupado por no poder inscribir a su hija en la guardería, buscó consejo en este grupo.

La afirmación tiene sustento: los controles que realiza el sistema de salud mexicano sobre la vacunación de los niños se basan en llenar a mano —poniendo la fecha de aplicación— o con sellos simples las cartillas.
Además de los consejos para burlar los filtros sanitarios, hay post en los que se dan sugerencias de cómo “desintoxicar” o “limpiar” al cuerpo de la vacunación: dióxido de clorito, N-Acetilcisteina (una antioxidante), zinc, magnesio, zeolita, “mucho cilantro” y caminar sobre el pasto.
Junto con los presuntos reportes de autismo y los relatos sobre la muerte de familiares cercanos tras la aplicación de vacunas, se pueden hallar los nombres de supuestos especialistas que avalan los discursos extremistas.
Dos de ellas son las doctoras Chinda Brandolino y Alejandra Chiappano; ambas argentinas llegaron a asegurar que las vacunas contra covid-19 contienen metales pesados capaces de producir muerte cerebral.
“Lanzar fake news es rapidísimo, la vacunación es una forma de fortalecer el sistema inmune del individuo para poder enfrentar las enfermedades”, dice por su parte el doctor Luis Durán, titular de la Facultad de Medicina de la UNAM y ex director con experiencia en salud pública.

La raíz del movimiento
Una de las bases principales del movimiento antivacunas se asentó en 1998, cuando Lancet, la revista más influyente en el campo de la medicina, publicó un artículo en el que el doctor Andrew Wakefield y sus colegas aseguraban que la vacuna triple vírica (que protege contra el sarampión, las paperas y la rubéola) estaba vinculada con el desarrollo posterior de autismo.
El supuesto descubrimiento se hizo noticia rápidamente; no obstante, 12 años después el artículo fue desacreditado y la propia revista admitió que varios elementos dentro de la investigación contenían errores.
“El mismo autor aceptó que había inventado la información, la revista republicó el artículo poniéndole una raya y diciendo que estaba desautorizado, pero el daño ya estaba hecho, ya había llegado a una cantidad importante de personas”, explica Malaquías López, ex director general de Planeación y Desarrollo en Salud de la Secretaría de Salud.

A pesar de que los resultados fueron refutados, los esfuerzos han sido inútiles, ni siquiera las nuevas investigaciones en las que se concluye que las vacunas son seguras pudieron calmar los ánimos; por el contrario, terminaron alimentando la paranoia y las teorías de conspiración.
“Se vuelve como una creencia religiosa; existe una especie de credibilidad basada en el chisme, uno le dice a otro la información y le cree. Encima, está la idea de que los gobiernos y los científicos mienten”, comenta el doctor.
En México, los brotes recientes de sarampión se han registrado principalmente en Chihuahua; hasta el 30 de mayo se han confirmado mil 761 casos en el estado, la mayoría concentrados en Cuauhtémoc, Chihuahua y Nuevo Casas Grandes, donde se encuentran comunidades menonitas, un grupo religioso perteneciente a la rama del cristianismo anabaptista. Al 2 de junio, el estado suma cuatro muertes.